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Las imágenes en el culto católico: índice e introducción

Portada: Las imágenes en el culto católico

¿Es lícito para un cristiano usar imágenes para el culto? ¿es eso bíblico o antibíblico? ¿qué opinaba de esto la Iglesia primitiva? Como el tema es complejo y los reproches se reciben desde diferentes ángulos, es necesario aclarar las cosas también desde ángulos diversos y cada asunto y perspectiva será tratado en un artículo independiente, aunque para comprender bien el tema de las imágenes es necesario conocer y entender todos estos puntos en conjunto. Por eso vamos a ir creando una serie de artículos diferentes pero que en realidad son piezas de un único puzle. Aquí está la introducción.

Introducción

Las imágenes que usamos los católicos son constante fuente de reproches por parte de los protestantes y sus derivados porque ellos no comprenden bien la función que ellas realizan en nuestro culto a Dios y porque no entienden hasta qué punto el contexto del Antiguo Testamento cambió radicalmente con la Encarnación de Cristo. Tampoco comprenden la diferencia entre venerar y adorar, es más, muchos de ellos insisten en negarla y afirman que nosotros tampoco hacemos ninguna diferencia. Este punto resulta realmente desconcertante en cualquier debate, pues si dos personas tienen creencias diferentes, no tiene ningún sentido que uno diga  «yo creo X» y el otro le diga que no es cierto, sino que «tú  crees Z».

Es como si un católico acusa a un metodista de no creer que Jesús es Dios, el metodista le dice que no es cierto, que él sí lo cree, y el católico insistiera en que no, que no lo cree. Fin de la discusión, no tiene sentido discutir así. Y sin embargo los católicos nos enfrentamos continuamente a ese sinsentido, pues mientras nosotros afirmamos que para nosotros las imágenes son representaciones, no realidades per sé, los demás insisten en que no, que nosotros creemos que las imágenes son seres divinos y las adoramos a ellas como adoraríamos a Dios, y que creemos que nos escuchan y nos hacen milagros, es decir, que nosotros somos idólatras igual que lo eran los paganos y por tanto no merecemos siquiera llamarnos cristianos.

Jesús Pantocrator

Lo lógico y razonable sería que antes de discutir sobre las imágenes en el catolicismo nos preguntasen a nosotros qué son y qué relación tenemos con ellas, y escuchando nuestras creencias discutieran luego sobre ellas, y no sobre lo que ellos piensan que creemos. No puedes defenderte de acusaciones falsas nada más que diciendo eso, que son falsas, y explicando cuál es la verdad. Y si no, se trata de conversos que una vez fueron católicos y afirman, con total convencimiento, que cuando ellos eran católicos adoraban a las imágenes ¿En serio? En ese caso es lógico que se hayan buscado otra religión, un adorador de imágenes no puede tener lugar dentro de la Iglesia Católica, y si es cierto que adoraban imágenes, entonces es que conocían la doctrina católica tan mal, que es normal que terminaran encontrándola absurda y antibíblica…. O también puede ser que una vez convertidos a una nueva religión hayan asimilado las nuevas enseñanzas recibidas con tanta pasión que hayan terminado distorsionando todos los recuerdos de su anterior vida católica. Cualquier psicólogo podría explicar que esas cosas suceden fácilmente (Nachträglichkeit o “reescritura de la memoria” lo llaman), y mucho más en procesos de una carga emocional tan intensa como una conversión. Pero sea como sea, en esos casos lo único que se puede decir es que si él adoraba imágenes podría haber estado dentro de la comunidad de católicos, pero desde luego católico nunca llegó a ser. También los arrianos se creían cristianos miembros de la Iglesia, hasta que la Iglesia tuvo que explicarles que no lo eran (y de paso excomulgarlos).

Pero olvidémonos de todos esos protestantes y evangélicos que nos interpelan con el único propósito de acusarnos de idolatría, sin querer escuchar a nada que no sean las falsedades que ya traen en la cabeza. Centrémonos en cambio con quienes sí se puede discutir y razonar, con todos esos protestantes y evangélicos, que también son muchos, capaces de escuchar tus creencias y con curiosidad por entenderlas, aunque no estén dispuestos a compartirlas. Y sobre todo, centrémonos en todos esos católicos que ante las infundadas acusaciones protestantes llegan a dudar de si no tendrán razón, al menos en algunos de sus argumentos que pueden sonar convincentes. Hagamos, por tanto, catequesis católica que nos sirva para comprender mejor nuestra fe y para poder explicársela mejor a nuestros hermanos de fuera de la Iglesia.

Acerca de esta serie sobre las imágenes

En esta serie de artículos sobre las imágenes vamos a demostrar que Dios sí permitía imágenes que ayuden a dar culto al único Dios y que las imágenes que usamos los católicos verdaderamente contribuyen a dar culto al único Dios, el único que merece y recibe por nosotros adoración. Para entender bien esta función no pueden verse ni analizarse como un elemento aislado, sino dentro de todo un sistema de culto en el que encuentran pleno sentido y función.

La forma de entender la relación entre Dios y los hombres del protestantismo no admitiría nunca un elemento físico de culto como es la imagen, pues para ellos sólo en espíritu se puede relacionar el hombre con Dios. Jesús dijo “Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Juan 4:24), a lo que los protestantes, como en otros casos, añaden por su cuenta y riesgo un implícito: “sólo” en espíritu y en verdad. Nosotros sin embargo a esa verdad añadimos otra: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.” (Juan 1:14), de modo que como dijo Pablo “Él [Jesús] es la imagen [visible] del Dios invisible, el primogénito de toda creación.” (Colosenses 1:15) así que Dios también es carne y los que lo adoran deben hacerlo también con su ser corporal, en el plano físico, en cuerpo y alma. Quedarse solamente con el Dios-espíritu es quedarse en el Antiguo Testamento e ignorar la Encarnación, y así lo entendieron muchos ya desde la misma Iglesia primitiva, pues hay que adorar a Dios no sólo con nuestra alma, sino con todo nuestro ser:

[

Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente" —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. (Mateos 22:37-38)
Natividad

Los católicos ciertamente consideramos que la Encarnación de Dios-Hijo en Jesús no fue un elemento circunstancial sino esencial en el modo en que Dios quiso traernos la Salvación y relacionarse con nosotros a partir de entonces. Lo invisible se hizo visible, lo espiritual se hizo también físico. Para el cristianismo el hombre no es un espíritu encerrado en un cascarón temporal de carne, como creían los paganos, el hombre es cuerpo+alma en una sola unidad, de ahí que creamos en la resurrección de la carne, de la que Jesús fue primicia y no, como los paganos, en la simple migración del alma al Más Allá libre ya del cuerpo-cascarón. Por eso el culto total sólo puede venir del cuerpo y del alma, esto es, usando la dimensión espiritual pero también la física de nuestro ser, y para ello el culto no tiene más remedio que valerse también de elementos físicos que interactúen con los sentidos, como los sacramentos, la eucaristía, las imágenes, el rosario y toda una serie de elementos (unos necesarios, otros simplemente útiles) que hacen posible que nuestro cuerpo físico participe también del culto.

La adoración protestante de “sólo espíritu” prescinde de todo elemento físico, y por tanto también del cuerpo como si fuera un elemento de interferencia, sin darse cuenta de que tal postura supone en cierto modo un regreso al paganismo y su concepto dual del ser humano. La adoración católica, que incluye al ser humano completo (cuerpo y alma, plano espiritual y físico), es continuación de la herencia del Antiguo Testamento, pero reforzada aún más en esa doble dimensión como consecuencia del inimaginable e impresionante misterio que supuso la decisión de Dios de encarnarse en hombre para salvarnos y para fundir su naturaleza con la nuestra definitivamente y por siempre. Si una de las personas de Dios, el Hijo, tiene incluso en este preciso instante cuerpo humano allí en el cielo, resulta sorprendente que la más reciente familia surgida del cristianismo haya decidido que cualquier intervención del cuerpo o de lo físico en la adoración es una interferencia inadmisible. Rechazar lo físico para relacionarse con Dios supone inadvertidamente un desprecio a esa parte corporal y visible de Dios que fue y que es Cristo Jesús.

Si Dios sólo buscase una relación espiritual se podría haber ahorrado la Encarnación y la muerte en la cruz; Él podía habernos salvado usando medios puramente espirituales, pero nunca ha sido ese el estilo de Dios. En el Antiguo Testamento, salvo algunas excepciones como la Creación, Dios actúa a través del hombre. Dios pudo salvar a Noé y los animales con su poderosa mano, pero prefirió dar instrucciones a Noé para que él lo hiciera; Dios pudo haber separado las aguas del Mar Rojo con su soplo, pero quiso que fuera Moisés (¡usando una vara!) quien lo hiciera. Y en el Nuevo Testamento vuelve Dios a valerse del ser humano para realizar sus designios, aunque esta vez es Él mismo quien se vuelve humano, físico y visible, para hacerlo.

La diferencia en torno a las imágenes, como la gran mayoría de las diferencias entre protestantes y católicos, en última instancia se fundamentan en una diferente comprensión de lo que realmente supuso esta Encarnación, algo que la Iglesia primitiva tuvo muy claro y por ese motivo el deseo natural de tener imágenes a las que nuestros sentidos pudieran responder, aunque al principio contaba con más rechazo que aceptación (a causa del uso pagano de las imágenes como ídolos), desde un primer momento y lentamente fue abriéndose camino sin demasiada resistencia hasta situarse por propio derecho formando parte de las bases mismas del cristianismo temprano. Para entender mejor este concepto de culto total sería conveniente leer antes nuestro artículo sobre la Encarnación, que fue escrito a modo de introducción de este asunto de las imágenes y cuyo enlace encabeza el índice dado al principio.

Nos centraremos sobre todo en las imágenes de Jesús, porque de otro modo estaríamos mezclando dos debates, el de las imágenes y el del culto a los santos, que ya se ha tratado en otro artículo (El culto a los santos en la Iglesia primitiva).

El cristianismo y las imágenes

Soldado a los pies de crucifijo

El uso de imágenes sagradas es uno de los aspectos más polémicos en las discusiones entre católicos y protestantes. Éstos últimos lo consideran un grave escándalo y es comprensible, pues para ellos la veneración de imágenes no es otra cosa que idolatría. Esto explica las reacciones a veces muy pasionales y airadas de algunos protestantes cuando se habla de este tema; lo que provoca su celo es ni más ni menos la defensa de Dios, del monoteísmo, y el rechazo a los ídolos. Si la idolatría, como piensan, se ha apoderado de gran parte de la Iglesia entonces es deber de un buen cristiano condenarla, así que cuando un protestante ataca las imágenes en su discurso, hay que tener en cuenta que su intención es positiva y que lo que hay en el fondo del conflicto es una paradoja: los protestantes en realidad están defendiendo el monoteísmo, pero el monoteísmo es igualmente la base de las creencias católicas. Solo hay un Dios, un creador, todo lo demás que existe son creaturas, en eso estamos todos los cristianos de acuerdo.

Por eso también es comprensible la reacción católica ante estas críticas: una mezcla de perplejidad y de irritación. Que a un católico le digan que es idólatra, politeísta y pagano porque “adora” imágenes es como si a un protestante le dijeran que se den cuenta o no, en realidad ellos no creen que Jesús es el Hijo de Dios.  Nosotros no adoramos imágenes, creemos firmemente que sólo hay un Dios y sabemos perfectamente que una imagen de escayola o madera no tiene vida ni poderes propios, sólo es escayola o madera. Por tanto, el que muchos protestantes insistan continuamente en esas acusaciones resulta, pasada la perplejidad, irritante y exasperante, pues en el fondo lo que ellos nos dicen a los católicos es: “tú dices que crees en un solo Dios, etc. pero eso es falso, en realidad crees en muchos dioses pero no quieres admitirlo”. Si yo digo que me gusta el otoño y tú me dices que es mentira, que no me gusta pero que no quiero admitirlo ¿qué puedo yo decir salvo que te equivocas? Resulta muy cansino que se empeñen en decir que nuestras creencias son diferentes a las que son, como si todos nosotros nos sintiéramos avergonzados de nuestra fe y no quisiéramos admitir lo que realmente creemos. La lógica dice que si nosotros tuviéramos otras creencias, estaríamos defendiendo otras creencias. Si nosotros creyéramos que las imágenes son dioses con vida, como creían los paganos, entonces eso sería lo que estaríamos ahora defendiendo. Si quiero saber en lo que cree un protestante lo lógico es que se lo pregunte a él, no que sea yo quien le diga en qué cree y aunque él me lo niegue yo insista en que no tiene razón. Al margen de la discusión sobre si imágenes sí o imágenes no, hay que reconocer que este comportamiento de muchos protestantes resulta absurdo, y eso no es una cuestión de doctrinas, es una cuestión de puro razonamiento humano.

No puede haber un auténtico diálogo si ambas partes no conocen la verdadera postura del otro. Si creamos una caricatura de sus creencias y atacamos esa caricatura entonces nunca lograremos llegar a nada, y menos convencer; solo conseguiremos crear crispación y malos sentimientos. Por eso nuestro principal objetivo aquí no será el de convencer, sino explicar, hacernos entender de modo que cuando discutamos sobre este asunto no perdamos el tiempo ni generemos agresividad discutiendo falsedades o caricaturas, sino dialogando sobre las cosas tal como realmente son. Como ese error es muy frecuente en el diálogo religioso (más aún en las peleas religiosas), vamos a explicar la postura católica pero procurando entender también la protestante. Por ese mismo motivo nos esforzaremos más en ser didácticos que en ser eruditos, ayudando a comprender más que atiborrando con mil citas bíblicas y montones de datos históricos y teológicos, los cuales intentaremos reducir al mínimo. Cumpliremos nuestro objetivo si logramos al final que el lector, católico o protestante, sea capaz de ver la postura del otro desde una perspectiva más positiva, incluso aunque siga sin estar de acuerdo.

Naturalezas y funciones

Jesús, el buen pastor

Según su naturaleza las imágenes se dividen en tres grupos:
A- Todas las imágenes
B- Todas las imágenes de seres vivos
C- Solo las imágenes de animales y personas

Según su función podemos clasificarlas en otros tres grupos:
1- Imágenes con función decorativa
2- Imágenes con función descriptiva y educativa
3- Imágenes para la veneración

Los musulmanes prohíben todas las anteriores categorías, cualquier imagen figurativa en cualquier función, así que solo utilizan decoraciones geométricas y con textos (aunque en Persia, India y Asia sí utilizan o utilizaron todo tipo de imágenes con función descriptiva y educativa). Los judíos (antiguos) en general coinciden con los musulmanes, rechazando todo tipo de imágenes y usando decoraciones geométricas, pero son más laxos con representaciones vegetales, a veces recurren también a animales e  incluso personas (ya hablaremos de ello más detenidamente en otro artículo). Cuando los judíos usan imágenes lo hacen para decoración, pero también pueden utilizar imágenes simbólicas con función descriptiva y educativa, al igual que en los casos en los que utilizan imágenes de personas. Entre los protestantes tenemos muchas situaciones diferentes según la denominación, pero al contrario que musulmanes y judíos (y amish), ellos solo ponen reparos al uso de imágenes en un contexto religioso, y dentro de ese contexto los hay estrictos que no permiten representación alguna, los hay que permiten solo representaciones simbólicas (con objetos y animales), los hay que permiten también escenas y personas pero solo con una función decorativa o educativa. Lo que casi todos rechazan son las imágenes tridimensionales, las esculturas, aunque los luteranos sí las permiten si es para uso educativo. Los ortodoxos y católicos permiten toda clase de imágenes y en todos los usos (decorativo, didáctico y de culto), pero los ortodoxos solo permiten en el culto imágenes planas (iconos) mientras que los católicos (y anglicanos) permiten también las esculturas y relieves. Solo católicos y ortodoxos (y en parte los anglicanos) utilizan las imágenes para uso devocional. Ninguna de las religiones citadas utiliza las imágenes de manera idolátrica y en todos los casos en que se utilizan imágenes en función descriptiva, didáctica o para el culto, éstas tienen siempre una función representativa, o sea, carecen de valor per se, su función es la de representar una realidad (personas o sucesos) que ya no podemos ver. Muy poco consenso, ¿verdad?

Por el contrario los idólatras consideran que la imagen tiene vida y poderes, normalmente porque un dios o espíritu habita en ellas, bien permanentemente o bien ocasionalmente. Católicos y ortodoxos, etc. creen que la imagen no tiene vida ni poder por sí mismo, sino que su valor reside en la realidad superior a la que representan, su poder evocador. Los católicos consideran que son un mero instrumento psicológico que ayuda a conectar con la realidad a la que reflejan, y la honra que merecen se debe a su función sagrada (no a su naturaleza sagrada). Los ortodoxos van un paso más allá y afirman que la honra que merecen se debe a su función, pero también a su naturaleza, pues al igual que el texto bíblico es sagrado por ser palabra de Dios, también el icono es sagrado por representar mediante imágenes la palabra de Dios y sus frutos. Pero todos estos matices y distinciones que hacen católicos y ortodoxos suelen resultar incomprensibles para los musulmanes y también para la mayoría de protestantes, que consideran que católicos, ortodoxos y antiguos paganos tienen todos una cosa en común: son idólatras que adoran a las imágenes como si fueran dioses diferentes al único Dios, acusación que a los católicos no deja de sorprender.

Una doctrina nueva…

En esta página siempre hemos defendido e intentado demostrar que todas las doctrinas católicas tienen su origen, o al menos su semilla fundamental, en las creencias de la Iglesia Primitiva del siglo primero, creencias fundadas en la predicación de Jesús y los apóstoles y que quedaron reflejadas en la Biblia y conservadas también en la Tradición oral. Decimos que la Iglesia Católica ha conservado, desarrollado y profundizado en las doctrinas heredadas de los apóstoles, pero nunca ha innovado creando doctrinas nuevas a partir de cero… ¿o sí?

Una de las divergencias en este debate entre cristianos católicos (romanos y ortodoxos) y no católicos (protestantes y paraprotestantes) es que los primeros afirmamos que el uso de imágenes no es una innovación doctrinal y los segundos que sí, que es una doctrina tomada del paganismo varios siglos más tarde. Pero antes de precipitarnos en rechazar la postura protestante debemos dejar claro que ellos tienen razón en parte: Los primeros cristianos del siglo I probablemente no eran partidarios de las imágenes, aunque en el siglo siguiente ya las cosas empiezan a cambiar. Esto lo veremos más despacio en el artículo sobre las imágenes en la Iglesia Primitiva.

Entonces ¿podemos decir que los cristianos católicos sí crearon una nueva doctrina, al menos en este caso? Esto es algo que debemos dejar claro antes de tratar a fondo este tema porque parece haber mucha confusión al respecto:

El culto a las imágenes no es una doctrina en sí misma, es un instrumento para lograr un fin.

Aquí entramos en un tema delicado porque podemos fácilmente perdernos entre palabras y conceptos, así que en favor de la claridad, dejaremos a un lado tecnicismos teológicos y lo explicaremos de un modo práctico y comprensible.

Cabeza de Cristo

Las doctrinas pueden estar relacionadas con la verdad o con la utilidad. Decir que Jesús es Dios o que el cielo es el premio de los justos se puede calificar como que es verdad o es mentira. Las doctrinas utilitarias no se pueden calificar como verdad o mentira, sino como útiles o no. Un ejemplo fácil de entender es la prescripción de que las mujeres se cubran la cabeza, como nos dice San Pablo en Corintios. Está en la Biblia, por tanto podríamos pensar que es algo incuestionable e intocable, y sin embargo hoy ni católicos ni protestantes obedecen esa orden ¿por qué? Porque no se trata de una verdad revelada, sino de algo que en el contexto cultural de la época era conveniente, útil, debido al significado que cubrirse o no la cabeza tenía en aquellos tiempos. Pues con el tema de las imágenes pasó lo mismo, es una cuestión de si es útil o no, si nos ayuda a llegar a Dios o no. En el contexto cultural de la Iglesia del siglo primero las imágenes no eran útiles, al contrario, en un mundo pagano de idólatras las imágenes estaban asociadas a la idolatría, y usar imágenes en lugar de acercarnos a Dios podría fácilmente arrastrarnos de nuevo a la idolatría por culpa de los viejos hábitos y el contexto cultural de la época. Cuando el velo dejó de tener sentido, se suprimió. Cuando la idolatría dejó de ser un problema, la Iglesia se replanteó la utilidad de las imágenes y vio que lejos de ser ya un peligro, como sí habían sido anteriormente, podían ser usadas con un nuevo sentido facilitador, para alcanzar un fin. Y tan útil pareció la herramienta que la eficacia de su uso se convirtió en dogma para siempre.

Y este fin es el mismo que todos los cristianos, católicos o no, buscamos: cruzar la barrera que separa el mundo físico del espiritual, o sea, trascender. La diferencia, como vimos, es que los protestantes interpretan que trascender supone despojarse de lo físico, y por lo tanto también del cuerpo, mientras que los católicos consideramos que para trascender podemos usar todo nuestro ser, cuerpo y alma, y por tanto los elementos físicos son una ayuda inestimable para lograr la comunión más plena posible con Dios, y más aún específicamente con Jesús. De nuevo vemos que en última instancia todos estamos de acuerdo en el concepto subyacente, aunque no en la forma de llegar a él. Sin embargo la indignación protestante está justificada por creer ellos que esa forma de lograr el fin (usar imágenes para ayudarnos a trascender) choca frontalmente con la Biblia en sus mismos cimientos, o sea, es algo antibíblico. Muy antibíblico. Los católicos sin embargo ven este asunto desde una perspectiva diferente. Pongamos un ejemplo para ilustrar la diferencia:

Los cristianos deben trabajar por el Reino. El Reino de Dios, entre otras cosas, busca una sociedad en la que los pobres no sean despojos sociales sino que tengan al menos sus necesidades cubiertas. Para lograr esto unos cristianos pueden defender la idea de que el mejor sistema económico es el comunismo, que distribuye las riquezas entre todos por igual; otros pueden defender que el mejor sistema económico es un estado del bienestar basado en el capitalismo, que sería más eficaz creando riqueza y por tanto tiene más para redistribuir. Se puede debatir sobre si para lograr ese objetivo de mejorar la situación de los pobres es mejor el comunismo o un estado del bienestar capitalista, pero no tendría sentido debatir sobre si los cristianos deben “creer” en la economía comunista o en la capitalista.

Igualmente, es legítimo discutir sobre qué medio de los dos puede ser mejor o encajar mejor con las creencias cristianas, pero si olvidamos que ambos bandos, en este ejemplo, buscan el mismo objetivo acabaremos pensando que en realidad queremos cosas opuestas y por tanto somos bandos incompatibles (que es lo que a menudo ocurre). Un buen cristiano puede defender en el terreno económico el comunismo o el capitalismo siempre que su objetivo sea el que la Biblia nos enseña: proteger a los más necesitados. Sin embargo, para lograr ese fin cualquier instrumento sería válido (si funciona) siempre que no vaya en contra de los principios cristianos.

Retrato Cristo

Por lo tanto para definir el objetivo (el Qué) es necesario acudir a la enseñanza de Jesús, pero para lograr ese objetivo (el Cómo) basta con buscar un instrumento eficaz que no contradiga las enseñanzas de Cristo. El cristianismo, al contrario que el Islam o el judaísmo, define los objetivos, pero deja bastante libertad en los medios para conseguirlos. Si un cristiano defiende el sistema económico comunista o capitalista no tiene sentido preguntarse ¿el comunismo es bíblico o antibíblico? Lo que debe definir al cristiano es que su defensa de uno u otro sistema se base en el objetivo bíblico de buscar el bienestar general en lugar de únicamente su egoísta interés personal. Así que la pregunta correcta debería ser ¿el comunismo/capitalismo es compatible con el cristianismo o no?, y si ambos lo son, entonces pasaríamos a discutir sobre qué sistema consideramos más eficaz y por qué. Resumiendo, para un cristiano el sistema económico debe cumplir con los criterios de compatibilidad y eficiencia. Si no es compatible con el cristianismo debe ser rechazado y si es compatible pero no es eficiente no nos sirve para lograr el objetivo cristiano que buscamos, así que sería mejor rechazarlo y buscar otro medio mejor.

Nuestro argumento aquí se basa en la idea de que el uso o no uso de imágenes, al ser un instrumento y no un fin, es semejante a lo que acabamos de exponer. Todos los cristianos, católicos o no, tenemos el mismo objetivo de conexión con el Espíritu, y ese objetivo es bíblico, estamos todos de acuerdo. Sin embargo los instrumentos que unos u otros usamos para conseguir ese objetivo no tienen por qué ser bíblicos, basta con que cumplan los dos requisitos que vimos en el ejemplo económico: que funcionen bien y que no contradigan las enseñanzas de Cristo, o sea, compatibilidad y eficiencia. El que algo no sea bíblico no lo convierte automáticamente en antibíblico, de lo contrario cosas como Cáritas, la luz eléctrica y hasta los pantalones vaqueros podrían también condenarse por “antibíblicos”.

Partiendo de ahí, en un diálogo eficaz (que no busque simplemente el enfrentamiento) ya no tendría mucho sentido discutir este tema hablando de doctrinas o creencias (no es correcto por ejemplo afirmar que los católicos “creen en las imágenes”), sino centrar los argumentos de uno y otro lado principalmente sobre esos dos puntos, los cuales podemos formular de este modo:

  • ¿Es este instrumento compatible con el cristianismo? (compatibilidad)
  • Y si lo es, ¿Sus ventajas superan a sus peligros? (eficiencia)

Si la respuesta a una de estas preguntas es “No”, entonces el uso de imágenes debería ser abandonado. Si la respuesta a ambas preguntas es “Sí”, entonces no hay ningún motivo para prohibir su uso, incluso sería recomendable, aunque no tiene por qué ser obligatorio (o sea, se podría ser un buen cristiano aunque nunca se usase imagen alguna). Eso explica por qué los protestantes piden a los católicos que abandonen las imágenes, mientras que a los católicos no nos preocupa el hecho de que los protestantes no tengan las suyas; nos parece una pobreza, pero no una barbaridad.

En la serie de artículos que aquí iniciamos veremos cómo ambas preguntas encuentran una respuesta afirmativa. El uso de imágenes en el culto cristiano es compatible con la Biblia y con la Tradición apostólica, y aunque ciertamente tiene peligros en caso de excesos, las ventajas que aportan superan esos peligros con creces.

Para poder responder a esas dos preguntas con los argumentos y contexto adecuados vamos a hablar en nuestra serie de artículos de diversos temas. Recordamos aquí los apartados:

INDEX

 Prólogo: La Encarnación: Doctrina protestante, fundamento católico

San Francisco orando ante el Cristo de San Damián

Título del cuadro: «San Francisco orando ante el Cristo de S. Damián» ¿Dirá alguien que San Francisco estaba orando ante un dios distinto de Jesús?

Fin

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Comentarios

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4 respuestas a “Las imágenes en el culto católico: índice e introducción”

  1. Avatar de Desmontando la Sola Scriptura | Apología 2.1

    […] Cuando ellos encuentran este tipo de contradicciones, en realidad no son tales, pues contradicción sólo existiría si los católicos interpretaran la Biblia del mismo modo en que lo hacen ellos, que sería lo mismo que pretender corregir una frase inglesa aplicando las reglas gramaticales del castellano. Cuando un protestante dice que la Tradición católica de usar imágenes en el culto contradice la prohibición bíblica de no hacer imágenes, dicha contradicción se da sólo desde la propia “gramática” protestante. Es como si decimos que la frase inglesa “The flowers are red” es incorrecta porque el adjetivo y el artículo no concuerdan en género y número con el sustantivo, siendo así que en inglés no existe tal concordancia y por tanto la frase es correcta. Para los católicos la Biblia siempre rechaza las imágenes usadas como ídolos, no las representativas, por tanto no se puede adorar a una imagen pero sí usarla como representación de otra realidad, por lo que no existe en este punto contradicción entre Biblia y Tradición. Y lo mismo ocurre en otros casos donde ellos ven una contradicción pero nosotros no. (si quiere profundizar en el tema de las imágenes católicas puede ir a este artículo) […]

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  2. Avatar de De imágenes y reliquias | Apología 2.1

    […] nuestra serie sobre las imágenes en el cristianismo hemos hecho un recorrido en el tiempo, analizando lo que nos dice Dios en el […]

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  3. Avatar de Jorge Monsalve
    Jorge Monsalve

    muy bueno esta reflexión en torno a las imágenes. Que bueno que muchos de nuestros hermanos separados comprendieran que las imágenes son solo un instrumento. gracias

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    1. Avatar de Christian M. Valparaíso

      Nada más… y nada menos

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