Hemos recibido una carta de uno de nuestros seguidores desde México y como su duda es frecuente hemos decidido publicarla para todos ustedes. La carta dice así:
Buenas noches, quiero presentarme, mi nombre es Raúl de la ciudad de México y me encanta su página, todo lo que publican en facebook y en la página de internet de apología. Quiero aclarar que soy muy ignorante en muchas cosas pero tengo mucha hambre de aprender. Hace no mucho leí una carta que publicaron, se llama: Carta de un ateo y firmó como el loco de Turín y se dirigió a un joven de nombre Christian. Yo he venido aquí a pedir ayuda, quiero reconocer que a veces me desconciertan los comentarios de los ateos y me provocan dudas de fe, no estoy muy bien formado y por eso me acerco a ustedes para pedir ayuda, asesoría. Una vez leí a un ateo diciendo que Dios creó al Hombre y mujer con el pecado original para después impregnarse en una mujer y nacer, para después ofrecerse a sí mismo en sacrificio para perdonar a El hombre y la mujer que había creado ... es decir, un concepto bobo pero según muy "racional" y que pone a Dios como un pelmazo, me hizo enojar. Quisiera me ayudaran por caridad dándome orientación y de igual manera, he deseado preguntarles ¿Que cosas en la biblia son literales o qué no? es decir, por ejemplo: ¿El diluvio? ¿Noé? ¿Job? ¿Adan y Eva? qué partes son simbólicas y cuáles históricas? Alabado sea Jesucristo. muchas gracias. Raúl M. M.
Pues esta es nuestra respuesta Raúl, espero que sirva para aclararte más las cosas y al menos para enderezar esa caricatura que te han dado. Haces bien en buscar ayuda cuando los argumentos ateos o protestantes te desconciertan. Cuando uno no sabe mucho de un tema es fácil confundirlo y convencerlo aunque sea falso, y así acaba uno protestante o ateo por no conocer su fe tal como es, y no con las caricaturas que los de fuera usan para pintarla.
El resumen de la historia de la salvación que te han hecho es una caricatura absurda, aunque puede que quien te lo dijo se lo creyera. Dios creó al hombre porque Dios es amor y su naturaleza es amar, y el amor verdadero es expansivo. El padre que ama mucho no piensa «voy a tener sólo un hijo para amarle muchísimo a él», sino que si su amor es grande sentirá que su amor crece si en vez de un hijo tiene tres o diez, pues en ese caso el amor no se diluye sino que aumenta. Dios, que es trino, es como si fuera internamente una especie de familia de tres donde el amor fluye constantemente, pero por la propia inmensidad de su amor quiso más seres a quien amar. Por eso creó a los ángeles y al hombre.
Ahora bien, la clave de todo es que el amor sólo es verdadero cuando es dado libremente. Dios podría haber creado “robots” humanos programados para amarle incondicionalmente, pero ¿quién quiere eso? ¿Tú prefieres tener hijos que te amen o que te regalen 2 o 15 robots idénticos a niños y programados para amarte continuamente? El amor de un robot es vacío, no significa nada, porque el robot no puede elegir. Una máquina programada para decirte “te quiero mucho” cada dos horas no te dará ninguna satisfacción. Por eso Dios creo al hombre con la total libertad de amar a Dios o despreciarle, pues sólo así su amor sería amor y no instinto animal o programa robótico. La regla Nº1 que nos aplica Dios es el libre albedrío, nunca nos impide hacer el mal si queremos, porque sólo así nuestro bien, nuestro amor, será libre y auténtico.
LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN: DESDE EL EDÉN HASTA LA CRUZ
Dios creó al hombre y la mujer «y vio que eran buenos», como todo lo que creó. Y no los puso en un valle de lágrimas, sino en el Jardín del Edén, tanto los amaba. No los creó con pecado para luego «divertirse» quitándoles el pecado que les había puesto, no, los creó sin pecado, perfectos, buenos, en un jardín, libres del dolor, del sufrimiento y de la muerte.
Pero para que un hombre pueda elegir libremente el bien, tiene que haber un mal que pueda rechazar, si no no tiene elección. Por eso es imprescindible que la serpiente (el diablo, el mal) entre en el Edén y se ofrezca como una elección.
Así que el hombre eligió, y eligió el mal, rechazando a Dios. Dios les dijo que si comían de ese fruto morirían (como así fue) y el diablo les dijo que no hicieran caso de Dios, que si comían de ese fruto serían como Dios. ¿Qué motivos tenían Adán y Eva para hacer caso a la serpiente si Dios, que les había creado y dado todo, les decía que no y la serpiente, que nada les había dado, les decía lo contrario? Pues aún así creyeron a la serpiente porque lo que ella les prometía les pareció a ellos que era mucho más de lo que les prometía Dios, no sólo inmortalidad sino más aún, convertirse en dioses. Resulta que en realidad ellos no amaban a Dios, ellos querían ser Dios, no amarle sino sustituirle, quitarle de su trono para sentarse ellos en él y gobernar el mundo a su antojo. El amor es darse, el egoísmo es apropiarse para sí.
Ahí estuvo el pecado, en que el hombre se amó a sí mismo más que a Dios y ocurrió lo que ocurre siempre cuando no escuchas a Dios: descubres que Dios tenía razón, que sus mandatos eran por tu bien, y que tú has sido un estúpido por no escucharle, y de paso tendrás que cargar con las consecuencias: expulsión del paraíso, trabajo, dolor y muerte. ¿Querías ser dueño de tu mundo y gobernarlo según tu juicio? Pues allá vas, a gobernar el mundo, y el Edén donde reinaba Dios con armonía se cambió por un mundo gobernado por hombres donde campaba la guerra, el hambre, la explotación, los asesinatos, los conflictos, el trabajo duro y el sufrimiento. Si buscas el porqué del mal de este mundo no culpes al Dios Creador, que lo creó bueno, culpa al hombre, que en vez de ponerse en manos de Dios eligió gobernar el mundo, o al menos gobernarse a sí mismo. Es como si tu orgulloso hijo de cuatro años te aparta del volante del coche y decide que quien va a conducir será él. Abróchate el cinturón y encomiéndate a los santos porque lo que vendrá a continuación será poco bueno. Y en resumen esa es la enseñanza de la historia de Adán y Eva. Lo que veremos a continuación es cómo la elección de nuestros primeros padres es un arquetipo de la elección habitual de los hombres, pues en todas las historias posteriores vemos una y otra vez como los hombres, con excepciones, siguen realizando esa misma elección, prefieren apropiarse en vez de entregarse.
Si Dios fuese solamente un Dios justiciero ahí podría haber acabado la historia; ellos pecaron, se hizo justicia, recibieron su castigo y asunto resuelto. Pero Dios no nos creó para tener a quien juzgar, sino a quien amar, así que aunque se hizo justicia, el amor de Dios seguía intacto y en el mismo veredicto donde Dios condena a nuestros padres les prometió también la salvación para poder regresar al estado de gracia y el paraíso. En el mismo momento en que el hombre comenzó a vivir en pecado, Dios comenzó a trabajar para traernos la salvación, y así prometió que del linaje de Eva nacería aquél que aplastaría la cabeza de la serpiente, destruyendo al mal (Jesús). Aunque como siempre, Dios no impone, ofrece. Jesús nos trajo la salvación, nos abrió de nuevo las puertas del Paraíso, pero la serpiente, que también fue expulsada del paraíso, sigue aquí con nosotros y sigue seduciéndonos. Al igual que Adán, nosotros tenemos que elegir si seguimos escuchando a la serpiente o nos ponemos en manos de Dios. Si elegimos decididamente a Dios, el Paraíso será eterno. En esta vida estamos para eso, para elegir.
Dios no planeó la salvación como un acto de magia en donde con un soplo todos quedamos limpios de pecado. El pecado son todas nuestras elecciones que nos apartan de Dios, cada pecado es un no a Dios, un rechazo a su amor. Por eso limpiarnos a todos de pecado por la fuerza significaría suprimir nuestro libre albedrío y convertirnos en robots programados para amar a Dios. Eso no sirve para nada, nuestro amor o es libre y auténtico o no es. Por tanto la manera que Dios tenía de ayudarnos a rechazar el pecado y elegir el amor a Dios tenía que ser incitándonos a nosotros a elegir libremente el amor otra vez. Por eso la salvación no podía venir solo desde arriba, con Dios haciendo un milagro que nos dejara a todos puros, sino que tuvo que venir de abajo, desde la propia humanidad. Así es como Dios, el único que puede salvarnos, entró en la humanidad como uno de nosotros para, desde nuestro mismo nivel, acompañarnos en ese camino e inspirarnos, enseñarnos y animarnos a avanzar por nuestro propio pie.
Seguimos teniendo la posibilidad de elegir a Dios o al mal, pero Jesús nos ha enseñado a discernir el bien del mal, nos ha dado múltiples herramientas para ayudarnos a vencer el mal (la Biblia, los sacramentos, la misa…) y nos ha dado la inspiración para desearlo. El milagro de Dios ha sido abrirnos de nuevo las puertas del cielo, pero Jesús ha hecho de pastor para indicarnos el camino hasta ellas y enseñarnos cómo llegar hasta allí. Su muerte en cruz el día de Pascua lanza el potente mensaje de que él mismo es el cordero pascual que se ofrecía a Dios para el perdón de los pecados, así que el significado de su muerte estaba clarísimo para los judíos de la época. Al mismo tiempo todo el sufrimiento que supuso su tortura y muerte es un potente recuerdo eterno de hasta qué punto Dios nos amó y lo que estuvo dispuesto a hacer por nosotros, así que por mucho que nosotros le amemos siempre nos quedaremos cortos, igual que el amor de un hijo nunca está a la altura del amor de un padre. Y el objetivo de todo es que en un mundo imperfecto lleno de sufrimientos, peligros, tentaciones y malas influencias, nuestro amor a Dios sea tan grande que podamos asumir o sortear todas esas dificultades sin que nos desvíen del único rumbo que da sentido a esta vida: amar a Dios. Si lo conseguimos viviremos en su amor eternamente, con la misma dicha que el amante que al fin conquista a su amada y no quiere separarse de sus brazos. Si en vez de elegir a Dios ponemos nuestro amor en las cosas de este mundo, pues tras esta vida el mundo se irá y nuestro amor seguirá allá donde lo hayamos puesto, solo que ahora se ha quedado vacío y viviremos eternamente con la angustia y la frustración de quien ama lo que no tiene. Así es el amor, así es esta vida, y es una historia de amor maravillosa si tan solo no perdemos de vista cuál es el sentido de todo esto.
HISTORIAS LITERALES E HISTORIAS ALEGÓRICAS EN LA BIBLIA
Preguntas qué cosas son literales y cuáles figurativas en la Biblia. No es fácil esa respuesta porque hay muchos niveles de figuración. En principio, desde el punto de vista puramente espiritual, podemos considerar que todo lo que cuenta la Biblia ocurrió así como se cuenta y hemos de sacar de todo ello las enseñanzas que tienen. Creer que Adán y Eva existieron de verdad no supone ningún problema desde el punto de vista de la fe, pues su enseñanza es auténtica y verdadera. Es principalmente la mentalidad del hombre moderno la que le lleva a querer saber si esos sucesos fueron objetivos o subjetivos, si ocurrieron así como se cuentan o es una historia inventada o algo intermedio. Saber eso serviría para satisfacer nuestra curiosidad intelectual, pero ni quita ni pone a la verdad que esa historia transmite, así que la verdad de ese relato será la misma tanto si ocurrió así como si ese relato es una metáfora de lo que verdaderamente ocurrió. El Génesis nos cuenta que Dios ha creado todo lo que existe, y nos lo cuenta en unas pocas páginas de forma magistral. Imagina si a los pastores de hace 5 o 10 mil años les quieren contar que Dios creó todo y para ello escriben un libro entero explicando las teorías astrofísicas del big bang, la física cuántica y la teoría de la evolución de las especies. Sería absurdo y la gente normal no entendería nada. Y aunque lo entendieran, el Génesis no pretende explicarnos cómo se creó todo, sino explicarnos la relación entre Dios y el hombre, y eso no se explica con fórmulas ni descripciones, sino como magistralmente lo hace la Biblia.
La Biblia no es un libro hecho para eruditos ni pensado para que conozcamos la historia del mundo o la ciencia, sino un libro para que conozcamos la naturaleza humana (en todas sus virtudes y sus miserias), la naturaleza de Dios (en toda su justicia, bondad y confiabilidad) y la relación de Dios con el hombre así como la forma en la que Dios va desplegando al ritmo humano su plan de salvación. Por eso hay que buscar allí verdades espirituales, no verdades científicas ni históricas. La pregunta de si tal escena ocurrió tal cual se cuenta o no es una cuestión que le interesará al historiador, pero para el creyente que busca en la Biblia el mensaje de Dios, eso no es relevante en absoluto.
Dicho esto, no podemos negar que el plan de salvación es un plan que se desarrolla en la historia, no en un mundo mitológico. El Yahveh del Antiguo Testamento se relaciona con su pueblo dentro de la historia, acompañándolo, ayudándolo, instruyéndolo, castigándolo y amándolo dentro de su historia. En el Nuevo Testamento Dios entra aún más de lleno en la historia y pasa a ser un elemento de ella, relacionándose ahora con nosotros desde dentro, como uno de nosotros, pero sin por ello dejar de ser Dios. Su muerte y resurrección son sucesos históricos que provocaron un movimiento histórico que creó una Iglesia histórica que transformó la sociedad.
Por tanto es justo y necesario considerar que la Biblia habla de Dios y la historia humana, pero nos narra los acontecimientos no al modo de crónicas históricas sino de forma que podamos entender en todo momento la verdad de lo que está pasando, la interpretación y significado de las cosas que ocurren, lo que hay en los corazones tanto como lo que se ve por fuera. Por poner un ejemplo, si la lucha entre Jacob y el ángel de Dios fue una lucha física real que un espectador pudiera ver, o si fue una lucha interior o incluso un sueño, eso importa poco en la Biblia, pues lo importante es que esa lucha, ese diálogo y esas consecuencias fueron reales y su impacto fue el mismo haya sido un acontecimiento físico o espiritual, pues no es más real lo que ocurre en un plano o en otro (la realidad física o la espiritual), así que lo que importa es que esa lucha ocurrió, y en ella Jacob y Dios interactuaron verdaderamente. Sin embargo el historiador recogería como acontecimiento real esa lucha sólo si fue física y puede ser «fotografiada», es decir, si cualquier observador externo la puede contemplar de la misma forma, pero si fue una lucha interior o “arrebatado en el espíritu” entonces no la consideraría un acontecimiento real. Ahí hay una gran diferencia, el historiador moderno se limita a considerar real e histórico sólo los hechos físicos objetivos externos, pero la Biblia va del espíritu más incluso que de la materia, así que real es todo lo que ocurre realmente, sea en el plano físico como en el plano espiritual. Incluso un mismo suceso objetivo y externo adquiere una dimensión muy diferente si sabemos cuál es el proceso espiritual que lo acompaña, así que una misma cosa vista por un historiador objetivo y vista por Dios, puede ser narrada de formas muy diferentes porque el historiador sólo ve una pequeña parte de lo que está ocurriendo y Dios lo ve y lo comprende todo, por lo que el cronista bíblico que escribe inspirado por Dios nos narrará ese suceso de una forma muy diferente y mucho más verdadera y exacta.
Con esto no quiero decir que cada vez que la Biblia habla de apariciones, de ángeles, de Dios que habla, etc. son siempre cosas espirituales no físicas, como dicen los modernistas que ya no creen en milagros ni nada que no sea de este mundo. Desde luego que no, pero parece que parte de esos sucesos que encontramos en la Biblia son exteriores y parte son interiores. A veces la propia Biblia lo aclara. Por ejemplo cuando el arcángel Gabriel se aparece a María lo hace en su cuarto, pero cuando el ángel se aparece a José para decirle que el niño está en peligro y que huya a Egipto para ponerlo a salvo, se nos dice que el ángel se lo dijo en un sueño, lo que no significa que el anuncio fuera menos real. Dios envió a José un ángel para darle este aviso, y el ángel se lo dio en sueños, pero un historiador presente en la escena sólo habría visto a José durmiendo así que su conclusión sería que lo del ángel se lo inventó alguien. También hay muchas ocasiones en donde, al contrario, la Biblia insiste en que tal acontecimiento es físico, como cuando Jesús le pide a Tomás que meta el dedo en sus llagas para cerciorarse de que está verdaderamente ahí físicamente con ellos. Pero en general a la Biblia no le importa mucho aclarar cuándo una intervención divina se produce en el plano físico y cuándo en el plano espiritual, porque no es relevante. En ambos casos la verdad y el efecto es el mismo.
Dejemos ahora a un lado las escenas y miremos que pasa en general con los libros bíblicos, que es por donde creo que iba tu pregunta. Como he explicado, esto ya tiene más que ver con nuestra curiosidad intelectual que con nuestro aprendizaje espiritual, así que si alguien no está de acuerdo da igual a efectos religiosos, siempre que acepte todas las historias como Palabra de Dios.
Los textos alegóricos provienen de tradiciones orales que se han transmitido durante cientos, miles de años o algunos mucho más (el hombre antes de tener escritura transmitía sus historias con bastante exactitud de generación en generación sin permitir que se perdieran pues eran su identidad de tribu). En estas historias se conserva el mensaje, la verdad de los acontecimientos, pero con el tiempo los detalles se van adaptando al relato, adornándose, convirtiéndose más en arquetipos cargados de significado, eliminando todo elemento superfluo… y el resultado final es el mito. Estamos acostumbrados a identificar «mito» con «historia falsa», pero en realidad un mito siempre suele ser una historia real que poco a poco ha ido modelándose y reduciéndose a sus elementos de significado esenciales, de forma que se transforma en una metáfora de algo muy real. Es como una larga e inabarcable historia destilada y condensada en su más concentrada esencia, de modo que degustando unas gotas adquirimos la sabiduría y el conocimiento de miles o millones de páginas de vida. También los mitos paganos surgieron así, pues se trata de un mecanismo humano universal. Muchos de los mitos griegos han sido utilizados por los historiadores para reconstruir las migraciones y conflictos entre los pueblos del Mediterráneo miles de años atrás, y los mitos tibetanos e hindúes nos dan también pistas sobre la sociedad y cultura de los pueblos indoeuropeos que se establecieron allí hace miles de años. Por tanto no podemos despreciar un mito como si fuera un cuento inventado, y mucho menos si es un mito inspirado por Dios. Los mitos de la Biblia están basados en acontecimientos históricos, pero con el tiempo han ido siendo condensados en metáforas que pierden parte de los detalles históricos pero a cambio ganan enormemente en los significados espirituales. Por regla general podemos considerar que cuanto más antigua es una historia más tiene de mito. Un historiador ateo lo interpretaría como que las historias antiguas se van oscureciendo y cada vez ofrecen menos certezas. Un cristiano lo debe interpretar como que las historias antiguas se van condensando y ganando fuerza y brillo, pues como un en proceso depurativo, la historia va perfeccionándose y puliéndose para que su mensaje sea más claro. Podemos resumir en que estos relatos han perdido en certezas objetivas, pero a cambio han ganado en certezas interpretativas, y puesto que su fin es el de enseñarnos verdades, ese cambio es una gran mejora. Un mito bien construido puede transmitir la verdad con mucha más claridad y fuerza que una historia real narrada al detalle, y por eso también en la Biblia encontramos mitos además de historia.
Dicho esto, miremos ahora qué textos son históricos (incluyendo los que describen sucesos espirituales, no solo los físicos) y qué textos son alegóricos, según lo que los estudiosos consideran más probable.
Incluso en los mitos más mitológicos se encierran antiguas verdades históricas, pero podemos decir que cuanto más antiguo es un pasaje bíblico más se ha mitificado. Basándonos en esto nos atrevemos a señalar, muy grosso modo, que hay grandes fases sucesivas en la Biblia:
1- Desde la Creación del mundo hasta Abraham tenemos mitos puros, aunque se basen en hechos reales.
2- Desde Abraham hasta Moisés tenemos relatos históricos pero mitificados.
3- Desde Moisés hasta David tenemos relatos históricos pero narrados con un estilo épico y glorioso, igual que todas las grandes civilizaciones del pasado glorificaron sus gestas de guerra en sagas donde los hechos objetivos se presentan desde una óptica muy subjetiva. Esta para nosotros es la parte quizás más difícil de la Biblia porque se trata de la parte en la que Israel abandona la esclavitud y se pasa años conquistando a sangre y fuego la Tierra Prometida (y luego luchando por no perderla) en una época en donde todos estos pueblos vivían según la ley de la selva de comer o ser comido. Nosotros, que la mayoría vivimos en sociedades estables y seguras, nos podemos dedicar a ser misericordiosos con el enemigo (que sólo vemos en la tele), pero ellos tenían que sobrevivir, y si mostrabas clemencia con un guerrero sabías que ese mismo guerrero volvería mañana y te mataría a ti o a tus hijos. Por si eso fuera poco, el estilo épico de la narrativa lleva a exagerar las guerras y las masacres, y así por ejemplo vemos a los israelitas arrasando ciudades, matando a todo el mundo, y no mucho después esa misma ciudad que habían arrasado les hace la guerra de nuevo, así que no olvidemos que la épica exagera grandemente, ni olvidemos que no podemos juzgar a un pueblo que luchaba en defensa propia para sobrevivir. Si tu entorno se rige por el comer o ser comido, nadie puede criticarte por comer. Lo sorprendente en los relatos de este período no es la cantidad de violencia que hay, que era lo normal en aquellas sociedades, sino ver cómo en medio de esos relatos se va abriendo paso un sentido cada vez más fuerte del amor y la misericordia.
Podríamos objetar que si Dios es el que inspira estos textos debería haber mantenido el tono más realista, pero es que Dios no dicta el texto, lo inspira, y deja que los hombres se expresen según su cultura, modo y costumbre. Dios se baja hasta nuestro nivel para luego ir poco a poco educándonos en verdades más elevadas que nos ayuden a ir ascendiendo, y así a través de los siglos fue levantando a su pueblo desde la barbarie hasta un nivel moral superior, y el mejor ejemplo de ese hombre viejo que sigue tendiendo a la barbarie pero que ya comprende dónde está la luz y desesperadamente intenta una y otra vez avanzar hasta ella, es el rey David.
4- A partir de David el reino de Israel se convierte en una civilización mucho más organizada y poderosa, así que se disponen de muchos registros y crónicas que luego serán usadas para escribir los libros de Samuel, Reyes, etc. Desde David hasta el siglo primero los relatos que tenemos podemos considerarlos crónicas históricas tal cual, sin olvidar que la forma que tenían los antiguos de escribir la historia no pretendía ser objetiva, sino educativa y modélica.
5- Por último tenemos el Nuevo Testamento que es básicamente una recopilación de hechos históricos, aunque sin olvidar nunca que el objetivo no es satisfacer nuestra curiosidad sobre qué pasó, sino comprender qué es lo que pasó; siempre el objetivo de la Biblia es transmitirnos el significado de las cosas, no simplemente describirlas.
Además de esto no olvides que algunos de los libros de la Biblia no son históricos, sino que hay varias novelas ejemplares, aunque se puedan basar en hechos reales (como el libro de Esther o Rut), libros de sabiduría (Proverbios, etc.), recopilaciones de oraciones (Salmos, etc.) literatura apocalíptica formada por visiones (Apocalipsis, Daniel, etc.) etc. No podemos leer toda la Biblia como si fuese un libro de historia donde todo es literal, si la leemos así no entenderemos muchas cosas y a veces nos escandalizaremos mucho.
LA MENTALIDAD MODERNA
Aunque de todas formas para la gente actual escandalizarse es algo muy sencillo, basta con que algo no se ajuste a lo políticamente correcto para que nos escandalicemos y lo rechacemos. Pensemos que Dios no cambia, es el mismo siempre, pero la sociedad humana cambia, y en las últimas décadas está cambiando a una gran velocidad. Para que el hombre actual siga pensando que el Dios de la Biblia es bueno y maravilloso, igual que lo pensaba antes, tendría que reescribir la Biblia y transformarla en algo que se ajuste a las modas políticas y sociales de hoy. Habría que convertir a Dios en madre y llamarla “ella” (algunas iglesias protestantes ya lo han hecho), borrar todos los castigos divinos porque castigar está ya muy mal, María Magdalena debería ser en realidad un hombre trans, para no discriminar a ese colectivo, Jesús debería haber elegido a 7 apóstolas y 5 apóstoles, la mitad de ellos gays, y debería prometer a todo el mundo que haga lo que haga tiene el cielo garantizado, porque Dios no discrimina (eso ya lo piensan muchos incluso entre los obispos católicos, y probablemente el papa, se llama “universalismo”). Y para que quede claro que Jesús realmente vino a salvar al mundo habría que incluir un discurso sobre la necesidad de salvar a las ballenas y al Amazonas. Y así habría que hacer muchos cambios, porque lo que hace 50 años nos parecía bueno ahora nos parece malo, así que habría que cambiar la Biblia para que siga pareciendo buena, si no será un libro perverso que acabarán prohibiendo por causar daño moral.
El tema es que Dios no cambia, y Dios es el referente de lo que es el bien y el mal. Si la gente cambia y ahora a lo bueno lo llama malo y a lo malo bueno, la solución no es cambiar la imagen de Dios para que todos sigan pensando que es bueno (esa es la posición de muchos dentro de la Iglesia). No, la solución es intentar convertir a la gente para que no se aleje de la referencia que marca el bien. Dios no sólo es bueno, él es la Bondad, la vara de medir el bien; si ahora a ti Dios te parece malo (hablo en modo impersonal), el problema no es de Dios, que está donde siempre ha estado, sino de ti, que te has alejado del bien hasta el punto de confundir ahora el bien con el mal. Los que en vez de intentar cambiar al mundo para que se parezca más a Dios, se esfuerzan por cambiar la imagen de Dios para que sea más grata al mundo, además de blasfemar están llevando a la gente su condenación en lugar de su salvación, y cuando estén ante su Juez tendrán que dar explicaciones de lo que han hecho. Una sociedad sin Dios vaga sin rumbo ni destino en un continuo cambio que puede dirigirnos a cualquier tipo de horrores siempre cambiantes. Dios es la roca, el eje, el referente que siempre está ahí y nunca cambia. Cuando todo el mundo cambia y la sociedad parece haber enloquecido, Dios es lo único que te permite mantener la cordura, el rumbo, y saber de dónde vienes y a dónde vas. Cuando suben la Pachamama a un altar no te dejes confundir, Dios no cambia, quienes cambian son los hombres. En el cristianismo lo que estaba mal hace mil años sigue estando mal hoy.
Dios sigue ahí, sigue amándonos, pero la mayoría de la gente hoy prefiere escuchar a la serpiente y sus engaños, convencidos de que siguiendo sus mentiras encontrarán la felicidad, y engañando a más y más personas se ha vuelto tan osada que ahora incluso campa a sus anchas por el interior de nuestra Iglesia, pues se le hacía poco infectar a los gobiernos, partidos e ideólogos de este mundo. Pero la opción sigue ahí, escuchar a Dios o hacer caso a la serpiente. Cada uno tendrá que elegir y asumir las consecuencias, y de nada sirve mirar a ver qué elige la mayoría, pues aunque toda la humanidad eligiera el pecado, no por ello dejaría de ser pecado, así que no busques la verdad en el mundo porque este mundo postcristiano ya hizo su elección y ahora presiona con todo su poder para imponértela.
Un saludo Raúl
Estimado Christian estoy gratamente sorprendido por todo lo que me has respondido, es realmente para mi poca preparación un motivo para releer muchas veces tu respuesta, pero lo haré con mucho gusto porque me ayuda demasiado, mi cerebro necesita con agrado deglutir y saborear nuevamente todo lo que expresas, mi corazón, mi alma quedan de algún modo muy tranquilos y reconfortados por las líneas que escribes, llenas de fe, de reflexión, de motivación … De Dios. Christian, Dios es el motivo de mi existencia, mi sentido de vivir junto con mi esposa, Dios es todo para mí y siempre he deseado entender la escritura, lo que escribes lo leeré y releeré cuantas veces sea necesario, le has hecho mucho bien a mi alma llena de dudas, si me lo permites, leeré de nuevo y volveré a comentar en el transcurso de este día. Bendecido seas y alabado sea Jesucristo. No me despido. 🙏🙂 Atte: Raúl M M
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Pues qué decir Raúl, tu efusivo agradecimiento compensa con creces el placer de nuestra respuesta.
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Estimado Christian muchas gracias de nuevo, es una bendición que exista este espacio y personas como tú qué por gracia de Dios nos dan sus opiniones y consejos, Bendecido seas, seguiré como siempre leyendo todo lo que hay en éste espacio de apología. Recibe un fuerte abrazo con mucho respeto.
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Excelente resumen aunque me surgió una duda cuando leía.
Si Dios es bueno y nos crea por amor nuestra existencia es un regalo. Es decir ¿existir es mucho mejor que no existir? ¿Qué se le puede responder a un pesimista que sostiene que ante el sufrimiento de esta vida e incluso la condenación eterna hubiera sido mucho mejor que el ser humano no hubiera sido creado?
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El sufrimiento de esta vida es un suspiro comparado con la felicidad eterna, practicamente ni cuenta. En cuanto al infierno, pues efectivamente, el mismo Jesús dijo sobre Judas «más le valdría no haber nacido». Si Dios creara a algunos para la condenación (como dicen los calvinistas) entonces sería un acto de creación cruel, pues los crea para sufrir, pero Dios no crea a nadie para condenarse, eso lo elegimos cada uno.
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