Cabecera Apologia 2.1

CARTA Nº 9: La Intolerancia del ateísmo

El ateísmo lucha por expulsar al cristianismo de la vida pública y desterrarlo al ámbito privado. Defiende que eso es lo justo y lo democrático, pero sus argumentos tienen trampa y disfrazan de justicia lo que sólo es prepotencia e intolerancia.

CARTA DE GUSTAVO

Que tal Christian

Estos días salió en la noticia que en una provincia de Argentina se ha quitado símbolos religiosos en instituciones educativas y hospitales públicos. Por ello estuvimos debatiendo con algunos.

Primera cosa que me molesta es que muy pocos católicos salen a defender su fe, la mayoría son ateos que salen a festejar y a comentar. Me di cuenta que tan necesario es hacer apología estos días que en es tan atacada nuestra fe. Me surgieron unas dudas del debate y me gustaría que me ayudes a aclarar:

Es correcto decir que La ausencia de símbolos religiosos es símbolo del ateísmo? Por tanto, la retirada de símbolos religiosos viola igualmente el concepto de estado laico. El estado podrá ser laico; pero la nación no lo es. Además, la nación es mayoritariamente cristiana.

Segundo, es cierto que existen buenas personas ateas, en ese caso, qué nos hace diferentesde ellos? Podríamos decir mi fe, pero también vemos muy malos Cristianos.

Tercero, que en las guerras de religiones se mató en nombre de Dios, pero el ateísmo nunca mató en nombre del ateísmo, aunque los gobiernos totalitarios ateos produjeron también muertes y bastantes.

Gustavo



Hola Gustavo

Iré respondiendo por apartados a cada una de las cuestiones que tú planteas, siempre dentro del contexto mencionado, aquellas sociedades occidentales donde el ateísmo tiene en todo o en parte el poder, y especialmente en Europa, aunque servirá igualmente para la Argentina de hoy y, sobre todo, para la del mañana.

Y antes de empezar quiero enfatizar mucho que aquí critico al ateísmo como fuerza política, no deseo criticar a las personas ateas individualmente, pues en cuanto a personas hay de todo. Igualmente cuando hablo de los gays lo hago simplemente usando a este colectivo como ejemplo de contraste porque mejor que ningún otro colectivo representan el trato contrario al que los cristianos como colectivo recibimos. A ellos se les ayuda a salir del armario (closet), a nosotros se nos empuja para que nos metamos dentro.

Por qué muy pocos católicos salen a defender su fe

Efectivamente, es una auténtica lástima y un síntoma de que en buena parte de Occidente los cristianos en general, no sólo católicos, hemos caído en el desánimo y la resignación, como si perder terreno e influencia en nuestras sociedades fuera inevitable y nada pudiera hacerse al respecto. Esta actitud derrotista es la que está permitiendo al ateísmo seguir ganando terreno en países que a menudo tienen mayoría de creyentes, pero con envalentonadas minorías ateas activas que extienden su influencia sin encontrar casi obstáculos. Es como si los creyentes se avergonzaran de sus creencias y se ocultaran, y no protestaran siquiera por miedo a que les señalen con el dedo, y también en muchos sitios porque por experiencia saben que si se hacen notar nadie, ni siquiera los suyos, saldrá a defenderles. De este modo vamos perdiendo visibilidad, influencia y presencia incluso cuando somos mayoría, mientras que ellos avanzan y aumentan su influencia social.

No hay peor cosa que una actitud derrotista que acepta como inevitable la derrota incluso antes de que se produzca y observa impasible cómo ésta se produce sin reaccionar, incluso sabiendo que cada victoria de ellos es sólo un paso más en sus objetivos. Necesitamos despertar y salir a defender nuestros derechos igual que otros colectivos lo están haciendo con gran éxito (mujeres, gays, etc.). Los colectivos que ganan son los que se visibilizan y luchan por sus derechos, los que pierden son los que se dejan pisotear sin hacer nada, y encima se esconden e invisibilizan, de modo que acabamos dando la sensación de que somos bichos raros incluso en sociedades donde somos la gran mayoría. La fuerza no está en el número sino en el ímpetu, en los deseos de “empujar”. Los cristianos del siglo primero eran una minoría pequeña rodeados de un mundo muy hostil, perseguidos, despreciados, y sin embargo se extendieron, triunfaron y transformaron sus sociedades. Necesitamos que en los cristianos se produzca un despertar, un “basta ya”, un reconocimiento de nuestra propia dignidad sin complejos y convencidos del gran valor de lo que tenemos y ofrecemos, pero también de que somos tan dignos como el que más. Necesitamos también líderes que catalicen ese potencial y activen las energías dormidas, que ilusionen y empujen, porque al final casi siempre son unos pocos los que mueven a los muchos, o al menos los que prenden la llama que luego los muchos (o pocos) recogen y extienden. Todos tenemos en ello una responsabilidad, y nuestros dirigentes religiosos aún más.

Y no quiero con esto dar la idea de confrontación o violencia, por supuesto que no. No digo que hay que ir contra los otros, digo que tenemos que defender lo nuestro y no dejarnos pisotear, ni a nuestros derechos, ni a nuestras creencias, que como mínimo son tan dignas de respeto como las de ellos. Convivir sí, dejarnos aplastar nunca, comprar su propaganda… ¿¡eh!?

¿Es correcto decir que la ausencia de símbolos religiosos es símbolo de ateísmo?

Sí es correcto, aunque no tan obvio. Su creencia es que lo transcendente no existe, así que su empeño en eliminar todo símbolo de trascendencia se corresponde con esa ideología de negación de lo trascendente. O si lo prefieres podemos plantearlo de otra forma: la presencia pública de símbolos cristianos agrada a los cristianos y nos ofrece apoyo, pues nos visibiliza y recuerda lo trascendente; la ausencia de símbolos religiosos agrada a los ateos y refuerza sus ideas, pues elimina todo trazo de lo trascendente y facilita el que la gente se olvide de ello (ojos que no ven…). Es más fácil convencer a la gente de que Dios no existe cuando no hay en el entorno nada que se lo recuerde, así que eliminar los símbolos y manifestaciones religiosas facilita su fuerte proselitismo al mismo tiempo que estigmatiza el fenómeno religioso como algo malo, conflictivo, perjudicial para la sociedad, por lo que tiene que ser desterrado. Aceptar que tenemos que retirar las cruces del espacio público es aceptar que las cruces son algo ofensivo, malo para la convivencia. Por lo tanto esa ausencia no significa «ni para ti ni para mí», sino «yo gano, tú pierdes». Para empeorar las cosas, no es lo mismo «no pongas nada» que «te quito lo que hay puesto», y peor en el caso claro de Argentina, cuando quien te obliga a quitarlo es una minoría a quien el Estado permite forzar su visión de las cosas sobre la clara mayoría.

Por supuesto, dicen ellos, el Estado y los actores públicos no deberían tomar partido por ninguna religión para no optar por unos sí y otros no, de modo que su lugar sería ese espacio neutro donde no opta por ninguna creencia, y como mucho permitiría que los ciudadanos a nivel particular optasen por la opción que quisieran pero preferiblemente en privado y poniendo la educación y los medios de comunicación al servicio de un ateísmo que es bueno para todos porque trae a la paz (ya se irán muriendo los creyentes de viejos). Es como si parte de la población apoya al Real Madrid y parte al Barça. El Estado no debería apoyar ni a uno ni a otro equipo y debería permanecer neutro, sin meterse en nada de fútbol ni permitir que oficialmente o en sitios públicos se muestre apoyo a uno u otro equipo en ningún modo.

Pero esa lógica, tan asumida por mucha gente, incluso creyentes, es una falsedad y una trampa. Es posible que ellos mismos lo crean así, que el ateísmo es la posición neutra, pero nada más lejos de la realidad.

Creer en Dios no es como apoyar al Real Madrid. Ser cristiano, musulmán, budista o ateo es asumir una visión muy particular del mundo, del universo, del significado del cosmos y del sentido de la vida; es absurdo afirmar que un cristiano o un budista tienen una visión del mundo pero un ateo no tiene ninguna visión del mundo. Todas ellas son opciones y cada una de ellas, también el ateísmo, guían nuestra idea del mundo y nuestras decisiones en la vida y buscan un modelo de sociedad. Nacer ateo u optar por el ateísmo no supone no tener ninguna idea sobre el cosmos o sobre el significado de la vida (que sería lo que significa en esto ser neutral), sino optar por una idea del cosmos y de la vida diferente a los demás. Si comparamos la religión con una ideología política, el ateo no sería apolítico, sino militante de un partido radical cuyo objetivo no es tanto convencer sino imponer a todos su ideología; no representarían la ausencia de ideología, sino una ideología diferente que en vez de basarse en Dios se basa en… ¿en qué realmente? pues en teoría en el ser humano, en ideales filantrópicos (como si el amor al prójimo fuera un concepto inventado por ellos)…

Pero una vez cortado el cordón umbilical que los une a Dios como origen y destino, parecen vagar por la historia sin un rumbo establecido, y así en unas pocas generaciones de ateísmo social estamos viendo, no sin estupor, cómo las sociedades occidentales parecen estar pasando de un antropocentrismo humanista, donde el hombre es la medida de todo, a un animalismo donde el hombre empezó siendo una especie más del planeta Tierra (una Gaia que en ocasiones adquiere atributos deístas) para acabar dirigiéndose hacia un animalismo misantrópico en donde el hombre es presentado, cito literalmente, como “el virus de la biosfera”, el error de la evolución que hay que parar antes de que termine por exterminar a todas las especies. Sería una evolución filosófica del siguiente tipo ¿Cuál es el centro de la existencia según la sociedad de ayer, de hoy y de mañana? (un mañana que ya está asomando):

Dios > el hombre > el animal

En paralelo a estos conceptos ¿cuál es la valía y la naturaleza del hombre?

Hijos del Dios del universo > reyes del mundo > cáncer del planeta

De ser hijos de Dios, nada menos, hemos pasado a ser dioses de barro y muchos signos apuntan ya a que acabaremos siendo la basura de un planeta que, dicen, sería mucho más perfecto y feliz si pudiera librarse de la raza humana. El siguiente paso qué será ¿el autoexterminio? Ya los hay en contra de tener hijos para lograr precisamente eso.

Cuando rompes amarras con la Verdad objetiva y todo se sume en el relativismo, nunca sabes a dónde se puede llegar, pero una sociedad que aplaude a Carl Sagan por haber convencido a la humanidad de que nuestro planeta no es el centro del universo (ni físicamente ni por importancia) sino sólo “un pálido punto azul” totalmente insignificante, no parece estar pensando precisamente en enaltecer al ser humano. Cuando un reputado científico te explica que en la evolución cada animal es perfecto para su entorno y por tanto es absurdo creernos mejores que las cucarachas, en vez de aplaudir habría que preguntarle ¿acaso la consciencia no representa la cumbre de la evolución? ¿La inteligencia no nos hace superiores a las lombrices de tierra? Al parecer, según ese reputado científico, la respuesta es no. Tal vez con una mentalidad atea ese planteamiento tenga sentido; a mí me suena ridículo y alarmante. Y luego si un científico dijera en esa misma tele que Dios creó al hombre dirían ellos que tal cosa es absurda y ofensiva. Pero decir que tu madre y una cucaracha tienen el mismo valor e importancia al parecer no es ofensivo, es pura ciencia. Ya ves lo que nos viene ahora que nos hemos liberado al fin de la superstición y la ignorancia.

Y cada vez se extiende más la idea de que no somos grandes por ser hijos de Dios (teocentrismo) ni por ser los reyes de la creación (antropocentrismo), sino que somos despreciables por ser el cáncer del planeta (animalismo); idea muy aplaudida en muchos libros, documentales y medios de comunicación en general, y muy bien reflejada en el discurso de Morpheo en la película Matrix: «Los seres humanos son una enfermedad, el cáncer de este planeta. Sois una plaga», y a defender esa idea se volcó la prestigiosa revista Science en su número de julio (si no me equivoco) de 2014, por poner un ejemplo.

La ideología animalista no sólo rebaja al hombre al mero grado de animal, sino que por ser un animal destructivo vale menos que ellos. Eso posibilita barbaridades como por ejemplo que los colectivos animalistas españoles no sólo ataquen a los toreros por matar toros, sino que deseen o incluso pidan la muerte del torero por asesino (¿asesino? ¿eh?), o incluso se alegren públicamente del niño amante del toreo que se estaba muriendo de cáncer. Al morir algunos de ellos corearon “se lo merece”; ¿en serio? ¿por qué le gustaban los toros se merecía ese niño la muerte? A lo mejor también merecía morir su maestra, que no le gustaban los toros pero le gustaba mucho el niño ese horrible al que le gustaban los toros. Así que la cosmología occidental podría completar pronto su evolución desde la Edad Media hasta hoy según el siguiente esquema:

Teocentrismo > antropocentrismo > animalismo

Quienes piensan que “liberado de Dios” el hombre será ensalzado, que se lo piense mejor, porque resulta que Dios es la única garantía de que nuestra dignidad y valía estén a salvo. Por tanto está claro que creer o no creer en Dios condiciona totalmente la visión que uno puede tener de la existencia, del ser humano y de la propia vida. No creer no crea un espacio neutro, crea un espacio distinto, y a la vista de por dónde se mueven las cosas, a largo plazo no parece muy prometedor si seguimos sin reaccionar.

El conflicto de los símbolos religiosos es planteado por los ateos como la búsqueda de un espacio neutral donde todos se sientan cómodos, católicos y ateos (y otras religiones si hay), intentando convencernos de que también nosotros deberíamos sentirnos cómodos en un entorno libre de religión. Pero los cristianos no nos sentimos cómodos en una sociedad donde siendo nosotros mayoría, nuestros símbolos no sólo han sido retirados sino que son rechazados e incluso atacados y vilipendiados (libertad de expresión lo llaman, pero tócales a ellos los símbolos, ya verás). Los únicos que se sienten cómodos en un entorno libre de símbolos religiosos son los ateos (aunque ya crean ellos otros símbolos, mitos y creencias a su gusto), y por mucho que ellos nos quieran vender el tema como que quitar las cruces de todas partes es la manera de que ellos y nosotros estemos igual de cómodos, lo cierto es que no, que quitar las cruces les hace sentir cómodos a ellos, sólo a ellos, a mí me ofende (aunque ofender a un cristiano ¿a quién le importa?).

Cuando la religión desaparece de la vida pública el entorno resultante no será neutro, sino ateo. El entorno nos influye grandemente (y ellos lo saben). Un niño que se cría viendo cómo la religión sólo existe encerrada en su casa pero no existe fuera de ella, se verá condicionado en mayor o menor grado a pensar que es algo casi vergonzoso que se debe ocultar, algo ofensivo que se tiene que callar, algo malo que no se puede airear, y en todo caso algo privado que no debe tener ninguna influencia en la sociedad. En definitiva, quitar la religión (y sus símbolos) de la vida pública no sólo es un acto que debilita al cristianismo, sino que favorece grandemente al ateísmo. No es otra cosa que eliminar la presencia cristiana para imponer una atmósfera atea.

Se dice que una democracia es el gobierno de la mayoría, pero respetando a las minorías. Si los cristianos somos la mayoría social, el Estado democrático debería defender principalmente nuestros intereses, aunque respetando y protegiendo al resto. Y si los cristianos somos una minoría, el Estado debe protegernos, no atacarnos ni despreciarnos ni ofendernos. Pero lo que vemos es que este principio de gobernar para la mayoría respetando a las minorías se reclama para todos menos para los cristianos. Si los cristianos somos mayoría ¿por qué quieren obligarnos a abandonar el espacio público? ¿no somos acaso nosotros (no los políticos) la nación para la que se gobierna? ¿no son nuestros intereses (y no los suyos) los que tienen la obligación de defender y servir? Y si los cristianos somos considerados una minoría ¿por qué se nos puede ofender impunemente mientras se protege de la ofensa a otras minorías por el hecho de serlo?

Oímos que hay que quitar la cruz de las escuelas (ahora en Argentina, en España ya se hizo hace tiempo) para, por ejemplo, no ofender a los musulmanes; y también que ofender públicamente a los católicos en la tele o en el teatro está muy bien, que eso es libertad de expresión, pero si ofendes mínimamente a musulmanes o gays, eso no se puede consentir, es delito de odio y está castigado por la ley porque hay que proteger a las minorías, no a las mayorías. Y sin embargo esos mismos argumentan que el catolicismo tiene que abandonar la vida pública (lo que incluye casi todo menos tu casa) porque la sociedad no es católica sino laica. ¿En qué quedamos, que somos la mayoría o la minoría? Da igual, el caso es ir contra nosotros.

Si un artista en España organizara una exposición cuya temática ofendiera profundamente al colectivo gay (lo cual hoy aquí es impensable) le obligarían contundentemente a cerrarla y, al margen de problemas legales por ofensas y delitos de odio, sufriría la más enérgica condena de políticos y medios de comunicación, mientras que las redes sociales arderían contra él. Y sin embargo el gobierno de Extremadura, con el dinero de todos, organizó una exposición pornográfica con las figuras de Jesús y María, y los católicos, conmocionados, callaron, mientras que ante la mínima protesta el gobierno defendió la exposición por ser un acto de libertad de expresión y como tal algo que “fortalece a nuestra democracia”. Al parecer una democracia se hace fecunda cuando mimamos a los gays y machacamos a los cristianos, como si la verdadera democracia fuera el gobierno de ciertas minorías con el desprecio a ciertas mayorías. Unos partidos lo promueven y otros lo consienten, pero nadie nos defiende.

Si de verdad fuesen tan tolerantes y democráticos y tan “neutros” como presumen de ser, la mejor solución es siempre intentar no ofender a nadie, y si eso no es posible, intentar ofender a los menos posibles. En un colegio con 500 católicos y 50 ateos la cruz podría ofender a los ateos, pero quitar la cruz ciertamente ofende a los católicos. De este modo si en un colegio público la mayoría de la gente quiere tener cruces, debería dejarse (o ponerse) una cruz, pero si la mayoría no quiere cruz, lógicamente debería quitarse, y si la mayoría son musulmanes y quieren poner una media luna o un Corán dentro de un nicho, pues deberían poder hacerlo. Pero no, ellos no quieren minimizar la ofensa, a ellos no les importa ofender a todos con tal de imponer lo que ellos quieren. Yo mismo he sido testigo de cómo un colegio público por unanimidad de los padres pidió que no se quitasen las cruces de las aulas, pero las autoridades enviaron la policía a retirarlas (la directora se negaba) porque una sola madre atea se sentía ofendida por la cruz ¿No es eso el colmo del absurdo (o de la intolerancia)? Al menos sí lo es si queremos presumir de democracia, tolerancia y armonía.

Los mismos que critican que antes la Iglesia imponía en las aulas su ideología, obligan ahora a los colegios a difundir cosas como la ideología de género, quieran o no sus padres, pues al parecer su ideología, al ser “neutra”, es justa, objetiva y no puede ofender a nadie, pero la nuestra sí ¿Qué sabrán los padres de lo que conviene a sus hijos? Para eso está el Estado, que sí lo sabe (siempre que el Estado sea ateo y actúe en consecuencia). El cristianismo en las aulas, cuando la inmensa mayoría de la población era cristiana, al parecer estaba muy mal, pero la ideología de género (etc) en nuestras aulas es cosa justa y necesaria a pesar de que la mayoría de los padres se opongan, y eso se llama tolerancia, lo otro no. Si un profesor comenta cualquier cosa que dé a entender que Dios existe se considera adoctrinamiento inadmisible y grave ofensa, pero estamos hartos de aguantar desde hace años a miles de profesores que en las aulas se mofan de nuestra fe, de la Iglesia y promueven el ateísmo y no conozco a ninguno que haya sido sancionado (o criticado) por ello, simplemente se aplaude o se tolera con resignación. Pero los intolerantes, los que ofendemos, somos nosotros, ellos no porque su punto de vista al parecer “es neutro”.

Todo eso no es otra cosa que imponer la ideología de quien ostenta el poder, o a veces imponer la ideología de otros que no tienen el poder pero dan miedo porque cuando no les das gusto atacan, aunque sólo sea con el dedo acusador, lo que basta para que el cobarde tiemble y acepte. Y ahora parece que hay mucho cobarde.

Otro punto diferente es la confusión que hay hoy en día entre “Estado aconfesional” y “Estado laico”. Hay pocos estados laicos, la mayoría en Occidente se declara aconfesional, lo que significa que el Estado no puede optar oficialmente por una religión concreta y menos aún prohibir las demás, sino que permanece neutral y da libertad religiosa. Pero como en todas las cosas en una democracia, que el estado sea neutral no significa que se desentienda o suprima todo elemento religioso, pues una democracia representa a una nación, y sus autoridades tienen la obligación de gobernar para esa nación, apoyándola y no pisoteándola. De ese modo, tal como por ejemplo se recoge en la Constitución de España (estado aconfesional y no laico), el Estado no es oficialmente católico y deja libertad de culto, pero tiene la obligación (así se refleja en su constitución) de apoyar especialmente a la religión mayoritaria por el simple hecho de que de ese modo está apoyando la voluntad de la mayoría de la sociedad, lo que en nuestro caso significa apoyar a la Iglesia Católica por ser la mayoritaria. Y sin embargo, aunque esté expreso en la constitución, en nuestros debates políticos se habla constantemente de que España es un Estado laico (es decir, oficialmente ateo en la práctica) y por tanto hay que suprimir no sólo del Estado sino a ser posible de la vida pública en general todo símbolo religioso o apoyo de cualquier tipo a la religión. O casos como Inglaterra o Dinamarca, que oficialmente son estados confesionales cristianos, pero en lugar de defender al cristianismo se esfuerzan también por eliminarlo.

Lo sorprendente es que raramente escuchas (o más bien nunca) a ningún político explicar que argumentos como los comentados antes no sólo son absurdos sino también inconstitucionales. Y lo peor es que ni siquiera escuchas a la jerárquica de la Iglesia (nuestros legítimos representantes) levantar su voz y denunciarlo, no sea que alguien se pueda molestar. Recuerdo entrar en un edificio de Cáritas y sorprenderme por no encontrar en ningún sitio ningún símbolo religioso. La explicación que me dieron es que buena parte de la gente a la que atendían eran musulmanes y también había ateos y no querían que se sintieran ofendidos. ¿Dónde está el espíritu y el deber misionero de la Iglesia? Si les parecía una barbaridad aprovechar la ayuda para proclamar su fe, como mínimo deberían dejarles bien claro que quienes les estaban ayudando es la Iglesia Católica (algo que por cierto algunos de los inmigrantes que allí iban ignoraban). Cuando un católico considera que sus símbolos son ofensivos, es que algo está muy mal en sus creencias… y que ha asumido al fin las tesis ateas.

¿Los ateos pueden ser buenas personas?

Por supuesto, igual que pensamos que los cristianos podemos ser malas personas. De todo hay tanto entre ateos como entre creyentes.

Para empezar, recuerda que la Iglesia afirma que hay una moral natural, una inclinación del hombre a hacer el bien, una conciencia del bien y del mal, así que incluso sin religión el hombre nace con una moral. Por lo tanto los ateos no caminan a ciegas, pueden distinguir el bien del mal.

Más aún, en nuestras sociedades cristianas la mayoría de los ateos han sido educados como cristianos, de modo que sus esquemas mentales fueron forjados en el cristianismo aunque luego hayan abandonado su fe. O si no, casi seguro fueron educados por ateos que recibieron una educación cristiana, con lo cual también les transmitieron unos valores y una moral impregnada de cristianismo, aunque sin Dios. O si durante varias generaciones todos sus ancestros hubieran sido ateos (cosa altamente improbable), serían ateos criados en una sociedad impregnada de valores cristianos, así que sea como sea han recibido directa, indirectamente o por el ambiente, una formación moral basada en la religión. Aún rechazando a Dios, un ateo “decente” difícilmente va a rechazar la idea de que amar al prójimo y hacerle bien no sea mejor que odiarle y dañarle. Podemos decir que los ateos occidentales son “ateos cristianos”. Si a esto le sumamos lo antes comentado sobre la moral natural, entenderemos que un ateo tiene sobrada ocasión de convertirse en buena persona si su voluntad y sus circunstancias así lo quieren.

Pero entonces ¿cuál es la diferencia? Pues yo la resumiría en dos puntos fundamentales:

Punto uno

La conciencia, la moral natural, se puede pervertir sin excesiva dificultad. Nacemos con un concepto del bien y del mal, pero la sociedad puede pervertir ese concepto y torcerlo hasta deformarlo o incluso transformarlo en su opuesto. Para entenderlo mejor te pondré un claro ejemplo. Tal vez el instinto natural más fuerte, después de los relacionados con la supervivencia, sea el del deseo sexual. La mayoría de los hombres nacen con un instinto que les empuja a desear a las mujeres (o al menos a una) y viceversa. Y sin embargo la sociedad puede torcer ese instinto. La prueba la tenemos en la sociedad espartana, donde la gran mayoría de la población tenía comportamientos homosexuales (o al menos bisexuales) como algo normal (y luego dicen ahora que eso se nace, no se hace, ¿será que los espartanos tenían todos un cromosoma gay?). Más aún, el instinto de supervivencia, el más fuerte, se puede también torcer por motivos sociales, y ahí tenemos por ejemplo a quienes se dejan morir en una huelga de hambre, o se queman a lo bonzo, o se matan haciendo de kamikazes, o como en ciertas tribus, se dejan morir a determinada edad, etc. Si instintos tan fuertes como el de la supervivencia o el sexo se pueden torcer, pues más aún un instinto menos fuerte y más abstracto como es el de la moral natural.

De ese modo, si bien los ateos están aún en mayor o menos medida impregnados de la moral religiosa que les rodea, en un entorno mayoritariamente ateo sería cuestión de tiempo que esa influencia ajena desapareciera del todo, y entonces la sociedad que ellos irían modelando iría creando (como ya está sucediendo) su propia moral que podría irse alejando sin rumbo por caminos hoy inimaginables. Los creyentes, por el contrario, no sólo tenemos la moral natural, sino una moral externa, objetiva y en esencia inmutable, porque aceptamos unas normas morales externas a nosotros mismos que serían las normas dictadas por Dios, en sintonía con las naturales (pues ambas vienen de Dios), lo que no sólo garantiza conservar esa moral sino que crea armonía y no conflicto en el creyente, que normalmente no tendrá que elegir entre lo que Dios le pide y lo que su conciencia o intuición le exige (excepto cuando hay dilemas en donde dos bienes excluyentes entren en conflicto).

Si yo, estando convencido de que debo ser santo, soy un gran pecador, ¿cuánto más no lo sería yo si mi ideal no fuera tan alto y no viniera de tan alta autoridad? Habrá muchos ateos mejores que yo, pero si yo fuera ateo no sería mejor de lo que soy ahora, sería peor, pues siendo yo y no Dios el juez supremo de mi moral, no me resultaría difícil autojustificarme continuamente. La fe y la moral cristiana no hacen al hombre peor, lo hacen mejor.

De este modo se podría llegar con el tiempo a una situación en la cual la moral del creyente y la moral del ateo sean tan diferentes que nosotros los veremos a ellos como malvados, pero ellos a nosotros también. De hecho eso ya está empezando a pasar. Por ejemplo aquí abortar antes era matar a un niño, luego pasó a ser un asunto de conciencia personal (cada uno que elija lo que quiera), y ahora ya hay muchos ateos que consideran que si te dicen que tu niño podría nacer con malformaciones o con un retraso mortal, tu deber moral es matarlo, y si aún así eliges tenerlo eso es un acto de crueldad; es decir, ahora el que protege la vida del niño puede ser, a ojos de ellos, un malvado por no matarlo.

Llegados a ese punto la moral no tiene ningún valor por sí misma y sería, como las leyes, el fruto de una decisión social, donde lo que diga la mayoría (o incluso la minoría con el poder) sería lo moralmente correcto hoy, pero podría ser malvado mañana si deciden cambiar las reglas del juego. Todos sabemos bien la tendencia y la capacidad humana para justificarnos y cambiar nuestras ideas cuando el mantenernos firmes nos supone un grave perjuicio; imagina con qué facilidad podemos hacerlo si la moral fuera relativa, un simple producto del consenso social. La vida así se convierte en un juego absurdo donde todo es relativo y opinable, sin que haya nada por lo que merezca luchar ni esforzarse, pues nada tiene valor a menos que decidamos dárselo, y la conveniencia personal moldearía nuestra moral personal para evitar conflictos. A lo mejor estoy en contra del aborto pero, ¿y si no abortar supondrá complicar mi vida para siempre? Cuando es Dios el que me lo prohíbe podría aceptar la complicación, porque tengo la seguridad de que abortar es un asesinato, y porque si lo hiciera tendría que rendir cuentas por ello ante Dios, pero si la decisión depende sólo de lo que yo piense, estoy seguro que empezaría a pensar inmediatamente que en el fondo, los abortistas deben tener razón al decir que el niño que no ha nacido ni es niño ni es nada, y no tiene sentido complicarse tanto la vida por algo que es relativo y mutable. Mucha certeza necesitaría yo para sacrificarme en ese caso, pero sin Dios y con una moral relativa, creo que no encontraría motivos para hacerlo. Y como digo aborto digo igualmente muchas otras acciones morales en caso de suponerme un gran sacrificio.

Punto dos

Nosotros tenemos a Dios, ellos no, pues han elegido no tenerlo. El verdadero creyente no tiene una fe igual que se tiene una ideología política o un equipo de fútbol favorito (aunque los hay que parecen vivirlo así). El verdadero creyente tiene una vivencia y una visión del mundo basada en esa vivencia. Dios no es sólo un concepto que aceptamos o defendemos como si de una idea política se tratase, Dios es lo que da sentido a nuestra vida, lo que explica nuestra existencia, el objetivo de nuestro camino, el principio y el fin de todo. Eso nos permite vivir la vida sabiendo que todo tiene sentido, que nuestra vida tiene sentido, que todo lo que nos pasa tiene sentido, y que es un sentido positivo.

Cuando las cosas nos van mal, cuando sufrimos, sabemos que aunque no entendamos por qué, hay un sentido positivo en todo ello, y que podemos apoyarnos en un Dios que nos ama y nos cuida y es nuestra fuerza. No estamos solos ni nadando en el caos absurdo, no somos peleles sacudidos por el ciego azar del universo, somos actores en una historia de salvación diseñada para que desempeñemos correctamente nuestro papel, y lo que hagamos marca una diferencia, tiene sentido y responsabilidad desde nuestro primer paso hasta nuestro último aliento; tanto nosotros como la humanidad caminamos hacia un sitio, siguiendo un plan.

Eso hace que entre el ateo convencido y el verdadero creyente haya una diferencia abismal. En medio de ambos están los creyentes de boquilla o de simple tradición o de simple inercia o pereza (por no plantearme otra cosa), que según tengan más o menos fe, estarán más hacia un lado o hacia otro. Estos creyentes templados aceptan la verdad de la fe pero no la vivencia de la experiencia religiosa; algunos creen en Dios pero igual que creen que existe Australia, sin que eso tenga ningún impacto en su vida. El valor transformador de nuestra fe se ve principalmente en los cristianos que la viven, no tanto en aquéllos que simplemente la aceptan como concepto intelectual, y menos aún en los creyentes de boquilla que, si escarbas un poco, resulta que no creen en nada.

En las guerras de religión se mató en nombre de Dios pero el ateísmo nunca mató en nombre del ateísmo (a examen)

Sí, eso se oye mucho pero disculpa si me da la risa. Los ateos, como hemos explicado, se creen neutros y por tanto observan cómo los creyentes se matan o se han matado entre sí como si eso no fuera con ellos. La religión es mala, crea conflictos, odios, se mata en nombre de Dios, así que suprimamos a Dios y a la religión y se acabará el conflicto, todos tranquilos y bondadosos amándonos los unos a los otros. Puesto que el ateísmo ha crecido mucho desde el siglo XX, parece que de igual modo debería haberlo hecho la paz y la concordia. Pero no, ha sido justo al revés.

Como los creyentes se creen tolerantes (la intolerancia sería un rasgo del homo religiosus), por supuesto ellos no hacen daño a nadie por ser ateos, pues el ateísmo, una vez más, es neutro y no se puede actuar en nombre de la nada.

Esa es la teoría, la práctica es bien distinta, pues como hemos dicho, ni el ateísmo es neutro, sino una cosmología (visión del mundo) más, ni es tolerante por ser ateísmo. El fanático busca imponer sus ideas y creencias a los demás, y si tiene poder logra hacerlo, así que si es cristiano querrá imponer su cristianismo y si es ateo querrá imponer su ateísmo, con la diferencia de que un cristiano tendrá que traicionar a su fe para oprimir al prójimo mientras que un ateo, si quiere, puede cambiar su moral para que oprimir al prójimo sea perfectamente adecuado cuando le interesa, o si no que se lo pregunten a Hitler, por ejemplo (por cierto, ¿de dónde ha salido el extendido bulo de que el Hitler del nazismo era cristiano?).

En las guerras las personas, y menos aún los estados, no suelen admitir que sus motivos son simplemente el odio o las ansias de poder o riquezas. En la antigüedad sí se decía a las claras que esos motivos eran los que guiaban sus guerras, pues eran considerados motivos legítimos, el orgullo de demostrar que eras el más fuerte. El cristianismo invalidó esos motivos, pues un principio básico de nuestra fe es el amor al prójimo y el evitar oprimirle, así que decir que luchabas contra otra nación por pura codicia estaba como mínimo mal visto. Y entonces dejaron de usarse esos argumentos (en el occidente cristiano) y se empezó a buscar excusas que disfrazaran los verdaderos motivos bajo el manto de otros ideales nobles que resultaran legítimos.

Cuando la sociedad era teocéntrica el valor máximo era Dios, así que se utilizó el nombre de Dios para justificar las guerras (lo hacemos por Dios, o por extender su mensaje, o por recuperar su tierra, o por…), lo mismo que hoy siguen haciendo las sociedades teocéntricas islámicas. Pero cuando Dios perdió valor y se ensalzaron otros valores, se pasó a utilizar esos otros valores para justificar las guerras, y entonces ya no luchabas contra otra nación para extender la palabra de Dios o expulsar al infiel o perseguir la herejía, sino para extender la democracia, para liberar a los oprimidos y cosas por el estilo. ¿Acaso no son esos los motivos que se han argumentado en casi todas las guerras occidentales del siglo XX y XXI?

¿Matar en nombre de Dios? ¡Qué barbaridad! Cierto, pero ¿acaso no es igual de bárbaro bombardear ciudades enteras y masacrar civiles en países como Irak con la excusa de liberarlos de la opresión, con el resultado de quitarles un dictador, sumirles en el caos y la ruina y terminar arrojándoles en manos de terroristas que continuaron oprimiéndoles y masacrándoles pero encima sumidos en la pobreza y el caos? Y en medio de todo eso ninguna potencia reclamó el verdadero motivo de la guerra: quitarles el petróleo y ganar millones de dólares reconstruyendo con nuestras empresas lo que nosotros mismos hemos destruidos. Si Dios es malo por ser causa de guerras, ¿será la democracia mala por el mismo motivo? Como vemos, quitar a Dios de los gobiernos no ha hecho que las guerras disminuyan (nunca ha habido tantas guerras ni tan tremendas como las del siglo XX y XXI), así que al parecer el problema no era la religión, sino la codicia humana.

Pero además de eso tenemos que los ateos sí han matado, masacrado, oprimido, perseguido y hasta hecho guerras por defender el ateísmo. Cualquier opresión, persecución, discriminación, daño, desprecio, asesinato o guerra realizada contra gente por ser creyentes es una guerra, opresión, discriminación, etc. en nombre del ateísmo, pues lo que se busca con esos métodos violentos (sean físicos o mentales) es imponer el ateísmo a la sociedad, para lo cual es necesario el exterminio de los que creen en Dios o al menos el exterminio de la creencia en Dios.

En los sitios donde los ateos han llegado al poder absoluto podemos encontrar muchos ejemplos de esto. La Rusia soviética y todos los estados comunistas en general de ayer y de hoy (la China de Mao y la de hoy, la Camboya de los jemeres rojos, las dictaduras comunistas del este de Europa y de otras partes del mundo, etc.) han llevado a cabo labores de represión de los creyentes, buscando su “neutralización” o eliminación (asesinato) o presionándolos de modo fuerte o sutil (aquí incluiríamos también a la mayoría de los Estados occidentales actuales) para eliminar sus creencias. Simplemente contando las personas que han sido asesinadas por ateos a causa de ser creyente tendríamos en el siglo XX y XXI a millones (y hoy la persecución y el exterminio continúan).

Y no sólo está la represión interna, sino que muchas dictaduras ateas han hecho guerras o apoyado guerras o promovido guerras en la sombra (sobre todo Rusia) con el objetivo de extender el comunismo a otros países, y con ello el ateísmo, pues al parecer va en el mismo paquete. Así que los ateos hacían (y hacen) guerras para extender su cosmología del mismo modo que los creyentes que hacen guerra en nombre de su religión lo hacían (al menos en teoría) para extender la suya. Los cristianos de las cruzadas mataban en nombre de Dios y los comunistas en nombre del pueblo, de ese mismo pueblo al que al parecer querían liberar oprimiéndolo, como hizo Rusia con los países del Este de Europa y muchos más. Que le pregunten a un polaco o un húngaro de 80 años si agradece a Rusia que les liberara y les tuviera durante décadas “liberados”. Pero lo cierto es que ni quienes antes decían luchar por Dios ni quienes ahora dicen luchar por liberar al pueblo están proclamando su verdadero motivo, que siempre es la codicia y el poder.

En España, muchos de los ateos que gritan que la Iglesia mataba gente hace nosecuantos siglos se sienten herederos de los republicanos del siglo XX, los mismos que antes y durante la Guerra Civil mataron a miles de sacerdotes y religiosos (casi 7.000 en total, sólo del clero) con la excusa de que así liberaban al pueblo de la opresión de la Iglesia. Muchas diócesis perdieron asesinados el 50% de sus sacerdotes, algunas llegaron a perder hasta el 86%. Pero claro, ellos no mataban a cristianos por odio, lo hacían por amor al prójimo, para liberarlos (como los rusos), y como la mayoría de la población no se dejaba liberar de su fe, reprimían todo elemento religioso para que los pobrecitos dejaran de sufrir. Hasta decir “adiós” quedó prohibido en territorio republicano (comunista), no fuera que eso le recordara a alguien que Dios seguía por allí. Ellos eran tolerantes, los creyentes intolerantes; los creyentes mataban porque eran creyentes, ellos mataban por amor al prójimo. ¿Mataban por ser ateos, por odio a la religión? ¡No por Tutatis!, ese tipo de cosas sólo lo hacen los creyentes, ellos mataban por amor a los hombres. Perdón, y también a las mujeres. Pero lo cierto es que esos hombres y mujeres no murieron por no aceptar el comunismo (como ahora dicen algunos); no, murieron por su fe. Los que no aceptaron el comunismo tenían cierto peligro de ser asesinados, los que eran sacerdotes sabían que iban a por ellos.

Resumiendo, ¿matan o hacen guerras los ateos en nombre del ateísmo? Vale, tal vez no lo hagan diciendo “lo hacemos en nombre del ateísmo” (hoy quedaría fatal), pero algunos sí lo hacen por el bien del ateísmo y por odiar al que no piensa como ellos. Llámalo como quieras, eso no cambia las cosas. Tampoco a ningún cristiano se le ocurriría hoy matar “en nombre de Dios”, las cosas han cambiado mucho y eso quedaría fatal. Aparte de eso, creo que la naturaleza del hombre en esencia será siempre igual, no hay ninguna religión ni ideología que por la sola fuerza de sus ideas consiga que el ser humano se transforme ni ahora ni en el futuro en un inocente angelito, o que una sociedad se transforme en un remanso de paz y amor para todos, aunque hay ideas que ayudan a superar nuestros defectos y otras que ayudan poco, nada o incluso que nos empujan a depravarnos más.

Yo, como cristiano, creo que esa utopía de paz y amor llegará algún día, pero no como resultado del esfuerzo del hombre sino por el poder de Dios, tal como se nos prometió, pero sin esa actuación de Dios, ni siquiera los ideales cristianos serían suficientes para conseguirlo, cuanto más unos ideales que en el fondo, al menos a largo plazo, son de la misma naturaleza que los principios de Groucho Marx (Damas y caballeros, estos son mis ideales, y si no me gustan, tengo otros).

Fin

Publicado el

en las categorías:

, ,

por

tiempo de lectura estimado:

38 minutos

Comentarios

Por favor, sea educado, los comentarios que muestren malos modales o se escriban todo en mayúsculas serán ignorados. Si tiene la amabilidad de empezar diciendo cuál es su religión/denominación, eso nos ayudará mucho a estar mejor enfocados en la respuesta en caso de que se necesite contestar.

Deje su comentario (será publicado aquí tras ser revisado)

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

8 respuestas a “CARTA Nº 9: La Intolerancia del ateísmo”

  1. Avatar de Gustavo
    Gustavo

    Me he topado con este comentario y es buen ejemplo de lo que vimos en el artículo.
    1. Estoy de acuerdo en el punto de la libertad religiosa.
    2. Insisto que para que haya libertad religiosa plena, el Estado y el Gobierno del Estado deben ser laicos. Las creencias privadas de los funcionarios del estado son tema privado, pero las ceremonias oficiales no pueden ni deben incluir actos religiosos.
    3. Estoy de acuerdo con la clara concepción sobre la familia que manifiesta la futura constitución de la Federación Rusa. De hecho esa misma idea defiende la Constitución Paraguaya.
    4. Discrepo en el punto de la creencia en Dios. La creencia en Dios no puede ser «nacional»… es algo absolutamente personal.
    5. Si alguien cree que existe un «Dios único», pues debe entender que cada individuo es UNICO también y que sus creencias le pertenecen solo a él.
    6. Un estado «religioso», con «reglas religiosas» y con un «dios nacional», o con una «religión oficial»… ( o con una prohibición religiosa) no hace diferencia con aquellos países BARBAROS, donde se mata y se aprisiona a seres humanos por sus ideas y creencias. Y cito las naciones a las que podríamos asemejarnos al reglamentar las creencias del individuo: Corea del Norte, ISIS (estado islámico), el fundamentalismo TALIBÁN, el estado de Israél (sostenido por armas atómicas), Al Qaeda (fundamentalismo saudita), o la antigua Inquisición de España, o Francia, o Italia.
    No quiero vivir en un país así, dónde mi vida corra peligro por pensar o rezar diferente.
    ***
    Mi respuesta:

    En el punto 1 afirma estar de acuerdo con la libertad religiosa y el Estado laico pero como hemos visto lo que propone lleva todo al contrario.
    Punto 2: al quitar las ceremonias religiosas de los actos oficiales favorecen al ateísmo como hemos visto.
    Punto 3: es cierto que las creencias son personales pero resulta que estas creencias “personales” son de la “mayoría”. Lo mismo que el punto 4.
    Punto 5: siendo un estado ateo o “laico» llevaría a lo mismo que un “estado religioso» y también tenemos ejemplos en la historia.

    No se si estan bien mis respuesta o hay algo que enfatizar

    Me gusta

    1. Avatar de Christian M. Valparaíso

      Yo creo que la clave está en el punto 5 que dices.
      Si queremos libertad religiosa no podemos perseguir a nadie por sus creencias, pero tampoco fomentar su desaparición ni mucho menos. El problema de base, lo que suele crear confusión, y lo que se utiliza para manipular también, es el concepto de que el estado tiene que ser ateo para no fomentar ninguna religión concreta. Yo pineso que el estado no es un ente con existencia propia por encima de los ciudadanos, sino que es lo que emana de los ciudadanos, así que si la mayoría son católicos, el estado tiene que reflejar eso. Lo que llaman «estado laico» es simple y llanamente «estado ateo», y eso es imponer o al menos fomentar una creencia existencial determinada, lo cual sería lógico cuando la mayoría de la sociedad sea atea, pero absurdo y bárbaro cuando no es así. Hay que dejar claro que una cosa muy diferente es un estado laico (que es ateo) y otra un estado aconfesional, que deja espacio para todas las religiones (incluyendo también al ateísmo). Y por otro lado, el estado aconfesional es perfectamente compatible con que el estado sea el reflejo de la religión que profesa la mayoría de sus ciudadanos, de lo contrario, como hemos dicho, estaríamos desvinculando al estado de la gente que lo conforma y eso sería políticamente un absurdo.

      Me gusta

  2. Avatar de Miguel Antonio Hernández Rial
    Miguel Antonio Hernández Rial

    Comparto tu exhaustivo planteamiento del tema en todos los aspectos que tocas, por cierto, expuestos con mucha claridad y reflejando fielmente la realidad actual, anticipando, también, lo que ya se ve venir si no se cambia el rumbo del barco (de la Iglesia). Ahora me acuerdo del Titanic…pero sin olvidar la regañina que Jesús dió a sus discípulos cuando la barca parecía hundirse por la tormenta y él dormía, o se hacía el dormido, para probar su Fe. En la situación actual no se puede, en efecto,
    quedarse a la espectativa, porque, además, nuestra poca fe en la oración no va a mover montañas, pero puede valer si le damos la lata a nuesto buen Dios como lo hizo la viuda al juez injusto del Evangelio. En cuanto a lo de » A Dios rogando pero con el mazo dando», ésto del mazo lo veo, como tú, necesario y urgente aunque con cierto pesimismo: Decías bien al comienzo de la carta que no serías políticamente correcto. Yo centraría aquí, en esa frase, el célebre refrán, pues opino que, tanto en la política como en la Iglesia, se necesita ser «incorrecto» con todas las consecuencias, al igual que lo fueron los primeros cristianos y los de ahora, mártires, al oponerse a la apostasía. En Infocatólica el P. Iraburu también ha tratado este tema muy bien y ampliamente en su blog «Reforma o apostasía». Mi pesimismo se funda en que no veo indicios de una respuesta «incorrecta» ,tanto por parte de los partidos poíticos como por la jerarquía de la Iglesia, ni a corto ni a medio plazo. Compartirás conmigo que el católico de a pié, que hasta le cuesta a veces salir a hacer la lectura o la colecta en la Misa, poco puede hacer, y menos aún con el ambiente de falta de rigor en la liturgia, en las enseñanzas y malos ejemplos que nos dan algunos poco ortodoxos pastores de nuestra Iglesia. Esto empeora aún más las cosas.
    En fin, la historia de la Iglesia, como la Historia en general, ilustra estos sucesos, muy dolorosos a veces. Tendremos que cargar con esta cruz mientras tanto, y hacer como la viuda con el juez injusto del Evangelio de San Lucas (que se ha leído hoy): No desanimarnos e insistir…¡Menuda pregunta nos hace el Señor al final¡
    Un cordial saludo y perdón por haberme explayado tanto.

    Me gusta

    1. Avatar de Christian M. Valparaíso

      Gracias por tu comentario Miguel. A nivel global y a largo plazo los cristianos tenemos que ser optimistas, porque sabemos que esto no es una empresa humana cualquiera que igual que se viene se va, sino un proyecto divino que triunfará. Pero aquí y ahora las cosas pueden ir muy mal, y será nuestra responsabilidad. Los cristianos debemos afrontar esto con mucha oración, pero también con actuación, o Dios, cuando salve el barco, nos preguntará ¿y tú, qué hiciste? No es sólo por nosotros, es porque cuanto más avance el ateísmo más almas quedarán alejadas de la salvación, y eso es responsabilidad de todos. Pero también porque además de cristianos somos ciudadanos y tenemos que defender nuestros derechos políticos y sociales. Yo tampoco confió mucho en que las masas se vuelvan activas de la noche a la mañana pero, como digo en la carta, sí pueden salir personas aisladas carismáticas capaces de catalizar el hartazgo, el descontengo y hasta el enfado de muchos miles, y entonces sí puede haber grandes cambios. Pidamos a Dios que así sea pero al mismo tiempo estemos dispuestos a ir poniendo nuestro granito de arena.

      Me gusta

  3. Avatar de Gustavo
    Gustavo

    Muchísimas gracias Christian!!!

    Me gusta

  4. Avatar de Marta

    Al carecer los ateos de las herramientas para ser santos ( mejores personas ) llegan al punto de suprimir por completo esa ley moral natural , o bien torcerla como bien dices ,o no encuentran ninguna utilidad dando valor a lo que puede ser básico para un creyente . No quiero generalizar , no sería justo , pero dale un vistazo a este comentario del que hago un copia y pega

    La cruz no pesa lo que cala son los filos? SinNombreniApellidos1
    about 3 hours ago
    ¿Se acuerda usted de Simón de Cirene?
    Siempre habrá un idiota (no me malinterprete literalmente) que se sacrifique y ofrezca voluntario para cargar con sus males y con los míos.
    Los filos los afilamos nosotros mismos. Somos así de imbéciles.

    Sin comentarios por este comentario que saque de una conocida red social ( lo escribió un ateo )

    Con respecto a la antigua unión sovietica , que mencionas lo que le hizo a Polonia y otro país ,pero que me dices de lo que hizo con Armenia . Hace poco leí una nota sobre el delegado religioso de Armenia que esta en el vaticano , y el explico que los Turcos mataron el cuerpo , pero Rusia mato el cuerpo y el alma , que al quitarles la fe les quitaron todo , se me quedo grabado , esa es la peor muerte , la del espíritu .

    Le gusta a 1 persona

    1. Avatar de Gustavo
      Gustavo

      Hoy en mi país una senadora pidió la palabra para orar con una cita bíblica: escándalo!! Sobre todo en las redes sociales. La mayoría opinaba que no es el lugar y que somos un Estado Laico. Mi pregunta es: hacer una oracion en el parlamento atenta contra el Estado Laico?
      Si eso pasara ahi en España jejeje imagino la situación

      Me gusta

      1. Avatar de Christian M. Valparaíso

        Aquí sería tremendo, sí. Si «Estado laico» se define como «Estado ateo», entonces es lógico que no se pueda mencionar nada religioso desde un estamento estatal. Sería como si en un estado declarado oficialmente cristiano se invocara una sura islámica en el parlamento. El problema es que definir así al estado supondría declarar un estado «confesional» en el sentido de que el Estado pasa a defender una ideología única (el ateísmo) y activamente se compromete a erradicar cualquier otra ideología que vaya en contra de ella, es decir, cualquier religión. Ese concepto es totalmente antidemocrático porque en una democracia deben de caber todas las ideas y creencias y los ciudadanos deben de ser libres para expresarlas y defenderlas, especialmente desde el parlamento, donde reside la soberanía y la representatividad. Criticar a un parlamentario por usar una cita bíblica es profundamente antidemocrático.

        Me gusta

Contenido relacionado:

Crea una web o blog en WordPress.com