Cabecera Apologia 2.1

El Primado de Pedro

Portada: Jesús entrega las llaves a Pedro

Los cristianos católicos afirman que Jesús en un mismo acto fundó su Iglesia y puso a Pedro como cabeza de ella, sólo así tendría sentido la presente autoridad de los papas. Otros cristianos niegan que cuando Jesús fundó su Iglesia estuviera poniendo a Pedro al frente de ella.

Mateo 16:13-19

Veamos los argumentos que hay a favor y en contra de tales ideas, pero primero vamos a ver el pasaje bíblico en el que se establece esta fundación:

[

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas». «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?». Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le dijo: «Bendito eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».
(Mateo 16:13-19)

Interpretaciones protestantes

Dentro de su variedad habitual, la interpretación clásica de los protestantes es que todo este malentendido sobre Pedro es fruto de una pobre traducción. En el griego original, tal como está escrito en el evangelio, lo que Jesús le dice a Pedro es:

σὺ εἶ Πέτρος καὶ ἐπὶ ταύτῃ τῇ πέτρᾳ οἰκοδομήσω μου τὴν ἐκκλησίαν
(su ei petros epi tautē tē petra oikodomēsō mou tēn ekklēsian)
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia

Sobre la afirmación católica de que Jesús declara a Pedro la piedra sobre la que edificará su Iglesia vemos para empezar que a Simón le llama “Petros”, no “petra”, por tanto no parece que se esté refiriendo a la misma cosa. Una cosa es Simón, a quien llama “petros” y otra cosa es esta “petra” sobre la que edificará su Iglesia.

En el griego clásico “petra” significa “roca”, pero “petros” significa guijarro, piedra pequeñita. La roca sobre la que Jesús va a fundar su Iglesia es la revelación que Simón acaba de hacer: que Jesús es el Mesías. Esa es la gran verdad sobre la que edificará su Iglesia. Sin embargo a Simón le dirige un apelativo desvalorizante porque conoce las debilidades de su discípulo, le llama “piedrita”, que en este contexto queda en clara comparación con la gran roca que es la identidad de Jesús. Jesús está poniendo a Simón en evidencia y comparando su pequeñez con la grandiosidad de la revelación que acaba de hacer: la verdadera identidad de Jesús es la fortaleza, la solidez, Simón es la insignificancia. No en vano pocos días después, cuando Pedro le asegura a Jesús que no permitirá que le maten, Jesús le reprende duramente diciendo: “¡Aléjate de mí, Satanás!”. Con estos antecedentes no nos sorprende nada que llegada la hora de la verdad, Pedro negara a Jesús tres veces. La traducción más correcta sería pues:

Jesús y Pedro

“Tú eres [solamente] un guijarro, pero sobre esta roca [, mi identidad,] yo edificaré mi Iglesia”

Sin embargo otros protestantes rechazan esta interpretación alegando que no sería natural en el idioma que “esta roca” se refiriese a la confesión de fe que hace Pedro (que Jesús es el Mesías), pues gramaticalmente “esta roca” debe referirse al sustantivo más próximo que tiene, que sería “Pedro”, y no su anterior confesión de fe. Pero como no puede estar refiriéndose a Pedro, entonces en realidad Jesús se está refiriendo a sí mismo, y al decir “esta roca” se señalaría a sí mismo. En tal caso “esta” no tiene una función de referirse a otro elemento de la frase sino la función de señalar a algo, y ese algo sería Jesús (quizá mientras se señalaba a sí mismo con la mano). Otros rechazan esta interpretación porque sonaría presuntuoso que Jesús humillara a Pedro comparándolo consigo mismo, sería algo así como decir “tú al lado mío no vales nada”.

También dicen que en el Antiguo Testamento solo Dios es llamado “roca”, por lo tanto esa roca sobre la que funda no puede ser Pedro pues se trata de una metáfora de uso únicamente divino y así podría referirse solo a Jesús mismo.

En cuanto a la facultad que le da para atar y desatar las cosas, el propio Mateo también nos dirá más tarde que es compartida por todos los apóstoles, no solo por Pedro:

[

Os aseguro que todo lo que vosotros atéis en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desatéis en la tierra, quedará desatado en el cielo. (Mateo 18:18)

Por lo tanto, ni Pedro es la roca sobre la que se fundará la Iglesia de Jesús, ni se convertirá en el poseedor exclusivo de los poderes para atar y desatar. Teniendo todo en consideración, más bien parece que en esta escena Pedro, comparado con el resto de los apóstoles, sale más disminuido que agrandado.

Interpretación católica

La Antigua y la Nueva Alianza

Empecemos por la afirmación de que en el A.T. la palabra “roca” solo se aplica a Dios. Podemos ver que en Isaías esa misma palabra se aplica a Abraham como base sobre la que Dios funda su primera “iglesia”, el Pueblo Elegido:

Abraham

[

¡Escúchenme, los que van tras la justicia, ustedes, los que buscan al Señor! Fíjense en la roca de la que fueron tallados, en la cantera de la que fueron extraídos; fíjense en su padre Abraham y en Sara, que los dio a luz: cuando él era uno solo, yo lo llamé, lo bendije y lo multipliqué. (Isaías 51:1-2)

Aquí la roca no puede referirse a Dios, pues es el mismo Señor quien habla y no dice “fíjense en mí, la roca”, sino “fíjense en la roca de la que fueron tallados … fíjense en su padre Abraham …” La Iglesia de Jesús está formada por hijos de Dios, pero el Pueblo Elegido del A.T. está formado por los hijos de Abraham, pues con él hizo la alianza, por eso la cantera de la que fueron extraídos los israelitas es Abraham, la carne de la que brotó la carne de todos ellos, la piedra de la que fueron tallados.

Pero no es ese el único paralelismo que vemos entre Abraham y Pedro, también a Abraham le fue cambiado el nombre en el momento de la alianza:

[

Y ya no te llamarás más Abram: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones. (Génesis 17:5)

Por tanto vemos que en la Antigua Alianza (o Antiguo Testamento) Dios edifica su Iglesia (llamada allí “su Pueblo”) sobre la roca de Abram, al cual cambia de nombre por Abraham. Y en la Nueva Alianza (o Nuevo Testamento) Jesús edifica su Iglesia (también llamada “el nuevo Pueblo de Dios”) sobre la roca de Simón, al cual cambia de nombre por Pedro (roca). Como el Pueblo Elegido se basaba en la raza, Abraham es el padre físico de toda la estirpe, y como la Iglesia de Jesús se basa en el espíritu, Pedro es el padre espiritual, que no físico, de toda la Iglesia. Y así se sigue llamando al papa como sucesor de Pedro: Santo Padre (lo de “santo” por su función sagrada en cuanto papa, no por sus virtudes humanas en cuanto hombre).

En ningún sitio de la Biblia vemos que Dios o Jesús cambie a alguien de nombre para humillarlo, sino para ensalzarlo, y normalmente para encomendarle una misión sagrada. La versión de que el nombre de “Pedro” en realidad significa “piedrecilla insignificante” no cuadra con el contexto bíblico.

Los 3 honores

En el pasaje bíblico de la fundación, Jesús dedica a su discípulo Simón Bar-Jonah tres afirmaciones:

1– Bendito eres tú, Simón, hijo de Jonás.
2– Tú eres Pedro (Petros)
3– Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos.

Jesús entrega las llaves a Pedro

La primera de ellas es claramente una bendición, algo que agranda la estatura de Pedro. Tal como explica Jesús, de todos los discípulos fue el único que recibió la revelación divina, eso le hace en ese momento especial.

La tercera declaración también es una bendición, le está entregando las llaves del Reino, el símbolo de gobierno. De nuevo Pedro sale engrandecido.

Si en un solo acto Jesús le dice a Pedro tres cosas y la primera y la última son bendiciones, engrandecimientos, no tiene sentido que precisamente la del medio sea un desprecio. Más bien parece claro en el contexto que lo que Jesús está haciendo es alabar a Pedro, y por eso le entrega las llaves de su Reino. No tiene mucho sentido que primero le agrande, a continuación le empequeñezca y como conclusión le entregue el poder. El resultado sería algo así como decir: “bendito eres tú, Simón, hijo de Jonás. Tú eres una piedrecita despreciable. Aquí tienes las llaves del Reino.” Y aún así, aunque los protestantes tuvieran razón en su traducción, seguiría en pie el tema de que le está entregando las llaves.

Petros y petra

En cuanto a la traducción que hacen los protestantes (petros= guijarro, petra= roca), hay una gran pega. Es cierto que en poemas griegos antiguos encontramos ambas palabras con esa diferencia de significado, pero esa diferencia desapareció antes del siglo I, así que cuando los evangelistas escribieron sus textos, ambas palabras significaban ya exactamente lo mismo: roca, pero la más usada era “petra”. Entonces, ¿por qué Jesús no se limita a usar la misma palabra dos veces? Podría haber dicho por ejemplo “Tú eres Petra y sobre esta petra edificaré mi Iglesia”.

Bueno, recordemos que los evangélicos eran, hasta hace poco, casi todos estadounidenses, y aún hoy, casi todos sus pensadores son de habla inglesa, y los protestantes también han sido casi todos de lenguas germánicas. Por tanto lo que para un hablante de español resulta evidente, no lo es tanto para un hablante de inglés. Está claro que no puedes llamar a un hombre “Petra”, porque eso sería un nombre femenino, así que al usarlo como nombre propio para un hombre, se le cambia la terminación para masculinizarlo. En inglés, las cosas no tienen género, así que “Stone” (= piedra) no es masculino ni femenino, y significa igualmente piedrecita o roca.

Piedra

En griego “petra” pertenece a la declinación de los sustantivos terminados en –α, y esa declinación solo contiene sustantivos femeninos, así que la palabra “petra” (igual que el español “piedra”) es femenina en griego. Si le llamara a Simón “Petra”, el efecto sería exactamente el mismo que en español, le estaría dando un nombre femenino, o sea, un nombre de mujer, y además sería morfológicamente incorrecto. Por tanto Jesús masculiniza el nombre y lo convierte en “Petros”, pues en la declinación de los sustantivos terminados en  -ος sí se encuentran los nombres masculinos. Sería el equivalente a decir: “Antonio, te voy a llamar Paello porque te pasas el día comiendo paella”. Pero en griego es incluso más rígido, porque las terminaciones indican a qué declinación y género pertenece una palabra, así que no podemos usar la terminación que nos dé la gana ni siquiera en los nombres propios. De esta manera, usa para “roca” el nombre “petra”, lo masculiniza para usarlo como nombre para Simón, y aún así, la palabra “petros”, que también existía ya, sigue significando lo mismo que “petra”, o sea, “roca”. Además, en el griego del siglo I, si hubieran querido expresar la idea de “piedra del camino” como diferente a “sólida roca”, habrían utilizado la palabra “lithos”, no “petros”. Por lo tanto Jesús no está diciendo que Pedro sea un “guijarro”, sino que es una “roca”, y por eso es Pedro mismo la roca sobre la que va a construir su Iglesia. “Petros” y “petra” serían la misma cosa: Simón Bar-Jonah.

Parece que todo esto tiene mucho sentido ¿verdad? En realidad toda esta discusión sobre cuál sería la traducción correcta del original griego no tiene demasiada relevancia porque ocurre que Jesús no hablaba a sus discípulos en griego. Todos ellos hablaban en arameo, un idioma emparentado con el hebreo antiguo y aprendido por los judíos durante el destierro de Babilonia. El mismo evangelio de San Mateo, del que está sacado el famoso pasaje, es casi seguro que se escribió originalmente en arameo, así que la versión griega que nos ha llegado hasta hoy es, en realidad, una traducción antigua.

En arameo no existen dos palabras para piedra grande y pequeña, solo hay una: kephas. Lo que verdaderamente dijo Jesús a Pedro fue: “Tú eres Kephas, y sobre esta kephas construiré mi Iglesia”. Ahí se acaban todas las discusiones sobre si “petros” y “petra” significa una cosa o la otra. En la propia Biblia vemos que efectivamente es esta forma aramea, “Cefás”, la que Jesús usó para dar un nuevo nombre a Pedro, y en los evangelios vemos que a Pedro a veces se le llama “Cefás”. El mismo Pablo, incluso cuando escribe en griego, usa a menudo este nuevo nombre para referirse a él:

[

que se apareció a Cefás y después a los doce. (1 Corintios 15:5)

Pero por si no quedara suficientemente claro, tenemos el testimonio del mismísimo Juan, que también menciona este cambio de nombre. Juan sí que muy probablemente escribió en griego, así que nos menciona el nombre original usado por Jesús y luego nos lo traduce al griego diciendo:

Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefás», que traducido significa Pedro.
εἶ Σίμων ὁ υἱὸς Ἰωάννου, σὺ κληθήσῃ Κηφᾶς, ὃ ἑρμηνεύεται Πέτρος.
(su ei Simon o uios iona su klethese Kephas o ermeneuetai Petros)
(Juan 1:42)

Así que, si como el propio Juan dice, “Petros” es la traducción griega del nombre original arameo Cefás, entonces da igual las diferencias que existan en griego, aunque las hubiera, en arameo estaríamos hablando de la misma cosa, no de dos. La manera habitual de traducir al griego la palabra aramea “kephas” es “petra”, pero al ser aplicada al mismo Pedro, la propia morfología declinatoria del griego obliga a darle una desinencia masculina y por tanto pasa a declinarse como “Petros”, nominativo masculino singular. Así vemos que la diferencia entre “Petros” y “petra” en la traducción griega es simplemente una diferencia de género, no de significado.

Jesús predicando
Retórica oriental

Pero además, si seguimos analizando las tres frases que Jesús le dirigió a Pedro, vemos que en los tres casos está utilizando el mismo modelo retórico (algo muy típico del gusto oriental): primero le da una bendición y a continuación explica la causa de esa bendición, y así por tres veces. Veamos el esquema del discurso:

1- Bendito eres Pedro – porque lo que acabas de decir te lo ha revelado el Padre.
2- Tú eres “Roca” – porque sobre esta “roca” edificaré mi Iglesia.
3- Te hago el guardián de las llaves – porque lo que con ellas abras quedará abierto en el cielo y lo que con ellas cierres quedará cerrado en el cielo.

Si la segunda afirmación no es una bendición, o si la roca de la fundación no está directamente relacionada con Pedro, entonces esta estructura simétrica se rompería. No es que esto suponga una explicación definitiva, pero puesto que vimos ya que lo que Jesús dijo fue “Kephas”, entonces podemos estar seguros de que efectivamente, la simetría se mantiene en las tres estructuras y la roca sobre la que edifica es la explicación de por qué le cambia a Simón el nombre.

Jesús ordena a Pedro
¿Primus o Primus inter pares?

También parece claro que los honores que Jesús concede a Pedro son honores dedicados exclusivamente a él y no a todos los apóstoles en general, como dicen algunos protestantes y también los ortodoxos. Es cierto que el poder de atar y desatar se lo da a todos los apóstoles tal como vimos arriba en la otra cita de Mateo, y por eso todos los sacerdotes católicos y ortodoxos ejercen ese poder en los sacramentos. Pero solo Pedro es el destinatario de los tres honores, basta con ver la manera en que Mateo nos introduce las tres afirmaciones:

1- Y Jesús le dijo – Bendito tú, Simón
2- Y yo [Jesús] te digo – Tú eres Pedro y sobre esta piedra fundaré mi Iglesia
3- Yo te daré las llaves del Reino (yo a “ti”, no a “vosotros”)

Estas tres afirmaciones son exclusivas para Pedro. Los demás discípulos posteriormente recibirán también el don de poder atar y desatar, pero solo ese. No recibirán en cambio las llaves del Reino, y eso supone una gran diferencia porque el guardián de las llaves es un cargo real, una especie de Primer Ministro según como funcionaba la antigua monarquía de Israel, y sin embargo el poder de “atar y desatar” se podía delegar sobre cualquier persona comisionada para ello sin por ello recibir también el cargo de Primer Ministro. Todos los discípulos podrán atar y desatar, pero de entre todos ellos, solo Pedro es nombrado el cabeza, el líder de todos los demás. Además, esta función fue concedida a Pedro separadamente y mucho antes de que se le concediera a los demás apóstoles, lo cual indica también preeminencia. La función de “atar y desatar” no solo se aplicaba a los gobernantes seculares, también así se denominaba al poder de los líderes religiosos, los rabinos, así que esta potestad rabínica junto con las llaves del Reino convertirían a Pedro, según las metáforas de la época, en una especie de Sumo Sacerdote dentro de la nueva Iglesia de Cristo.

Los protestantes señalan que los acontecimientos que siguen a este supuesto nombramiento no dicen mucho a favor de Pedro (el “vade retro”, sus miedos, sus negaciones, etc.), pero en realidad Jesús está aquí anunciando, no dando cumplimiento. La primera bendición es presente (bendito tú), pero las otras dos son futuras (fundaré, te daré). Esa fundación, y con ella el liderazgo de Pedro, ocurrirán en el momento de Pentecostés, cuando reciban el Espíritu Santo, y a partir de ese mismo instante sí vemos a Pedro actuando como líder de esa Iglesia que acaba de nacer con los apóstoles. Y lo primero que hace esa Iglesia es dejar atrás sus miedos, salir a la calle y predicar la buena nueva a la multitud, ¿y quién lidera esta predicación? Veamos lo que nos cuenta la Biblia:

[

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos?  ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios». Unos a otros se decían con asombro: «¿Qué significa esto?».  Algunos, burlándose, comentaban: «Han tomado demasiado vino».  Entonces, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: «Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido… (Hechos 2:1-14)

Justo en el momento que la Iglesia de Jesús empieza a actuar vemos al instante a Pedro liderando esa actuación, y así le veremos a partir de ahora en otras escenas, incluido el famoso Concilio de Jerusalén. Como se celebra en Jerusalén, el oficiante será el obispo de la ciudad, Santiago, pero incluso allí vemos que quien lidera el concilio no es Santiago ni ningún otro sino de nuevo Pedro:

[

Los Apóstoles y los presbíteros se reunieron para deliberar sobre este asunto. Al cabo de una prolongada discusión, Pedro se levantó y dijo: «Hermanos, ustedes saben que Dios, desde los primeros días, me eligió entre todos ustedes para anunciar a los paganos la Palabra del Evangelio […] (Hechos 15:6-7)

Cuando luego Santiago, en su función de oficiante, proclame el veredicto del concilio, no puede por menos que mencionar de nuevo a Pedro (Simón) con estas palabras:

[

Cuando dejaron de hablar, Santiago tomó la palabra, diciendo: «Hermano, les ruego que me escuchen: Simón les ha expuesto cómo Dios dispuso desde el principio elegir entre las naciones paganas, un Pueblo consagrado a su Nombre. Con esto concuerdan las palabras de los profetas que dicen: […] (Hechos 15:13-15)

Aunque el concilio no se reúne para escuchar las órdenes de Pedro sino para debatir, vemos que es Pedro el que lidera la reunión y también el que es considerado líder incluso por el obispo anfitrión, que al proclamar el veredicto alude a que esa idea es la que Pedro ha expuesto en su discurso (por cierto, el único del concilio que recoge el libro de Hechos). Del mismo modo, en los concilios modernos, como Vaticano II, no se reúnen los obispos para escuchar la opinión del papa sino para debatir y decidir entre todos, aunque el papa lidere y dirija los debates.

El Pastor

Los evangelistas, cuando hacen listado de los apóstoles, siempre citan a Pedro el primero, aunque no fue el primero en ser llamado, lo que sugiere que lo consideran el principal. Pero además, no es en la entrega de llaves el único pasaje donde Jesús expresamente dota a Pedro de liderazgo sobre los demás, también lo podemos ver en este pasaje ocurrido después de la Resurrección:

[

Después de haber comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?
Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo.
Él le dijo: Apacienta mis corderos.
Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro le respondió: Sí Señor, tú sabes que te amo.
Le dijo: Pastorea mis ovejas.
Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás. ¿Me amas?
Pedro se entristeció de que le dijese por tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo.
Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas
(Juan 21:15-17)
Jesús el Buen Pastor

En el lenguaje bíblico “apacentar las ovejas” es una metáfora de “gobernar la comunidad de fieles”. El propio Jesús se presentó con esta misma metáfora como “el buen pastor que apacienta a sus ovejas”. Esta escena muestra que ahora que el Buen Pastor va a subir a los cielos deja a Pedro como pastor de su rebaño. Si antes le prometió que le entregaría las llaves, ahora le está entregando su cayado, diferentes símbolos, el mismo significado. Además, el hecho de que le pregunte 3 veces lo mismo y a continuación le pida 3 veces lo mismo no solo nos recuerda a las 3 afirmaciones anteriormente analizadas, sino que son la manera que tiene Jesús de contrarrestar las 3 negaciones que le hizo Pedro durante la Pasión. Si Pedro le negó tres veces, ahora le da la oportunidad de que otras tres veces declare su adhesión; es la forma que tiene Jesús de decirle que le ha perdonado por su debilidad y que le considera perfectamente capacitado para hacerse cargo de su rebaño. Una vez más, no está encargando su rebaño a los apóstoles en general, sino específicamente a Pedro, que será el responsable último de todas las ovejas de Jesús y por tanto en posición superior a la de todos los demás pastores. Ni en el caso de Pedro ni en el de los papas “posición superior” debe entenderse como poder sin más, sino como responsabilidad superior, cualquier otro poder que no sea el de mantener la doctrina y dirigir el buen funcionamiento de la Iglesia no podrá considerarse como parte de ese “poder” entregado por Jesús a Pedro sino como otra cosa.

También vemos en otro pasaje cómo Jesús piensa en Simón-Pedro como la pieza clave de su comunidad de apóstoles, el elemento principal.

[

Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas. Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí, y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos. (Lucas 22:28-32)

Esta declaración de Jesús por sí sola ya bastaría para considerar a Pedro principal entre los apóstoles.

Conclusión
Pedro con las llaves

En realidad la evidencia bíblica a favor de la interpretación católica es apabullante, tanto si nos centramos en el pasaje específico como si lo contextualizamos en la historia bíblica en general. Entonces ¿por qué los protestantes siguen negando que Pedro sea la roca sobre la que Jesús funda su Iglesia? La respuesta es obvia: eso daría más credibilidad al argumento de que los papas son los líderes de la verdadera Iglesia de Jesús. Por tanto, puesto que los papas se consideran sucesores de Pedro, es muy importante despojar a Pedro de cualquier papel principal, así al desprestigiar el papel de Pedro se desprestigia automáticamente cualquier aspiración papal a liderar la verdadera Iglesia. Quita el primado de Pedro y quitarás de un plumazo el principal argumento de la Iglesia católica para considerarse la verdadera.

Pero a pesar de esto a los protestantes les queda otro cartucho: aunque se demuestre que Pedro fue nombrado líder de la Iglesia apostólica, siempre podría seguir discutiéndose sobre si ese liderazgo fue o no heredado. Por esa razón las cosas han empezado a cambiar en las últimas décadas. Ante todas las evidencias mencionadas se puede afirmar que en los últimos años la mayoría de los eruditos y exegetas protestantes reconocen que, efectivamente, Pedro es la roca sobre la que Jesús fundó su Iglesia. Otra cosa es que esta idea cale entre los fieles de base, que mayoritariamente siguen trasmitiendo la antigua idea de que tal cosa es absurda y antibíblica. Citaré las palabras de un estudioso bíblico protestante (baptista), D.A. Carson, que hizo un comentario sobre el pasaje de Mateo:

Si no fuera por la reacción protestante contra los excesos de la interpretación católica romana [que basa el papado en dicha escena], sería improbable que muchos hubieran asumido que la palabra “piedra” se refiera a cualquier cosa que no sea Pedro.

“Si no fuera por la reacción protestante contra los excesos de la interpretación católica romana [que basa el papado en dicha escena], sería improbable que muchos hubieran asumido que la palabra “piedra” se refiera a cualquier cosa que no sea Pedro.”

Tras aceptar como verdadera esta posición que hasta hace poco era exclusivamente católica, Carson lógicamente añade “El texto [Mateo 16:18] no dice nada sobre la sucesión.”

Y en efecto, una vez demostrado que Jesús fundó su Iglesia sobre la roca de Pedro, nos quedaría aún probar que ese cargo estaba diseñado para ser hereditario, de lo contrario los papas no tendrían ninguna legitimidad y no podrían considerarse líderes de la verdadera Iglesia de Jesús. Por tanto ese será el tema de nuestro próximo artículo:

¿Es el primado de Pedro hereditario?

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Fin

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25 respuestas a “El Primado de Pedro”

  1. Avatar de Gustavo
    Gustavo

    Hola Christian
    Este pasaje sobre historia de la Iglesia del autor Jesús Sariego de mercaba.com me dejo unas dudas: a mi entender por poco el autor hace entender que el primado de Pedro fue instalado mucho después…Es su solo punto de vista? Creo que le falta muchos datos como por ejemplo la carta de Clemente Romano, de Ignacio de Antioquia…Donde deja claro la preminencia de la Iglesia de Roma.
    Este es el pasaje
    ) El Primado de la Iglesia y Obispo de Roma sobre el resto de la Iglesia surge en el siglo III basándose dos afirmaciones : el primer Obispo de Roma era Pedro y Jesús le había confiado la autoridad a él (Mt 16,18 .Jn 21,15). En realidad ambas afirmaciones surgieron «a posteriori» y no son contundentes: ni es probado que Pedro haya realizado un papel jerárquico en Roma ni el texto de Mateo no es del propio Jesús. La idea de un Obispo único es muy posterior a la fecha del martirio de Pedro. En realidad, sólo hasta el 254 Esteban I, Obispo de Roma intenta imponer su opinión sobre el tema del bautismo de los herejes presentándose como sucesor de Pedro aduciendo el texto de Mat 16,18. Más tarde el Papa Dámaso I (366-384) incrementaría la importancia del rango de su sede episcopal. Frente a esto, para las iglesias de Oriente, Roma seguía siendo un Patriarcado más al que se apelaba en casos conflictivos, buscando un mediador. Sólo en el siglo V con las primeras invasiones y la ausencia de un Emperador en Occidente, el Obispo de Roma León I asumió papeles a la vez políticos y religiosos y consolidó la imagen de Papa que Oriente no reconoció.

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    1. Avatar de Christian M. Valparaíso

      Pues tienes razón, la manera de explicarlo es demasiado ambigua. Es cierto que el papel político del papa llegó mucho después, y afortunadamente desapareció ya, pero ese papel de monarca de los estados de la Iglesia no es consustancial al papado, fue más bien una anomalía producida por motivos históricos y que no nos hizo ningún favor. Por otra parte la figura del papa, tal como hoy la entendemos, sí fue algo que fue surgiendo y evolucionando a lo largo de los primeros siglos, pero una cosa está clara, incluso para los ortodoxos: la Iglesia de Roma (y por tanto su obispo) era la principal de todas, por eso en la época de los patriarcados cada patriarcado tenía cierta autonomía de funcionamiento pero por encima de todos estaba Roma, que no ejercía su primacía de modo despóstico, pero sí era el árbitro imprescindible de cualquier conflicto y tenía el derecho y el deber de intervenir a propia iniciativa también para asegurarse de que la doctrina permanecía intacta, de manera que cuando el obispo de Roma recriminaba a un obispo (o incluso patriarca) de otro patriarcado, la respuesta no era «métete en tus asuntos que aquí manda Alejandría, etc.), sino que consideraban la intervención totalmente legítima y normalmente se hacía caso (y si no era un acto de rebeldía, que de eso la historia siempre está llena). Como bien dices, un buen ejemplo de ello, y de fecha tan temprana como es el mismo siglo primero ya, es la carta de Clemente a los corintios, donde el papa interviene con total legitimidad en asuntos internos de otro patriarcado, y los corintios no sólo aceptaron esa intervención, sino que la consideraron tan necesaria y acertada que en muchas iglesias de oriente se veneró esa carta como parte de la Palabra de Dios. Otra cosa diferente es que, una vez se separa la iglesia ortodoxa de la católica, el obispo de Roma queda como único «patriarca» de la Iglesia católica y por tanto ya sí tenemos un papel del papa de total control sobre su Iglesia, pues el resto de patriarcados quedaron todos del lado ortodoxo y por tanto el obispo de Roma quedó ya, no como el patriarca con primacía, sino como el patriarca único y absoluto, por no haber ninguno más. Pero esa afirmación de que «Roma seguía siendo un patriarcado más» no es en absoluto correcta, de hecho hoy en día, que la Iglesia Ortodoxa funciona totalmente independiente y buena parte de sus dirigentes mantienen cierta hostilidad hacia Roma, sigue no obstante reconociendo que Roma debería tener un primado moral sobre los demás patriarcados, es decir, que según ellos Roma no puede tener siempre la última palabra, pero sí que están dispuestos a admitir que la opinión del papa tenga mayor peso moral que el resto. Y esto lo admiten muy a su pesar precisamente porque consideran que no tienen más remedio que ser fieles a la Tradición de los primeros siglos. Por supuesto ellos no van más allá de un liderazgo moral, de una marca de referencia, pues si llegaran a admitir que el papa no sólo tiene más peso sino que tiene la última palabra, eso equivaldría a declararse católicos romanos. Hay gente que es más papista que el papa, y creo que el autor de ese artículo, por lo que aquí me muestras, se esfuerza por se, digamos muy entrecomillas, más antipapista que los antipapistas. Pero las evidencias son las que son.

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