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Fe y razón en el Nuevo Ateísmo

Portada: Fe y razón en el Nuevo Ateísmo

Una de las características del llamado Nuevo Ateísmo* es su peculiar visión de la diferencia entre la fe y la razón. Con anterioridad, filósofos creyentes, ateos o agnósticos, una vez pasada la euforia racionalista del s. XVIII y su Ilustración,  reconocían sin ambages los límites de la razón. Ahora el nuevo ateísmo niega de nuevo esos límites y considera que la fe es pura ilusión y patrimonio exclusivo de los creyentes y la razón es la inteligencia, y patrimonio exclusivo de los ateos.

* El Nuevo ateísmo es un movimiento surgido en el cambio de milenio liderado por Sam Harris, R. Dawkins, C. Hitchens, y D. Dennet a través de sus best-sellers internacionales, que han extendido rápidamente sus ideas, especialmente por Internet.
Cabeza pensante

La Lógica

Antes de entrar en materia necesitamos aclarar primero, muy esquemáticamente, cómo funciona la lógica humana, así podremos entender los razonamientos que daremos posteriormente.Un razonamiento, en su forma más clásica y simple, parte de una o dos afirmaciones (o una afirmación y una negación) que se dan por supuestas, o bien porque ya han sido demostradas en un razonamiento anterior, o bien porque no se pueden demostrar: simplemente aceptamos que son verdaderas porque las consideramos evidentes. A esas proposiciones las llamamos premisas. A partir de las premisas, sacamos por deducción una conclusión. La conclusión tiene que derivarse directamente de las premisas y no puede contradecirlas. La conclusión hay que demostrarla, las premisas no, son el punto de partida y no necesitan ya demostración. Así pues, un buen razonamiento lógico es el que, partiendo de las premisas que sean, llega a una conclusión correcta.

1- Todos los hombres son mortales (premisa mayor)
2- Aristóteles es un hombre (premisa menor)
3- Aristóteles es mortal  (conclusión)

Este razonamiento es perfecto e impecable, y además la conclusión es verdadera. Lo sabemos porque Aristóteles ya murió.

1- Todas las aves vuelan
2- Las gallinas son aves
3- Las gallinas vuelan

Este razonamiento es correcto aunque la conclusión sea falsa. El problema no es que hayamos razonado mal, sino que la premisa 1 es falsa, aunque no siempre resulta tan fácil detectar su falsedad (no todas las aves vuelan). Pero como en un razonamiento las premisas no se demuestran, si partimos de ideas o creencias falsas, aunque razonemos bien, la conclusión será correcta pero también falsa.

1- Dios no existe (premisa 1)
2- El universo existe (premisa 2)
3- El universo no ha sido creado por Dios (conclusión)= ¿por qué? Porque Dios no existe.

Este razonamiento es correcto, pero la conclusión sólo será verdadera si las premisas 1 y 2 son correctas. En este caso, en un debate sobre la existencia de Dios no podría utilizarse nunca este argumento porque el punto de partida (Dios no existe) sería precisamente lo que se quiere demostrar (la conclusión) y eso va contra las leyes de la lógica. En el caso anterior es fácil ver la falsedad de la conclusión porque podemos comprobar si las gallinas vuelan o no, pero en este caso no podemos comprobar empíricamente si el universo ha sido o no creado por Dios, así que la falsedad de la conclusión no es verificable, pero sí lo es el error en el razonamiento.

Este mismo esquema defectuoso de razonamiento, pero envuelto en ropajes más elaborados y por tanto camuflado bajo explicaciones y datos, se encuentra a menudo usado tanto por creyentes como por no creyentes, y no siempre es fácil descubrir el fallo (o la trampa) a menos que nos paremos a pensar en términos de premisas y conclusión.

Para ver un razonamiento defectuoso en acción, basta con abrir el libro “El espejismo de Dios”, de Richard Dawkins, quizá el libro más emblemático del nuevo ateísmo, y ya en su misma introducción leer lo siguiente:

Si este libro funciona como intento, los lectores religiosos que lo abran serán ateos cuando terminen de leerlo. ¡Qué optimismo tan presuntuoso! Por supuesto, las mentes de fe entintada sobre la lana son inmunes a los argumentos. […] Pero yo creo que abundan las personas de mente abierta allá afuera: personas cuyo adoctrinamiento infantil no fue tan insidioso; o por otras razones, no fueron “cautivados”; o cuya inteligencia innata es lo suficientemente fuerte para sobreponerse a éste. Tales espíritus libres sólo deberían necesitar un poco de estímulo para liberarse del vicio de la religión por completo.

Empieza haciendo una afirmación que, como él mismo dice, suena totalmente presuntuosa: Su libro es tan perfectamente elaborado y convincente e irrefutable que cualquiera que lo lea se convencerá necesariamente de su verdad. Y a continuación explica esa creencia suya con un razonamiento bien curioso. Este razonamiento se reduce en lo básico a esto:

1- Este libro tiene argumentos perfectamente razonables, indiscutibles y evidentes
2- Las personas religiosas (=entintadas de fe) no razonan (=son inmunes a los argumentos)
3- Si lees este libro y no aceptas mis argumentos no es porque no sean válidos o geniales, sino porque tú estás entintado de fe y por tanto no razonas

Et voilá! Por arte de birlibirloque de un plumazo “demuestro” que mi libro es tan perfecto que si no te convenzo es sencillamente porque eres estúpido y no usas la razón. Versión moderna del traje del emperador.

Yo mismo me he leído el libro de principio a fin, prestando mucha atención, no de entrada para buscarle defectos (eso es una fase posterior) sino para entender sus argumentos y, francamente, lleno de curiosidad. Cuando acabé de leer el libro mis creencias religiosas seguían intactas, aunque mi visión del ateísmo quedó bastante deteriorada. Pero según el señor Dawkins eso no demuestra que sus afirmaciones no sean poderosísimas, verdaderas e irrefutables, lo único que demuestra es que yo soy una de esas personas entintadas de fe e incapaz de razonar, con lo cual:

– Las gallinas vuelan digas tú lo que digas.
– Las gallinas que yo he visto no pueden volar.
– Pues eso es la prueba evidente de que en realidad no eran gallinas.
– Ah.

Gallina volando

El mismo Dawkins podría quejarse, con razón, de que él no dice que su libro sea perfecto y por eso te deberías hacer ateo, él dice “Si este libro funciona como intento…”. Pero eso solo es un truco (inconsciente supongo) para que no te escandalices ante el osado razonamiento que va a hacer a continuación. Sin embargo solo es eso, un truco. Su verdadero pensamiento es que, efectivamente, o eres tonto o aceptarás su verdad, pues eso es lo que se refleja en todas sus frases siguientes.

Por si su endulzado razonamiento no había quedado suficientemente claro a continuación vuelve a cometer el mismo error sobre el mismo tema, pero ahora expresado de otra forma y sin edulcorar:

1- Los espíritus libres pueden liberarse de la religión con facilidad
2- Tú te has leído mi libro y sigues manteniendo tu religión
3- Conclusión: no eres un espíritu libre

Ante  semejantes razonamientos tan aplastantes, ¿qué se puede decir?

Y ¿cómo define Dawkins a los “espíritus libres”? Pues lo expresa bien claro: personas de mente abierta, personas cuyo adoctrinamiento infantil no fue tan insidioso o cuya inteligencia innata es lo suficientemente fuerte para sobreponerse a éste. O sea, un espíritu libre está según él en buena parte relacionado con la genética. Parece que hay personas que son carne de cañón y gente que nace con tendencia a ver la luz, la luz del ateísmo, incluso aunque intenten adoctrinarlas en la infancia. Creo que algo parecido dijo ya Calvino hace cuatro siglos.

Lo que ocurre es que Dawkins, y con él sus seguidores, tiene una premisa oculta detrás de todos estos razonamientos. En lenguaje normal la llamaríamos una creencia, o más bien un dogma. Ese dogma sería que sólo los ateos pueden considerarse librepensadores, espíritus libres y gente inteligente y racional. Si una persona con alguna de estas características es religiosa, sólo puede serlo por haber recibido en su infancia una educación religiosa, pero en cuanto acceda a otro tipo de datos (por ejemplo, su libro) no tendrá problemas para darse cuenta de lo absurdo de esas ideas recibidas y rechazarlas sin mayor esfuerzo. O sea, la basura de la religión sólo se adhiere y se arraiga en las mentes sucias o defectuosas, así que si persistes en la religión es porque tu mente es sucia o defectuosa.

Pero esta “premisa oculta” no estará oculta mucho tiempo, enseguida empezará a dedicar página tras página a demostrarla, aunque su manera de razonar en muchísimos casos adolece del mismo error visto arriba y en muchos casos más ni siquiera se puede considerar razonamiento, pues se basa en mirar la realidad, extraer varios ejemplos lo más negativos posibles (aunque puedan ser excepciones a la regla) y a partir de ahí hacer una generalización para afirmar que esos casos negativos representan lo normal.

Su manera de razonar me recordó al instante algo que me ocurrió con un amigo mormón. Me regaló “El libro del Mormón” y me dijo, “si te lees este libro con la mente abierta y buscando la verdad, la encontrarás aquí”. No sé si me leí el libro con la mente suficientemente abierta, pero admito que no esperaba encontrar allí la verdad. En cualquier caso su razonamiento estaba aparentemente blindado porque sufría del mismo error que el de Dawkins:

1- Todo el que lea este libro con la mente abierta se hará mormón
2- Tú te has leído el libro y no te has hecho mormón
3- No te has leído el libro con mente abierta

Entonces ¿quién funciona con un razonamiento más puro y perfecto, Dawkins o mi amigo mormón? Me temo que ambos son un buen ejemplo de lo mismo. No parece que la religión ni el ateísmo influyan mucho en la inteligencia o la manera de razonar ¿Y por qué habrían de hacerlo?

Los límites de la razón

La razón se basa en la lógica, y la lógica, como hemos visto, siempre tiene que partir de una o varias premisas indemostrables. A partir de ahí, sigue todo el razonamiento. Eso ya supone un importante límite para la razón, pues en última instancia no hay más remedio que partir de algo que en sí no se puede demostrar, al menos no irrefutablemente. Pero este límite no es ningún descubrimiento reciente, esto ya lo descubrieron los griegos, aunque al parecer los nuevos ateos prefieren ignorarlo. El otro límite de la razón es que en realidad no puede utilizarse para nada que tenga relación directa con el significado de las cosas. Razonar bien nos puede ser útil para hacer negocios o sacar conclusiones acertadas a partir de hechos (como hace la ciencia), pero no nos puede ayudar a amar, o a entender qué es el amor, o cuál es el sentido de la vida, o cómo es Dios o si no es, o por qué es malo maltratar a los animales, o si el holocausto fue una barbaridad o una buena obra, o si las guerras son o no deseables o beneficiosas, o si el aborto es correcto o si el maltrato a la mujer es justo.

La gente mala y perversa no lo es por razonar mal, ni la bondad ni la maldad tienen nada que ver con la razón. Si pensamos que el holocausto judío fue una enorme monstruosidad no es porque la razón nos lo indique, sino porque “el corazón” nos lo dice, y si además somos creyentes, tenemos clara la moral objetiva que emana de Dios para guiar nuestro juicio ético. Es un tema moral, no racional. También la razón produce monstruos.

Hitler

Hitler tenía sus propios razonamientos basados en sus premisas y objetivos, y para llegar del punto A (premisas) al punto C (objetivos) era racionalmente necesario pasar por el punto B (eliminación total de los judíos). De hecho, todo el sistema de razonamiento de Hitler estaba basado en la teoría de la evolución de Darwin y su concepto de “la supervivencia del más fuerte”, lo cual justificaba la eliminación de los elementos de la especie humana considerados por él más defectuosos para poder llegar a “el bien mayor” de lograr una raza pura que traería una era de prosperidad y felicidad porque serían todos seres humanos inteligentes, racionales y eficientes. Y los judíos eran considerados seres perversos y defectuosos (premisa), así que era necesaria su eliminación. Lógica pura.

Todo perfectamente racional. El problema es que Hitler  creía que la razón, “su razón”, era superior a la moral y que no había ningún Dios que pusiese límites a sus razonamientos, aunque engendrara monstruos. Tampoco creo yo que Stalin fuera un loco en el sentido racional de la palabra, tuvo la inteligencia suficiente como para hacerse con el poder e imponer su voluntad a millones de personas, y de paso mató por hambre o represión a 9 millones de ellas. Tampoco él creía en un Dios, así que también se comportó como si no tuviera límites. Era un loco, pero no en el sentido racional, sino en el sentido humano.

Vemos, pues, que la razón tiene límites en su comienzo (las premisas son indemostrables) y en su final (no puede ir más allá de ciertos límites en su razonamiento). Pero también vemos que todo el proceso en sí puede funcionar perfectamente al margen de cualquier otra consideración. Por tanto, otra de las afirmaciones que continuamente hacen los ateos queda invalidada: la creencia de que si todo el mundo fuera perfectamente racional, los seres humanos serían por fin bondadosos y felices. Hacía ya mucho que la humanidad había abandonado esas ilusiones infantiles, pero al parecer el nuevo ateísmo las ha resucitado y las presenta, sin más, como verdades obvias, en realidad, como premisas; al igual que su premisa número uno que es la creencia indemostrable de que Dios no existe.

Pero si los nuevos ateos no pueden demostrar con argumentos racionales ni científicos su punto de partida, su premisa principal, ¿cómo se atreven a criticar por infundado el sistema de creencias de quienes piensan lo contrario? Su solución es sorprendentemente simple: son los creyentes quienes tienen que demostrar la existencia de Dios, no ellos. Otra falacia argumentativa, y esta vez de enorme calado puesto que afecta a su premisa fundante. Según su punto de vista, Dios, por defecto, no existe, así que esa es la verdad evidente que no necesita explicación, quien diga lo contrario tendrá que demostrarlo, y si no puede demostrarlo con total certeza entonces es porque no existe. De esta manera exigen al creyente la tarea de racionalizar su creencia mientras que ellos no necesitan argumentar la suya. Parafraseando al mismo Jesús, «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe».

La situación es, pues, igual para creyentes y ateos, ambos han de partir de una premisa indemostrable que necesita un acto de fe. Pero los creyentes sí son conscientes de que sus creencias, en última instancia, necesitan ese acto de fe, que en el caso de los cristianos no es un salto al vacío como el suyo, sino una fe revelada en la historia, confirmada por testigos y transmitida durante generaciones. Los nuevos ateos, por el contrario, aseguran que su creencia no se basa en un acto de fe, sino en la obviedad de la realidad (?), y están convencidos de que la creencia en Dios, y las religiones en general, sólo son posibles cuando no se usa correctamente la razón. En realidad no lo dicen de forma tan educada, lo que dicen una y otra vez, con su característica agresividad, es que los creyentes son gente ignorante (y peligrosa) que no sabe razonar o que prefiere no hacer uso de la razón, y les dedican todo tipo de insultos. Están convencidos de que una persona que realmente sea inteligente tiene necesariamente que ser atea, de lo contrario, sus propias creencias demuestran que ni es realmente inteligente ni sabe razonar. Esta afirmación es en sí misma una tautología, una de sus premisas indemostrables. Equivale al siguiente razonamiento.

A pesar de lo que tú dices, yo insisto en que todas las vacas son blancas con manchas negras.
Si me muestras una vaca de color negro o marrón, su propio color es la prueba de que no es una vaca.
Luego yo tengo razón y tú no.

Otra vez gallinas volando.

El mismo tipo de razonamiento lo vemos usado por Hitchens y Dawkins. Hitchens dice:

– La religión es malvada y violenta (premisa mayor)
– Martin Luther King y Ghandi eran pacifistas y buenos (premisa menor)
Conclusión: el pastor protestante Martin Luther King o Ghandi en realidad no eran, a pesar de las apariencias, personas religiosas

Por lo mismo dirá que la Madre Teresa de Calcuta era en realidad una fanática egoísta y codiciosa que usaba a los pobres para alcanzar la fama y a la que califica llanamente como «zorra» (bitch). Pero Dawkins en su libro logra rizar el rizo y completa:

– La religión es malvada y violenta
– Hitler y Stalin eran personas malvadas y violentas
– Conclusión: Hitler y Stalin en el fondo eran personas religiosas, no ateas

Más y más gallinas voladoras.

Cartel: Los adultos que tienen amigos imaginarios son estúpidos

El elitismo

Esto nos lleva a otra de las características del nuevo ateísmo: el elitismo. Los neoateos son en esencia gente arrogante y elitista que considera que ellos son la minoría inteligente que ha visto la luz, que ha dejado atrás el velo de oscuridad que durante siglos ha atado y aprisionado la razón humana y cortado las alas de su entendimiento con las tenazas de la superstición. Cierto que aún hoy, en el tercer milenio, supuestamente en la cumbre de la evolución cultural humana, la gran mayoría de la humanidad continúa bajo ese estado de estupidez, pero ellos son la cumbre de la pirámide cerebral, los evolucionados. Incluso han hecho el intento, fallido, de que la gente deje de llamarlos “ateos” y pase a llamarlos “brights” (= inteligentes, listos), a imitación de los homosexuales que consiguieron estandarizar el uso de “gays” (= felices, alegres).

Neoateísmo y Darwinismo

Los neoateos, encabezados por Richard Dawkins, son grandes admiradores de la teoría de la evolución de Darwin. No sólo porque la consideren correcta, que en eso coinciden con la mayoría de la humanidad, sino porque la consideran la esencia suprema de la realidad, el mecanismo que explica, según ellos, todo lo que la religión antes intentaba explicar, y por tanto es esta teoría el mazazo definitivo que ha dejado a la religión sin argumentos.

Sí, dividir a la humanidad entre los inteligentes y los lerdos, sumado a la adoración que sienten por las teorías de Darwin, puede resultar de nuevo en una mezcla explosiva. De hecho el nuevo ateísmo ya nació exigiendo la aniquilación de todas las religiones. Incluso afirman que transmitir creencias religiosas a un niño es claramente un caso de abuso infantil y debería ser impedido legalmente.

Seguro que la mayoría de los neoateos se escandalizarán ante semejante conexión, pues no se les escapará el paralelismo que estoy haciendo con el uso que Hitler hizo de Darwin. Pero no estoy diciendo yo que el nuevo ateísmo busca imponer una dictadura de ideas donde las ideas que no les gustan (en este caso las religiosas) sean erradicadas de raíz para después establecer un gobierno de gente superior que gobierne y decida qué hacer con esas masas lerdas culpables de todos los males del mundo. No, no estoy yo diciendo eso, sólo estoy alzando la voz de alarma y recordando que ya hemos pasado por ideas parecidas con resultados desastrosos, y que cuando esas ideas se extienden y calan en la sociedad, antes o después aparece gente que saca sus propias conclusiones y las pone en práctica.

Darwin

Cuando Darwin desarrolló su teoría de la evolución, jamás pudo ni siquiera imaginar que décadas después llegaría Hitler y la utilizaría para justificar la matanza de millones de judíos entre otras barbaridades. Si alguien le hubiera dicho a Darwin que sus ideas engendrarían el nazismo, Darwin se hubiera sentido injustamente insultado, y con razón. Pero así fue como ocurrió, el darwinismo es el padre del nazismo. Y eso a pesar de que la teoría de la evolución se puede considerar en su visión general correcta.

Por el contrario, las premisas del neoateísmo no se basan en hechos verificables, como las teorías científicas, así que generar y difundir sus creencias, que en el fondo son solo opiniones elaboradas, sabiendo que se están metiendo en un terreno explosivo dada la naturaleza humana, es algo realmente inquietante. Y aún así, yo, como demócrata, no me atrevería a decir que esas ideas deberían ser prohibidas, su difusión tajantemente censurada o que si un padre le trasmite a su hijo su neoateísmo, debería acabar en la cárcel. Y sin embargo, eso es lo que los neoateos opinan y piden para los creyentes, a quienes responsabilizan de todos los males de la humanidad.

El gran problema no es que piensen, como los ateos normales, que Dios no existe y que los creyentes están equivocados, el problema es que además piensan que las ideas de los creyentes deben ser erradicadas activamente por los gobiernos, impidiendo su propagación por considerarlas peligrosas para la humanidad. Eso es lo que ya hicieron y hacen las dictaduras comunistas. Eso no cabe en una democracia. Para empezar, habría que decidir cuáles son las ideas peligrosas que se necesitan erradicar, y si se hace una votación, en la mayoría de los países del mundo se diría que son precisamente las suyas y entonces los neoateos serían censurados y encarcelados por motivos de seguridad, por el bien de la humanidad. ¿Es esa realmente la sociedad que queremos? Dividir a la sociedad entre buenos y malos según sus ideas y luego cargar contra “los malos” es una fase de la humanidad que los países civilizados habíamos dejado finalmente atrás ¿o no?

Del Dios tapa-agujeros a la ciencia tapa-agujeros

Otro problema de razonamiento que ha sido frecuente en el pasado, y aún pervive en algunos casos, es el del llamado “dios tapa-agujeros” (the god of the gaps). Esta deficiencia ha sido repetidamente señalada tanto por pensadores cristianos como no cristianos. Básicamente consiste en que cada vez que el hombre no sabe explicar algo, recurre a Dios o a los dioses para explicarlo. Era especialmente común antes del cristianismo: ¿de dónde viene la lluvia? La mandan los dioses ¿por qué se producen los terremotos? Lo provocan los dioses ¿Por qué ha muerto mi hija? Se la han llevado los dioses.

God of the gaps

El cristianismo trajo un Dios racional, no como los caprichosos e impredecibles dioses paganos. Este Dios actuaba mediante el “Logos” (la palabra; en el sentido filosófico griego equivalía a “la Razón”). Creó un universo no regido por sus caprichos sino por sus leyes, las mismas leyes que con el tiempo la inteligencia humana ha ido desvelando. Los grandes científicos del pasado creían que con sus investigaciones, como dijo Newton, “estamos conociendo la mente de Dios”. Pero a pesar de esto mucha gente siguió con la inercia ancestral de utilizar a Dios para tapar agujeros. El gran problema de esta técnica es que en cuanto la ciencia rellena uno de esos agujeros, Dios tiene un huequito menos que ocupar, y así va perdiendo terreno poco a poco.

Ante este hecho, son muchos los ateos, y muy especialmente los neoateos, los que ven triunfalmente cómo ese “dios tapa-agujeros” (que no es el Dios cristiano real) va quedando cada vez más arrinconado. Curiosamente, su reacción es la de asumir ellos ese mismo error lógico que ridiculizan y alzarse con una nueva falacia: “la Ciencia tapa-agujeros”. El mismo Dawkins expresa con total convicción, hablando del dios tapa-agujeros, que la ciencia ha ido rellenando todos esos agujeros, y los agujeros que aún no ha podido rellenar (el origen del Universo, el inicio de la vida, etc.) es porque aún no ha alcanzado el desarrollo suficiente, pero que sin ninguna duda tarde o temprano también tendrá respuestas para todas esas preguntas. Bien, después de todo un capítulo dedicado a rechazar la idea defectuosa del dios tapa-agujeros, no entiendo cómo alguien con la inteligencia de Dawkins no se da cuenta de que en la conclusión, su razonamiento es un calco exacto de esa idea defectuosa a la que está criticando. Se limita a cambiar “dios” por “ciencia”, y luego repite el razonamiento con total exactitud (“El espejismo de Dios”, cap. 4, sec “adoración de los agujeros”). Y sus seguidores se hacen eco de tal idea sin pararse a analizar su lógica. Esos mismos seguidores que se consideran los inteligentes, los librepensadores que son capaces de analizar las cosas por sí mismos en vez de aceptar lo que dicen unos cuantos gurús.

La versión atea del «dios tapa-agujeros» es pensar: ¿de dónde surgió el universo? algún día la ciencia lo averiguará ¿por qué debemos ser buenos con los demás? algún día la ciencia nos lo dirá con exactitud y sin duda posible ¿cuál es el significado de la vida? sin duda la ciencia logrará darnos la respuesta algún día ¿cómo puedo lograr la felicidad? la ciencia acabará encontrando la respuesta correcta ¿qué es el amor? una reacción química desencadenante de asociaciones mentales ¿ah, pero sólo eso? por supuesto, y si hubiera ahí algo más, no te preocupes que al final la ciencia lo descubrirá. Pero además tienen una ventaja añadida: si algo quedase absolutamente fuera del radio de acción de la ciencia (todo lo que no sea material y verificable) entonces se puede ignorar y decir que no existe: no existe el espíritu ni el plano espiritual ni ningún fenómeno que implique origen o interacción con esa otra dimensión, y si se verifica algo inexplicable, como por ejemplo un milagro, sólo será inexplicable en cuanto que aún no sabemos darle una explicación, pero sin duda algún día la ciencia estará en condiciones de explicarlo.

No es de extrañar que muchos ateos decentes se sientan abochornados ante la radicalidad y engreimiento (o más bien ingenuidad) del nuevo ateísmo.

La física cuántica

Que la ciencia y el cristianismo son cosas enfrentadas e incompatibles es un concepto totalmente falso y además relativamente reciente. La ciencia tiene sus bases en los griegos, pero son los cristianos (en mayor medida incluso que los antiguos árabes musulmanes) los que realmente la desarrollan precisamente porque su cosmovisión cristiana les empuja a desentrañar las leyes por las que el Dios cristiano rige el universo. Hasta el siglo XVIII el desarrollo de la ciencia viene todo de manos de científicos creyentes, en el XVII el cristiano Descartes sienta por fin las bases del método científico actual junto con el también cristiano Locke, y la mayoría de los grandes científicos hasta el s. XX han sido cristianos: Kepler, Copérnico, Newton, etc. incluso (hasta que su hija murió) el mismo Darwin ¿Si vivieran ahora los neoateos se burlarían de sus creencias y les dirían que son seres irracionales e ignorantes? Es en el s. XVIII cuando comienza a haber tensiones entre la religión y la ciencia, pero en ningún momento deja la ciencia de estar llena de creyentes ni los creyentes dejan de creer en la ciencia. Sin embargo los neoateos presentan religión y ciencia como dos esferas incompatibles de la realidad negando así toda evidencia e historia.

Electrones

Para hacernos una idea de por dónde se mueve la ciencia actual, echemos un vistazo a lo que ahora es la punta de lanza de la ciencia: la física cuántica (y sus hijas las teorías de cuerdas y supercuerdas). Cuando el común de los mortales estaba aún intentando comprender las asombrosas implicaciones de la teoría de la Relatividad de Einstein, se desarrolla esta rama de la física que estudia las partículas subatómicas. Es tan compleja y anti-intuitiva que incluso los científicos más destacados que trabajan en ella reconocen que ni ellos mismos pueden ya concebir el mundo que esa física describe. Son cosas y fenómenos que ya escapan a la lógica y la razón, son literalmente inimaginables. ¿Cómo imaginar una séptima dimensión que es invisible e imperceptible porque «se pliega sobre sí misma» o un universo que quizá esté enteramente contenido en una membrana cósmica? ¿o una «cuerda» que según cómo vibre se manifiesta como una partícula o como otra totalmente diferente?

El propio nombre de esta física proviene del descubrimiento del fenómeno del salto cuántico, un caso claro que desafía totalmente nuestro entendimiento. Mejor dicho, un caso que queda totalmente fuera de nuestra comprensión. Es lo que en religión llamaríamos “un misterio”, como el de la Santísima Trinidad, con la diferencia de que los ateos se burlan de nuestros misterios como ejemplo de incongruencias inexplicables (porque son falsas) y en cambio los “misterios” de la ciencia son aceptados con fascinación y reverencia.

En la escuela probablemente nos han enseñado que los electrones giran alrededor del núcleo, cada uno en su órbita. Nos lo enseñaron como una bolita pequeñita girando alrededor del gran núcleo como planetas alrededor del sol, pero la realidad es mucho más sorprendente e inconcebible: el electrón no está situado en un punto, está en toda la esfera de la órbita y está ¡en cada punto de la esfera al mismo tiempo! Pero sigamos, Un electrón puede moverse a una órbita superior o inferior, es lo que se llama “el salto cuántico”. Ese salto cuántico no consiste en que el electrón se mueve desde una órbita hasta la otra, como cuando un objeto se desplaza. No, el salto cuántico consiste en que el electrón de repente desaparece de una órbita y aparece en la otra. Entonces, entre una fase y otra ¿dónde está? Respuesta: en ninguna parte. ¿Parece esto racional? No, pero al parecer es así, los experimentos parecen demostrarlo y yo, en principio, me lo creo, tengo fe en la ciencia.

Y verdaderamente se necesita fe en la ciencia porque la física cuántica nos muestra un mundo tan extraordinario, incomprensible e ilógico que o te lo crees, o no te lo crees, y ante esta nueva ciencia, tanto ateos como creyentes debemos hacer un acto de fe (y la mayoría lo hacemos). Sin embargo, esta rama de la física parece un argumento más fácil de usar a favor de los creyentes que de los ateos. Ninguno de sus descubrimientos ha supuesto ningún golpe contra las creencias de los cristianos y sin embargo, junto con la teoría de la relatividad, ha logrado convertir en coherentes y racionales muchos aspectos oscuros de nuestras creencias, que aceptábamos como verdades reveladas pero sin poder entenderlas. Al final parece que los agujeros que va tapando la ciencia en la religión cristiana son más frecuentemente agujeros en nuestra comprensión de las verdades de la fe. La ciencia nos está ayudando a comprender verdades espirituales que antes parecían misterios para la razón.

Muchos conceptos o sucesos de nuestra religión se entienden muchísimo mejor cuando la ciencia nos demuestra lo que ya San Agustín en el s. IV infería al intentar racionalizar ciertos artículos de fe: el tiempo y el espacio son atributo de la materia (por tanto en el plano espiritual no existe ni tiempo ni espacio, se acabó el preguntar «¿dónde?», «¿cuándo?» o «¿cuánto tiempo?»);

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Si es recta la distinción de la eternidad y del tiempo, ya que el tiempo no existe sin alguna mutabilidad sucesiva y en la eternidad no hay mutación alguna" (La ciudad…: XI, 6). "Debemos, pues, amar al que creó los tiempos para que nos libremos del tiempo y nos asentemos en la eternidad, donde ya no hay mutabilidad temporal. (Enarraciones…: 38,9, San Agustín de Hipona, s. IV)

También encaja muy bien en nuestra cosmovisión el hecho de que materia y energía sean intercambiables, o el descubrimiento cuántico de que es posible influir en el comportamiento de una partícula a distancia sin interactuar directa o indirectamente con ella, entre otras muchas cosas.

Pongamos varios ejemplos. Al morir Jesús, su acto de redención tuvo un efecto cósmico (en el espacio) y simultáneamente redimió al hombre del pasado, del presente y del futuro; puesto que la redención es un suceso del plano del espíritu, allí no hay ni espacio ni tiempo, luego tiene sentido y lógica el que ese acto tuviese efecto en todo el tiempo y el espacio tal como nos enseñaron. Preguntas difíciles de contestar como que si tiene sentido hablar con tu abuela que está en el cielo si hasta que muramos todos no habrá un Juicio Final y por tanto nadie irá al cielo o al infierno; de nuevo, al eliminar el tiempo allí hace que el antes o el después carezcan de valor, la eternidad es simultánea. Preguntar en dónde estuvo Moisés desde que murió hasta la Redención de Jesús en la cruz tampoco plantea ya incógnita; simplemente no hay un tiempo desde su muerte hasta la de Jesús. La propia Resurrección física de Jesús se puede ver de forma más comprensible a través de la física de partículas y la transformación de materia en energía y viceversa.

Las teorías cuánticas que nos hablan de que no hay sólo 3 dimensiones (4 si incluímos el tiempo) sino probablemente 11 o más, aunque esas otras están totalmente fuera de nuestro alcance y experiencia, hacen palidecer por simple la visión cristiana de que además de este mundo de 3 (o 4) dimensiones materiales existe otra realidad paralela que es el nivel espiritual. Después de escuchar los descubrimientos y teorías de los físicos cuánticos ya no es posible seguir diciendo que la ciencia es racional, lógica y de sentido común mientras que la religión está llena de ideas que desafían la lógica y el sentido común. La física cuántica nos ha descubierto los límites del entendimiento humano y, al mismo tiempo, que existe un enorme mundo de partículas y fenómenos que desafían todo lo conocido e incluso lo concebible. Si nosotros decimos que Dios es uno y trino la física de partículas nos dice que la luz es al mismo tiempo onda y partícula y a la vez se trata de una sola cosa y no dos, o que ciertas partículas y fenómenos pueden al mismo tiempo ser y no ser, estar y no estar. La realidad parece ser, como siempre hemos dicho los creyentes, mucho más rica y más extraordinaria de lo que nuestra simple razón y sentidos lograban abarcar. Ahora son los propios científicos los que se ven obligados a decir, tal como nosotros siempre hemos dicho, que «la realidad es mucho más que simplemente esto que percibimos».

Sin embargo, los ateos radicales que niegan la importancia y la utilidad de la fe, se ven en la contradicción de que tienen que hacer un gran acto de fe para aceptar como verdades todos esos nuevos descubrimientos científicos que son un desafío total para la lógica, y cuya explicación es tan compleja que ni siquiera un científico normal puede llegar a entenderlo, mucho menos aún una persona normal sin conocimientos científicos superiores. El ateo tiene que hacer uso de su fe y del concepto de autoridad para poder asumir que eso que dicen ahora los científicos es cierto, y cuanto menos lo duden, más fuerte ha sido su acto de fe.

Teorías científicas

Como opinan muchos filósofos modernos, ateos o creyentes, la metafísica queda totalmente fuera del alcance de la ciencia, no por falta de conocimientos actuales, sino por definición. Por mucho que avance la ciencia nunca se podrá demostrar científicamente que merece la pena luchar por valores como Dios, la libertad, la igualdad y la solidaridad. Y mucho menos podrá demostrar o refutar la existencia de Dios de modo evidente, o hallar el significado de la vida. Pero tanto unos como otros encontrarán argumentos suficientemente razonables como para sentirse confirmados en sus ideas. La ciencia, al contrario de lo que muchos suelen pensar, no puede explicar nada, sólo describirlo. Cuando la ciencia intenta explicar entonces se adentra en el terreno de la filosofía y la religión y puede hacer tanto ridículo como cuando alguien intenta adentrarse en el campo de la ciencia usando la Biblia como fuente de conocimiento. Pero por desgracia ambos casos se dan.

Victoria alada

Pongamos un ejemplo. Paseando por la ciudad me encuentro en una plaza una hermosa estatua de bronce representando la Victoria alada. Deduzco lógicamente que esa estatua es obra de un escultor. Aunque tuviera todos los medios del mundo, por mucho que investigue esa estatua yo no podría averiguar nada sobre si ese escultor es rubio o moreno, si tiene hijos, dónde vive o cuál es su helado favorito. Nunca, da igual qué medios de investigación tenga y cuántos años dedique, nunca obtendría esa información… a menos que alguien me lo cuente. La estatua me puede dar algún dato como por ejemplo si es detallista, si tiene buen gusto, etc. pero lo que sí me puede decir es que en alguna parte hay un escultor que ha creado eso.

Y ahora viene un científico que no cree en la existencia de los escultores y me dice que bueno, sí, ver una estatua así y pensar que alguien la ha creado parece una conclusión fácil, pero como sabemos perfectamente (premisa) que los escultores no existen entonces esa conclusión simplona queda totalmente descartada. Intento protestar y decir que por supuesto que existen escultores, que yo conozco a uno en mi barrio, pero él me mira con cierta condescendencia y me asegura paternalistamente que por desgracia esa absurda creencia está muy extendida y que no soy el único que dice conocer a uno. ¿Entonces de dónde ha salido esta hermosa escultura? Bueno… dirá él, no es fácil saber, aunque cada vez tenemos más datos. Aún nos quedan muchos detalles por resolver pero es cuestión de tiempo, ya tenemos varias teorías. La más aceptada afirma que aunque enormemente improbable, no es imposible que una condensación espontánea de átomos se haya solidificado en circunstancias extraordinarias resultando, por azar, en esa bella figura que increíblemente parece hecha a propósito con forma de mujer alada, justamente aquí, en medio de nuestra plaza. Pura casualidad, pero en un universo tan grande hay mucho margen para todo tipo de casualidades.

Parece una conversación absurda, todos pensaríamos que ese científico nos está tomando el pelo, o si habla en serio, puede que tenga serios problemas de lógica. ¿Todos lo pensaríamos? Pues en la vida real resulta que no, que si él habla como científico, sobre todo si tiene cierto renombre, podría hacer todo tipo de desvaríos y la gente le escucharía asombrada. Muchos lo creería al pie de la letra, no como teoría, sino incluso como certeza. Eso es lo que ocurre en este preciso instante con teorías igual o incluso más disparatadas. Veamos.

La teoría de los universos múltiples

Una de esas teorías surgidas de o en el entorno de la física cuántica es la del multi-universo, muy de moda ahora y que fascina sobre todo a los más jóvenes. Aunque viene con variaciones, básicamente consiste en que hay un número infinito de universos paralelos y aislados (sin interacción posible). Como las posibilidades son infinitas, cualquier cosa que puedas imaginar coincidirá con la realidad en al menos uno de esos universos. ¿Un elefante rosa que vuela y canta ópera? Seguro que en alguno de esos universos eso será posible. También habrá en algún sitio un universo que sea exactamente igual que este con la única diferencia de que allí usted llevará siempre un sombrero verde, por ejemplo. Esto, explicado de una forma más seria, me pareció una de las fascinantes teorías de la física cuántica. No sabía en qué se basaban para establecer semejante teoría, pero como la física cuántica desborda la lógica pues el pensar que es ilógico no es reparo para aceptarla. Muchos libros, revistas y documentales divulgativos han hablado del fascinante mundo de los “multiversos” y la gente se maravilla. ¡Pero cuántas cosas nos revelará la física cuántica!

Dibujo del multiverso

La ciencia nos cautiva tanto que incluso cuando a algo lo llaman “teoría de”, lo aceptamos como cierto o simplemente como un trámite a la espera de la comprobación que sin duda tendrá. Cuando la gente oye “la teoría de los universos múltiples” es como si oyera “la teoría de la relatividad”. Pero hay una enorme diferencia, la teoría de la relatividad podía demostrarse, y fue cuando los experimentos empezaron a darle la razón cuando la teoría empezó a ganar peso y admiración. Sin embargo, la “teoría de los universos múltiples” (como muchas otras surgidas de la física cuántica) no se basan en nada verificable, sólo en algunos modelos matemáticos. Como las matemáticas no pueden demostrar que algo exista (por ejemplo, se puede construir un modelo matemático que describa un universo con 3 dimensiones o 15 o 25 o lo que quieras), entonces esta teoría es simple producto de la imaginación. Con razón ha sido atacada por muchos científicos como no-científica, por la sencilla razón de que deberíamos reservar el término de «teoría científica» a lo que puede ser verificado usando el método científico, y esta teoría sencillamente no lo es.

Cuando mi fascinación por dicha teoría llegó al punto de querer entenderla más a fondo y pasar de los materiales divulgativos a artículos más serios y detallados, descubrí con gran asombro dos cosas. Primero: que esa teoría era, según los mismos científicos admitían, por su propia esencia absolutamente indemostrable; ni se basaba en nada ni existía forma humana o científica de demostrar su falsedad o veracidad, ni ahora ni nunca. Segundo: que no soy tan listo como pensaba; me había dejado engañar con el timo de la estampita.

Entonces, ¿cómo puede ser que un científico respetable divulgue semejante cuento, que además parte de la comunidad científica lo acoja con agrado y que los medios de comunicación serios, como la BBC, lo divulguen con toda la seriedad que dedican a cualquier otro asunto científico? La respuesta, me temo, no es muy halagüeña para la ciencia: simplemente porque da a los científicos ateos una coartada para persistir en negar la existencia de Dios a pesar de que hay muchísimos datos que apuntan en dirección a su existencia.

En la primera mitad del s. XX la ciencia llegó al convencimiento de que el universo era eterno, por tanto era absurdo preguntarse quién lo había creado; Dios, como Creador, ya no tenía sentido o al menos no era necesario. Pero después se descubrió que el universo estaba en expansión y por tanto había tenido un origen, el problema de quién lo había originado resurge. En seguida sale una teoría que «resuelve» el problema, la gravedad de la materia existente acabará por frenar la expansión y el proceso se revierte acabando en un Big Crunch, que a su vez explotará en un nuevo Big Bang y así en un ciclo eterno. Otra vez podemos olvidarnos de Dios y regresar al universo eterno. Pero ahora los nuevos datos indican que la fuerza de gravedad no es suficientemente grande como para contrarrestar la expansión, con lo que de nuevo volvemos al tema de que si sólo hubo un Big Bang, ¿qué o quién lo originó?

Esto se complica por la nueva percepción que tiene la ciencia sobre las leyes del universo. Hoy sabemos que toda la composición y las leyes del universo son las justas y necesarias para crear vida y llegar a una vida inteligente y consciente: nosotros. Cambia aunque sea mínimamente cualquiera de las muchas constantes universales como la velocidad de la luz, la fuerza de gravedad o la atracción molecular, y el resultado será un universo incapaz de albergar vida, y menos humana. Parece que este universo ha sido creado exactamente para poder generarnos, pero esa idea, totalmente compatible con el cristianismo, es sencillamente inaceptable para los científicos ateos (no así para los científicos cristianos). Por tanto hay que buscar explicaciones alternativas que justifiquen lo que tenemos sin necesidad de pensar en Dios. Esto, dicho sea de paso, es una buena técnica como herramienta de trabajo para no dejar terrenos sin explorar, pero también en este concepto se nos adelantó San Agustín cuando aconsejó: «Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti«. El problema es cuando no se usa ese escepticismo como herramienta de trabajo sino como premisa indiscutible, entonces en vez de explorar territorios nuevos podemos acabar creando disparates.

Si como premisa partes de que Dios no existe, entonces la existencia de universos infinitos tiene más probabilidad de realidad que la existencia de Dios, sólo por una razón “lógica”, porque Dios “ya sabemos” que no existe, mientras que la existencia de multiversos es algo que no sabemos ni sabremos jamás si existe o no, por tanto es más válido que la falsa existencia de Dios para explicar cualquier fenómeno, por misterioso o milagroso que pueda parecer. De hecho esta teoría se hizo sobre todo con un pensamiento en mente: las probabilidades de que vivamos en un universo “aparentemente” diseñado para acabar generando vida y esa vida generando vida inteligente (nosotros) y mantenerla, son prácticamente cero si lo dejamos al simple azar, pero si existe un número infinito de universos, cada uno con sus propias leyes y circunstancias, por muy improbable que parezca siempre encontraremos multitud de universos donde esa tremenda coincidencia de circunstancias exactas se haya dado por azar, y como nosotros estamos aquí, es evidente que estamos en uno de esos universos donde esas circunstancias tan improbables se han dado, de lo contrario no estaríamos. Fin del misterio, ya no hace falta pensar en Dios. ¿O sí? En realidad, aunque algunos actúen como si no fueran consciente de ello, esta teoría resolvería (aunque de modo rocambolesco y no científico) el problema de un universo sintonizado para la vida, pero sigue sin resolver, incluso complica aún más, el problema de quién creó el universo.

Ante una teoría como la de los universos múltiples, la existencia de Dios parece algo mucho más razonable y lógico, y desde luego muchísimo más sencillo de explicar, de entender y de aceptar. Y sin embargo los ateos (especialmente los más radicales) prefieren las explicaciones rebuscadas, aunque carezcan de toda lógica, y no entienden cómo nosotros podemos ser tan simples (o estúpidos según los neoateos) como para seguir creyendo en algo “tan absurdo e infantil” como Dios. Pero para evitar tener que plantearse la cuestión de que este universo tuvo que tener un origen y venir de algún sitio, lo que hacen es pasar el problema un grado más atrás, y complicarlo literalmente hasta el infinito. Pero ahora tendrán que explicarnos de dónde vino esa infinita multitud de universos. Lo único que han conseguido con esta teoría es seguir sin explicar nada y encima complicarlo todo muchísimo más. Incluso con un infinito número de universos seguirían necesitando demostrar que no fue Dios quien los creó. Resuelven de forma estrambótica su problema del origen del hombre y a cambio el problema del origen del universo se agranda, y todo mediante una explicación que no tiene nada de ciencia y mucho de ciencia-ficción. Lamentable espectáculo.

Mi crítica no es contra la ciencia ni contra la física cuántica, pues yo mismo soy un apasionado por ambas, sino contra el mal uso y abuso que se hacen de ellas. No me parece absurdo que alguien llegue a esas conclusiones, lo que me parece lamentable es que esas ideas tan fantasiosas tengan tan tremenda acogida y sean presentadas al público como una respetable “teoría científica” más. Hay una palabra para eso: manipulación, y además despreciable por abusar de la fe y la credulidad de la mayoría de la gente ante la ciencia. Justo la misma situación que según los neoateos ocurre con la religión, que es despreciable por abusar, según ellos, de la fe y la credulidad de la mayoría. Ya vamos viendo que en algunas cosas ateos y creyentes no somos tan diferentes como ellos creen.

No es de extrañar que el científico astrofísico Paul Davis, a pesar de ser igualmente ateo, levante continuamente las iras de los neoateos. Su búsqueda de la verdad es sincera, aunque esté encerrado en los límites de la razón y la ciencia, y no ha tenido compasión con los que se aferran al multiverso como la alternativa “científica” a la existencia del Dios Creador:

Para empezar, ¿cómo se puede hacer un experimento sobre otros universos? Por supuesto que todos los cosmólogos aceptan que hay regiones del universo que están más allá del alcance de nuestros telescopios, pero en algún punto de esa resbaladiza pendiente entre esa idea y la idea de que hay un número infinito de universos, la credibilidad alcanza su límite. Cuanto más se desliza uno por esa pendiente, mayor es el ejercicio de fe que hay que hacer y menor es la posibilidad de verificación científica. Las explicaciones más extremas de un multiverso se parecen pues a las discusiones teológicas. Verdaderamente, acudir a un número infinito de universos invisibles para explicar los rasgos tan inusuales del que sí que vemos es algo comparable a acudir a un Creador invisible. La teoría de los universos múltiples puede aparecer revestida de un lenguaje científico, pero en esencia necesita del mismo acto de fe.
— Paul Davies, A Brief History of the Multiverse

Así que el multiverso es simplemente una prueba más de que ni la razón es exclusiva de los ateos, ni la fe es exclusiva de los creyentes. Fe y razón, conjuntamente, forman la cosmovisión de ambos, y tan absurdo sería que un creyente renunciara a la razón como el que un ateo renunciara a la fe.

El fundamentalismo

Mirada perversa

Vimos que la racionalidad no tiene nada que ver con el punto de partida que elijamos (premisas) ni con la conclusión a la que lleguemos, sino con el procedimiento que sigamos para movernos del punto de partida al de llegada. Dos personas inteligentes y de gran raciocinio pueden partir de la misma premisa y mediante dos procesos racionales diferentes pero igualmente sólidos, llegar a conclusiones distintas. Eso lo vemos continuamente, por ejemplo, cuando pedimos a dos grandes expertos hacer una previsión de futuro sobre economía, política, etc. Pueden acabar diciendo lo contrario, pero ambos harán razonamientos bien sólidos y coherentes para demostrar por qué creen que ese será el resultado. Pues lo mismo ocurre con ateos y creyentes, ambos pueden partir de la realidad y utilizar argumentos totalmente racionales y sólidos para llegar a conclusiones opuestas. Lo que es poco razonable es pensar que los otros, los que no llegan a tu misma conclusión, es porque no utilizan la razón sino que se limitan a decir tonterías.

Esa manera de pensar tiene un nombre y se llama “fundamentalismo”, y por desgracia es tan frecuente entre creyentes como entre ateos, porque ese es un rasgo de muchos seres humanos, que serán fundamentalistas independientemente del tipo de creencias que tengan. Sin duda, mucha gente religiosa no se para a pensar y acepta lo que le dicen sin más, pero es evidente que exactamente lo mismo y en la misma proporción ocurre entre los ateos. Muchos neoateos se limitan a repetir en sus blogs las ideas y razonamientos escritos en los best-sellers de sus ídolos sin pararse a pensar, son meras cajas de resonancia con una fe ciega en lo que les han contado, y luego se atreven a considerarse librepensadores creyendo que la fe ciega y la ausencia de razonamiento es cualidad exclusiva de los creyentes. Antes o después, si algunos de ellos siguen razonando, tendrán que enfrentarse a una verdad muy incómoda: ellos, como nosotros, basan su visión del mundo en creencias científicamente indemostrables, y su ideología atea se basa fundamentalmente en la fe. Fe y creencias, la pasta de la que está hecha nuestra cosmovisión, y también la suya. El ateísmo no es una ausencia de creencia, como ellos dicen, sino otra creencia diferente.

Y ahora añadiré algunas ideas más, basadas esta vez en Alister McGrath, uno de los que mejor conocen el nuevo ateísmo y también uno de sus mejores críticos.

Más incongruencias del Nuevo Ateísmo

Christopher Hitchens declaró osadamente que los nuevos ateos, como él, no tienen creencias: “Nuestra creencia no es una creencia”. Ante esto McGrath comenta: “es uno de los mejores ejemplos de fe ciega que he conocido”. De hecho Hitchens tiene toda una serie de dogmas de fe en los que cree con certeza absoluta aunque no los pueda demostrar: Dios no existe, Dios no es bueno, la religión es perversa, etc. Son asuntos sobre los que cabe opinar, y habrá argumentos a favor y en contra, pero esa certeza con la que él lo cree está mucho más allá de la razón, por eso son mucho más que simples creencias, son dogmas de fe, y como tales han sido asumidos sin rechistar por la mayoría de los neoateos. Hitchens en sus libros ni siquiera se esfuerza excesivamente en demostrar ese tipo de creencias, algunas incluso parece que le resulten autoevidentes y por tanto más necesitadas de una presentación que de una auténtica demostración.

Los ateos afirman que sólo creen lo que pueden percibir por los sentidos y lo que la ciencia puede demostrar. Rechazan cualquier cosa que esté fuera de nuestra percepción (con o sin aparatos) e igualmente cualquier cosa que quede fuera de la razón. Ellos consideran que son los que se han liberado de las ataduras de la fe y pueden volar libremente por donde la razón les guíe. Como mucho (paradójicamente), no tienen grandes inconvenientes en aceptar absurdos racionales como lo de los multiversos siempre que provengan de un entorno científico o pseudocientífico, pero hasta ahí llegan.

Ser triunfante

Los creyentes afirmamos que la realidad es mucho más que lo que nuestros sentidos perciben o nuestra razón alcanza. De hecho creemos que somos nosotros los que hemos sido liberados de las ataduras de la materia y los límites de la razón porque logramos captar mucho más de la realidad que aquellos que permanecen pegados al barro sin lograr desplegar sus alas y volar al infinito como nosotros. Ellos sienten pena por nosotros. Nosotros sentimos pena por ellos. Ellos se sienten los elegidos, lo mejor de la raza humana; nosotros nos reconocemos pecadores necesitados de la gracia de Dios. No está mal si la cosa queda ahí, pero algunos fanáticos religiosos y ateos prefieren descargar su odio (en vez de compasión) sobre aquellos a quienes consideran aún en ataduras.

Algunos creyentes les desean todos los tormentos del infierno, algunos ateos les desean la cárcel, represión y vacío social. Personalmente, si fuera ateo y me dan a elegir entre la cárcel y un castigo en el que no creo, estaría encantado con el castigo inexistente, así que en esta guerra de fanáticos con amenazas cruzadas me temo que salen ganando los ateos; máxime si se trata de un cristiano y tenemos en cuenta que cuando un cristiano se dedica a descargar odio y amenazas sobre los demás, el que se acerca a las llamas del infierno es él, pues nuestra ética nos exige amor y perdón incluso al enemigo. Pero basta pasearse por los blogs neoateos para comprobar que si entre creyentes y no creyentes el número de fanáticos quizá sea parecido, si nos centramos en los neoateos, el fanatismo y el odio parece ser en ellos la norma. Podemos considerar al nuevo ateísmo como la rama fundamentalista del ateísmo, y todo fundamentalismo hace un uso retorcido o incluso nulo de la razón.

La trampa del Dios malvado

Ser diabólico

Veamos la descripción que Richard Dawkins hace del Dios cristiano en su libro “El espejismo de Dios”:

Podemos considerar al Dios del Antiguo Testamento como el más desagradable de todos los personajes de ficción: celoso y orgulloso de serlo; un ser despreciable, injusto, sin compasión y controlador; vengativo, sediento de sangre y aficionado a la limpieza étnica; misógino, homófobo, racista, infanticida, genocida, parricida, nauseabundo, megalómano, sadomasoquista, y un matón malevolente y caprichoso.

Tampoco se olvida del Nuevo Testamento, pero de allí sólo cita textualmente varias frases fuera de contexto de las que claramente desconoce por completo su significado real. Está claro que en su conocimiento bíblico se ha quedado con lo mejor de lo mejor, pero no vamos a entrar aquí en discutir su visión de Dios, sino la lógica de su razonamiento, porque una de las peores trampas en las que inconscientemente caen los neoateos es la contradicción de considerar que Dios es malvado. Para ello se basan en dos cosas:

La religión es perversa (uno de sus dogmas de fe)
El Dios cristiano es perverso (Esto simplemente demuestra su enorme desconocimiento sobre la Biblia, su contexto cultural, y la teología, ignorando además al Dios del Nuevo Testamento). El ver a Dios desde una perspectiva tan negativa es consecuencia del poderoso filtro del dogma anterior, no del razonamiento.

Si fuesen tan buenos razonando y usando la lógica como ellos creen, no les resultaría difícil ver las implicaciones de esta afirmación. Analicemos un poco su capacidad de razonamiento para construir un sistema de ideas coherentes.

Creencias:
1- Dios no existe.
2- El Dios de la Biblia es malvado

Utilicemos la lógica y veamos cuál es la conclusión que un neoateo debería alcanzar si pretende ser fiel a sus creencias y al mismo tiempo usar debidamente su inteligencia racional:

FASE 1
Premisa:
1- Dios no existe.
Razonamiento
2- Si Dios no ha creado al hombre a su imagen y semejanza (porque no existe), entonces es el hombre quien ha creado a Dios a su imagen y semejanza.

En lógica, se puede usar la conclusión de un razonamiento como premisa para el siguiente, y así elaboramos razonamientos complejos, así pasemos a la siguiente fase:

FASE 2
1- Dios no existe
2- El hombre ha creado a Dios a su imagen y semejanza
3- El Dios de la Biblia es malvado
Razonamiento:
Dios es pues producto de la imaginación humana y ese producto imaginario es un Dios perverso y malvado que les empuja a cometer maldades y oprimir a los demás.
Si ese Dios perverso ha sido creado por el hombre “a su imagen y semejanza”…
Conclusión:
4- El hombre es malvado.

Y ahora apliquemos este razonamiento al texto anteriormente citado de Dawkins y veamos lo que Dawkins opina del ser humano (o tendría que opinar si razonara con más claridad)

Podemos considerar al Dios del Antiguo Testamento como el más desagradable de todos los personajes de ficción, a su vez creado por seres humanos igualmente desagradables que son celosos y orgullosos de serlo; seres despreciables, injustos, sin compasión y controladores; vengativos, sedientos de sangre y aficionados a la limpieza étnica; misóginos, homófobos, racistas, infanticidas, genocidas, parricidas, nauseabundos, megalómanos, sadomasoquistas, y matones malevolentes y caprichosos, los cuales crearon a sus dioses a su imagen y semejanza.

Como vemos con claridad, la imagen del ser humano que se desprende de este tipo de ateísmo es espeluznante. Y espero que les resulte igualmente espeluznante a los neoateos. El problema que tienen es que o bien abandonan su visión de las cosas o bien se ven obligados a aceptar esta conclusión lógica derivada de sus propias ideas. O de lo contrario, no tendrán más remedio que permanecer en una muy incómoda posición filosófica en la que antes o después terminarán por hacer el ridículo más espantoso.

Como comenta McGrath:

Cuando leo a Hitchens y Dawkins a veces me pregunto si en realidad no preferirían que Dios existiera. Su feroz odio y su letanía de quejas podría entonces dirigirse contra un objetivo real al que podrían zarandear ante sus acusadores y culparlo de todo. Si la ferocidad con la que algunos escritores y blogueros neoateístas es lo que parece, en tal caso Dios sería linchado (pero ahora que lo pienso, ¿no es eso lo que ocurrió ya una vez?). Dios puede ser utilizado como el chivo expiatorio para cargarlo con todos los males de la humanidad, y eso permite a algunos sentirse mejor consigo mismos. Pero si no hay Dios, entonces el foco de la culpa cambia de dirección despiadadamente para recaer sobre nosotros mismos.

Sin embargo, los neoateos se han buscado una salida a esta contradicción, aunque realmente podemos considerarla una salida indecorosa. Se basa en lo que ya comentamos sobre su elitista distinción entre listos (ellos) y lerdos (los creyentes). Según esta visión de las cosas, los creadores de ese Dios terrible fueron, en palabras textuales de Hitchens “mamíferos humanos brutos y sin cultura”. A lo largo de los siglos es esa misma clase de animales salvajes los que han mantenido viva la religión. Es ahora cuando la élite iluminada gracias a su inteligencia superior está logrando dejar atrás esas absurdas supersticiones. Según ellos, pues, la humanidad se divide en dos grupos:

1- Los inteligentes librepensadores que se apoyan en la razón y la ciencia.
2- Los estúpidos borregos, que son crédulos y supersticiosos. Son esta raza inferior de seres irracionales e inmorales los que crearon la religión en un principio y los que la sostienen hasta el día de hoy.

Estas creencias son las que convierten al nuevo ateísmo en una filosofía peligrosa y fundamentalista, con algunos rasgos de auténtica secta, y las que los alejan totalmente de los ateos moderados y tolerantes que tienen que compartir epíteto con ellos.

Los fundamentalistas dividen el mundo radicalmente en dos categorías: los salvados y los condenados (si son religiosos) o los racionalistas y los supersticiosos (si son no creyentes); y no admiten estadios intermedios en el espectro. Lo que es más, son ellos mismos los que se erigen como jueces para establecer la división. Esto explica por qué el nuevo ateísmo es tan intolerante con los agnósticos, a los que consideran unos cobardes o unos irresponsables, o incluso unos avergonzados creyentes encubiertos. También explica su desprecio por los ateos moderados que aceptan sin problemas la convivencia con los creyentes respetando sus creencias. De hecho, una de las banderas fundamentales del nuevo ateísmo es esa: la religión no debe ser respetada, sino que es un deber moral atacarla hasta aniquilarla.

El problema del nuevo ateísmo es, entre otros, hacer de la racionalidad su bandera y posesión exclusiva y excluyente. Creen que sólo hay una manera correcta de razonar, y esa es la suya, así que cualquiera que no parta de sus mismas premisas ya queda fuera de su concepto de “racionalidad”.

Euclides creó un sistema de geometría que es el normalmente usado, pero otros matemáticos crearon otros sistemas de geometría con diferentes axiomas y definiciones, y son igualmente válidos y prácticos. Se puede razonar de diversas maneras sin caer en el error. El ateísmo es una de ellas. La creencia en Dios es otra igualmente válida desde el punto de vista racional. Si el límite lo pones en la razón y niegas otras formas de conocimiento, no se puede ir más allá que admitir que las dos posibilidades son válidas y tienen muy buenos argumentos respaldándolas. Los ateos y creyentes moderados así lo reconocen y son capaces de vivir con la diferencia. Los fundamentalistas no aceptan la diferencia y preferirían aniquilar al “enemigo” (y probablemente lo harían si llegan a tener los medios). El nuevo ateísmo es uno de los ejemplos modernos del fundamentalismo humano en su peor aspecto.

¿Cómo puede una persona, operando dentro de un sistema de creencias, incluidas creencias acerca de creencias, salirse de ese sistema para comprobar si es racional? Si tu sistema entero se contamina con la locura, incluyendo las mismas reglas por las cuales estableces tus razonamientos, entonces ¿cómo podrías alguna vez llegar a utilizar tu propia razón contaminada para encontrar un camino que te saque de la locura?
Kurt Gödel, matemático y filósofo (1906-1978).

Las consecuencias del Nuevo Ateísmo

Si analizamos las consecuencias de esta nueva forma agresiva surgida del ateísmo no podemos por menos que felicitarnos. Aunque molesto y desagradable, los cristianos tenemos ciertamente mucho que agradecerles: gracias al éxito inicial de sus best-sellers, este nuevo siglo ha visto una avalancha como nunca antes de publicaciones cristianas rechazando los argumentos ateos y defendiendo la racionalidad del cristianismo. Vivimos, literalmente, una época de esplendor en la apologética cristiana que parece haber finalmente despertado de un prolongado letargo y empezado a reaccionar. Todo tiene su sentido.

¿Y qué hay del nuevo ateísmo en la actualidad? Después de su enorme entusiasmo inicial y de creer que se acercaba el momento definitivo de acabar con la religión gracias a la fuerza de sus brillantes argumentos y al apoyo masivo que pensaban que sin duda estaban empezando a amasar, pasada casi una década el panorama les empieza a resultar desolador. Sus argumentos han sido atacados no solo desde posiciones cristianas, sino incluso ateas y no logran imponerse; el apoyo masivo que esperaban se ha visto reducido a poco más que un pasajero boom editorial sin excesivas consecuencias permanentes; y lo peor es que su mensaje principal, que las religiones son malvadas, peligrosas y deben ser erradicadas, sencillamente no ha resultado convincente. Esa no disimulada sensación de frustración les ha llevado a profundizar a la desesperada en la única arma que no puede desmontarse racionalmente: el recurso al ridículo. Su estrategia ahora, desde los “grandes padres” del nuevo ateísmo hasta los ciegos seguidores que propagan sus ideas como eco por los blogs de internet, es insultar y ridiculizar sin piedad, también usando extensamente la blasfemia, tanto a las creencias como a los creyentes.

En mayo de 2010, Christopher Hitchens, uno de los fundadores del nuevo ateísmo, llamado a la universidad de Oxford para debatir con un pensador cristiano sobre la racionalidad o irracionalidad de la fe, decepcionó a todos machacando una y otra vez con sus conocidas tesis de que la religión es perversa y peligrosa, sin tener nada nuevo que aportar ni nada intelectualmente sólido que ofrecer. Según el periódico de la universidad, el único momento en que despertó cierto interés anecdótico fue cuando en su reparto de insultos subió hasta el mismísimo arzobispo de Canterbury, ausente del acto, llamándolo “chalado con cara de borrego” (sheep-faced loon). Si eso es lo mejor que les quedaba por ofrecer podemos hacernos una idea de la racionalidad de su discurso. Sin duda buenas noticias para los creyentes. Cuando la razón se desvanece, sólo queda callar o ridiculizar. ¿Y nosotros? aunque no se puede ignorar completamente el peligro, ciertamente en peores que esta nos hemos visto.

Sin duda, esta radicalización del discurso ateo y su repetido recurso al ridículo, al insulto y a la blasfemia están logrando desprestigiar al ateísmo en general y les han privado de una de sus principales armas: el señalar que el fanatismo y el fundamentalismo son rasgos dañinos que surgen de la religión. Ahora es evidente para todos que esos rasgos pueden igualmente surgir del ateísmo (solo era cuestión de tiempo) y por tanto no son achacables a la religión sino al ser humano. Los ateos “tradicionales” están alarmados por el nuevo cariz de los acontecimientos y piensan que el nuevo ateísmo va a suponer un gran paso atrás para el avance de sus ideas. El mismo humanista Paul Kurtz, uno de los que más han contribuido a extender el ateísmo en los Estados Unidos se ha quejado de que este “ateísmo fundamentalista”, como él mismo lo califica, es esencialmente “mezquino”. Despediremos el artículo citando sus palabras, que también hago mías:

“La mayoría de los ateos que conozco son gente decente y compasiva. Lo que no me gusta son los ateos militantes de mente estrecha para con la gente religiosa y que rechazan abiertamente a los agnósticos, los escépticos, o aquellos indiferentes hacia la religión, tachándoles de cobardes.”

(gracias a Charles Watson por crear para nuestro blog una versión española de su vídeo)

Fin

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Comentarios

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26 respuestas a “Fe y razón en el Nuevo Ateísmo”

  1. Avatar de Alice W

    Great readingg your blog

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    1. Avatar de Christian M. Valparaíso

      Really glad you find it useful.

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  2. Avatar de Darío

    ¡Excelente artículo!. Muy útil y reflexivo. Para leerlo y releerlo con paciencia. Y también para compartirlo. ¡Bendiciones!

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    1. Avatar de Christian M. Valparaíso

      Gracias y bendiciones a ti, Darío. Un saludo.

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  3. Avatar de Oscar Chao
    Oscar Chao

    Muy interesante artículo. Lo leí con mucho interés.

    ¿Sabes? Yo fui educado sin religión. A veces amigos creyentes me preguntan: «¿Por qué te volviste ateo?» y les tengo que explicar que no me «volví» nada: que lo he sido siempre.
    Mis padres eran ella creyente y él agnóstico: ambos tenían una gran apertura mental y la razón por la que nunca me adoctrinaron religiosamente no fue que deseaban que fuese ateo: sino que deseaban que yo eligiese solo mi religión de adulto. Al final elegí no tener ninguna.

    La idea de que la religión es una tontería y que una persona de mente abierta NECESARIAMENTE debe ser atea se me volvieron habituales al no encontrar nada que la contradijese: Es verdad que existía el comunismo; pero este era inseparable de una doctrina económica: el tema del ateísmo parecía allí secundario. Y en cuanto a la religión, hay en los medios masivos una exposición selectiva, preferente, de los fanáticos chiflados (venden más).

    La aparición de un fundamentalismo ateo, dogmático e intolerante, que apoya las persecuciones religiosas, la censura y otras políticas notoriamente inmorales. Personalmente me abrió los ojos a MIS prejuicios infundados: me puso en guardia contra ellos. Esto claramente es algo bueno. Pero creo que es excepcional: la regla general es que los dogmatismo ciegos se engendran y refuerzan mutuamente. No salen muchas cosas buenas de ellos.

    Saludos.

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    1. Avatar de Christian

      Saludos Oscar, gracias por tu reflexión

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