Los cristianos estamos llamados a construir el Reino. En los países democráticos, puede que la herramienta más poderosa a nuestro alcance para cambiar la sociedad sea nuestro voto. Cuando tengas que ir a las urnas, recuerda que tu partido es el de Jesús y el de nadie más. No dejes que los políticos compren tu voto y te seduzcan con campañas manipuladoras. Quien dice “yo soy seguidor” del PTR o del WSXZ está poniendo a su partido por delante de Cristo. Independientemente de la ideología política que puedas tener, haz un esfuerzo y recuerda que para un verdadero cristiano su ideología debe ser siempre la del Evangelio, y a partir de ahí la que sea.
No se trata de que en cada país se decida qué partido es aquél al que los cristianos deberían votar, a veces no es fácil decidirlo. En la teoría (no tanto en la práctica), los partidos de derechas suelen ser más amables con los cristianos y su moral, los partidos de izquierdas defienden mejor los derechos de los pobres. Un cristiano, con Jesús en su mente, puede tener razones poderosas para inclinarse por un candidato o por el contrario. Pero si los cristianos votamos con el Evangelio en el corazón y además dejamos que eso se sepa, nuestra fuerza obligará a los partidos a tener ese mismo Evangelio en cuenta.
Lo vemos continuamente, hay grupos sociales bien organizados que vociferan continuamente sus peticiones y presionan para que los partidos las tengan en cuenta. Sin embargo los cristianos somos esa gran minoría o esa mayoría silenciosa que acepta sin rechistar el que día a día le vayan recortando terreno a todos los niveles. Todos los partidos tienen miedo a tocar asuntos sensibles para ciertos lobbies, pero parece que despreciar los valores cristianos no solo está permitido, sino que incluso queda bien, sobre todo en Europa. Sin duda, incluso en Europa, los cristianos son muchísimo más numerosos que los colectivos de gays, abortistas, feministas, ecologistas, anti-nucleares, etc., y sin embargo esos colectivos saben imponer su agenda, y bien por acción o por omisión, todos los partidos les favorecen. Sin embargo los cristianos son simplemente tolerados por unos y atacados por otros.
En España los gays se echaron a la calle masivamente (todo lo masiva que puede resultar una minoría) para reivindicar el matrimonio gay, el partido del gobierno hizo de su petición una bandera y lo aprobó, el partido de oposición protestó con la boca pequeña y no hizo nada, ni estando en la oposición ni ahora en el gobierno. La Iglesia protestó enérgicamente pero sus protestas fueron ignoradas o tachadas de retrógradas, “cosas de obispos”. Por la misma época se ordenó retirar todas las cruces de escuelas y edificios públicos, los cristianos protestaron algo pero lo aceptaron con la resignación de quien sabe de antemano su batalla perdida, como si fuera algo inevitable. Cada vez aumenta más la mentalidad de “nosotros ya hemos perdido la batalla, no hay nada que hacer, es cuestión de tiempo”. Verdaderamente, si esa hubiera sido la actitud de los cristianos ante las salvajes persecuciones romanas, hoy en día explicarían en clase de historia cómo fue la desaparición de una pequeña secta que no llegó ni al siglo III.
No se trata de votar a tal partido en concreto, se trata de levantar la voz, y como mínimo levantar nuestro voto, para que nuestros valores se introduzcan en la agenda política de todos los partidos, para que ningún político pueda pisotearlos sin saber que está perdiendo popularidad. Si todos los partidos respetan nuestros valores, entonces será secundario decidir si votamos a uno o a otro, pero primero tienen que saber que somos “un grupo de presión”, como se dice ahora, que no vamos contra nadie pero no queremos que nadie vaya contra nosotros, que tenemos un modelo de sociedad y, como los demás colectivos, también tenemos derecho a reivindicarlo y luchar por él. Una cosa es la separación de Iglesia y Estado y otra cosa es que los cristianos separen la política del Evangelio como si fuesen cosas diferentes. La política busca cambiar la sociedad, el Evangelio también.
Hace unas semanas una mujer americana pensó de la misma manera y decidió poner su granito de arena para concienciar a la gente de su país de que había que votar desde el Evangelio. Ante el éxito de la iniciativa, el resultado es que ahora, como dicen los comentaristas, la religión ha tomado un mayor protagonismo en los debates políticos de la campaña electoral, hasta entonces centrados casi exclusivamente en asuntos económicos. Los dos grandes partidos quieren atraer a esa gran masa de votantes que, con su testimonio, ha demostrado apreciar esos valores y sin duda los tendrá más en cuenta para votar. Los partidos han tenido que pensar en los cristianos porque los cristianos han alzado su voz para decir qué es lo que quieren. Esta historia es un gran ejemplo para todos nosotros y es un primer paso en la dirección adecuada, hacia el día que los cristianos no asumamos como natural que nuestra época ya ha pasado y ahora solo nos queda mirar cómo todo lo construido en 2000 años sigue derrumbándose como si se tratara de la inevitabilidad con que vemos avanzar un desierto. Nuestra época no ha pasado, acaba de empezar, 2000 años son solo el comienzo, la infancia, tenemos todo el futuro por delante. Pon diques a la secularización de las almas.
EL VÍDEO QUE CAMBIÓ LA CAMPAÑA
Es posible que después de ver el vídeo tú, como también yo, pienses que quizá deberían haberse incluido unos cuantos valores y derechos fundamentales que también deben de ser bandera del cristianismo, pero no es esa la cuestión, la cuestión es que una mujer tuvo una idea, un grupo la llevó a cabo, y ahora los políticos no pueden hablar solo de economía, también están hablando de esos valores. Una sola mujer ha conseguido que la nación más poderosa del mundo ponga sobre la mesa del debate ciertos temas cristianos que había desaparecido, aplastados por cuestiones “mucho más relevantes y urgentes”. Al igual que cuando el exilio de Israel y Judá (ver el Exilio) con este ejemplo vemos cómo ante las dificultades y la crisis de fe actual, algunos se desesperan o desaniman, y otros se levantan y se ponen a trabajar. Una sencilla idea que en pocos días consiguió más de 2 millones de visitas en YouTube. ¿Quién dice que tú puedas hacer poco para cambiar las cosas? Unidos podemos cambiar el rumbo de la historia. Ya lo hemos hecho antes.
LA HISTORIA DE ADRIANA
Fuente: Aceprensa
Adriana González vive en Florida. Casada y madre de siete hijos a los que ha educado en casa, llevaba tiempo pensando cómo podía influir en la vida política. Hasta ahora, había promovido algunas medidas legislativas a favor del homeschooling. Pero a la vista de las elecciones presidenciales de noviembre, se preguntó qué más podía hacer. El resultado es un vídeo que lleva más de 2 millones de visitas, en el que pide votar a favor de quienes mejor defiendan la vida, el matrimonio y la libertad religiosa.
La historia del vídeo la cuenta Patti Maguire Armstrong en Catholic Lane. El pasado noviembre, Adriana y su marido Manuel decidieron organizar una merienda en casa para compartir su inquietud con otros amigos. Se juntaron unas 35 personas. Tras una sesión de brainstorming (lluvia de ideas) en la que cada uno iba aportando sus ideas, llegaron a una conclusión clara y distinta: “Queríamos que los católicos prestaran atención a una serie de cuestiones no negociables y pedir que votaran de acuerdo con su fe. No apoyaríamos a ningún candidato concreto”, explica Adriana.
La idea les vino al leer un discurso pronunciado por Benedicto XVI en 2006 ante unos parlamentarios europeos en el que señalaba algunos principios que no son negociables en el ámbito público: la protección de la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural; el reconocimiento de la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, que no debería ser equiparada a otras formas de convivencia; y la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos.
Tras esa reunión, el matrimonio González puso en marcha la organización Catholics Called to Witness (Católicos llamados a ser testigos), dedicada a promover los tres principios señalados por el Papa. A ellos añadieron el de la libertad religiosa, puesta en entredicho en EE.UU. por la norma del Ministerio de Sanidad que impone –también a instituciones de inspiración religiosa– la obligación de financiar anticonceptivos, la píldora del día siguiente y la esterilización en el seguro sanitario.
A los pocos meses, surgió la idea de hacer un video para transmitir a los votantes el mensaje de los principios no negociables. Jeremy Wiles, propietario de la productora Creative Lab, asesoró a los González. También les ofreció su canal de YouTube para difundir el vídeo en cuanto estuviera listo.
“Test of Fire” (La prueba del fuego) muestra a un herrero forjando unas palabras que hacen referencia a algunos temas clásicos que aparecen en los programas de los candidatos políticos. Sobre algunos de ellos (“economía”, “empleos”, “impuestos”, “energía”…), los católicos tendrán posturas muy diversas. Pero luego hay otros temas con los que un católico consecuente no puede negociar a la hora de votar (“vida”, “matrimonio”, “libertad”…).
La imagen del fuego sirve para mostrar que no todos los temas en política tienen el mismo valor. Las decisiones económicas de un gobierno, por ejemplo, pueden perecer de una legislatura a otra. Son precisamente las decisiones sobre los temas que afectan a los principios no negociables las que configuran el estilo de vida de una sociedad. Por eso concluye el vídeo: “Tu voto comprometerá el futuro. Y será grabado en la eternidad. ¿Votarás por los valores que resistirán la prueba de fuego?”.
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