Introducción
El Cisma Alemán
Los obispos alemanes están ya de facto en cisma con la Iglesia de Roma, sin declararlo oficialmente pero desobedeciendo al papa sin ningún disimulo. Los cambios doctrinales y de funcionamiento que han votado casi sin nadie en contra desafían a Roma y contradicen al Catecismo de la Iglesia Católica, y aunque por ahora lo presentan formalmente sólo como peticiones de cambio, lo cierto es que pretenden que sea desde ya su nueva hoja de ruta. Muchos obispos ya han dicho que implementarán todas esas innovaciones en sus diócesis (otros no han dicho nada pero lo harán igualmente) y más de un obispo ha dejado claro sin mucha diplomacia que si a Roma no le gusta, peor para Roma. El mismo presidente de la conferencia episcopal alemana Gerhard Marx ha anunciado que irá a Roma no a presentar sus propuestas y pedir la aprobación del santo padre, sino simplemente a informar al papa de lo que ellos han decidido. Ya ha empezado la segunda edición de la Ruptura Protestante de Lutero.
Para los que no están muy al tanto de lo que ocurre en la Iglesia y se sorprenden de que hablemos de un cisma alemán, esto ya viene de lejos, veamos un puñado de medios que hablan del tema:
¿Está la Iglesia católica alemana al borde del cisma? -periódico católico El Debate
Otro cisma alemán mientras arde Roma – periódico La Razón
Alemania, el cisma ha empezado – blog Infocatólica
El obispo Strickland pide al papa que detenga el cisma en Alemania – blog Infovaticana
Cisma en Occidente y Francisco en Disney plas – periódico Diario 16
Mucho más moderados son los medios más afines a la mentalidad que mueve el cisma alemán y que celebran el desafío pero no admiten que eso suponga una ruptura. Como muestra este titular:
Esa es en definitiva la postura que proclama la iglesia alemana, que van a desobedecer a Roma en muchas cosas (no sólo en las bendiciones a parejas gays y adúlteros) pero que en absoluto van a ir al cisma. No es de extrañar que casi todos los obispos de Alemania hayan decidido apoyar la herejía, pues su nivel de formación católica parece tan lamentable que desconocen que un cisma consiste precisamente en eso, en desobedecer a Roma y tomar decisiones por su cuenta, de manera que el titular anterior es sencillamente un oxímoron, una contradicción, igual que hablar de un movimiento estático o de una caja llena de nada. Desobedecer la autoridad de Roma y descartar un cisma es como robar una casa y descartar que estés infringiendo la ley.

Pero ya entrando en el tema, no estaría de más ser más precisos y afirmar con total claridad que aquí no estamos hablando de una iglesia cismática, sino de una iglesia apóstata. Lo que acaban de hacer los alemanes (por segunda vez desde Lutero) no es solamente desobedecer a Roma oficialmente, sino romper con algunas doctrinas católicas y decidir avanzar por un camino que tiene como finalidad seguir rompiendo con más y más doctrinas en el futuro: “esto no termina aquí, es sólo el comienzo”, dijo la presidenta del ZdK, coorganizadores de este Camino Sinodal.
Eso ya no es un simple cisma, eso es una apostasía. Su dirección no les lleva a convertirse en otra especie de Iglesia Ortodoxa, en cisma con Roma pero con las mismas doctrinas, sino a convertirse en una iglesia nacional alemana, una denominación protestante más. Esto ya llevó al papa, que hace meses que lo veía venir, a aquella famosa declaración de que “Hay una muy buena Iglesia evangélica en Alemania. No necesitamos dos.”
Ante un desafío de esta magnitud, ¿qué ha hecho el papa? Sacar un rescripto poniendo aún más trabas a los católicos tradicionales, pues según él (o tal vez según sus asesores), ellos son el verdadero problema de la Iglesia actual, y no los alemanes, que son simplemente gente algo confusa y desobediente. ¿Qué han hecho los obispos del mundo? La mayoría tampoco nada, a pesar de ser ellos, junto con el papa, los encargados de custodiar la pureza de la fe y velar por la unidad de la Iglesia. ¿Alguien puede explicar qué es realmente lo que está pasando aquí?
Pero no sólo ellos, por aquí y por allá, por todo el mundo vemos a muchos obispos supuestamente católicos defender herejías idénticas a las defendidas por los alemanes, sin ningún complejo, y muchos piensan que lo de Alemania no es un verdadero problema de ruptura porque sencillamente confían en que el Camino Sinodal que dirige actualmente Roma, el “sínodo de la sinodalidad”, termine imponiendo en toda la Iglesia las mismas herejías que Alemania ya ha votado.
El referente doctrinal para todos ellos ya ha dejado de ser Roma, tampoco el Catecismo, ni siquiera la Biblia, sino las modas ideológicas que imperan en este momento. El universo “woke” se ha infiltrado en la Iglesia y muchos obispos prefieren agradar al mundo antes que seguir a Jesús. Peor aún, mientras muchos obispos defienden abiertamente la herejía y rechazan sin pudor las enseñanzas de la Biblia y del Catecismo, son muchos más los obispos que cobardemente callan. Como dijo el filósofo E. Burke: “para que el mal triunfe, basta con que los buenos no hagan nada”.
Pero no echemos la culpa a todos los obispos, no sería justo. Hay unos cuantos que sí han alzado su voz denunciando esta situación. Apenas unos cuantos. Lo normal es que las voces de denuncia contra la herejía, pocas y a menudo tímidas, raramente vengan de obispos y cardenales. Los pocos que se atreven aún a defender la fe y a predicar la sana doctrina heredada de los apóstoles proceden casi todos de laicos o del clero raso, sacerdotes que se arriesgan a ser cancelados (y a menudo lo son) por “crear enfrentamiento” (Mateo 10:34).
Es cierto que todos debemos obediencia a los obispos, y más al de Roma, pero las doctrinas católicas están recogidas en el Catecismo de la Iglesia Católica, y a nivel doctrinal el catecismo es una autoridad superior a la de cualquier obispo, excepto el de Roma (que no obstante tampoco puede cambiar doctrinas pero ese asunto es más complejo y no viene ahora al caso). Por eso si un obispo contradice al Catecismo, cualquier cristiano, sacerdote o laico, tiene el derecho y el deber de pedir que rectifique, así como el papa tiene el deber de exigirlo o deponerlo.
.
EL discurso de Calvin Robinson
Pero no crean que esta traición es sólo cosa de Alemania o de sectores de la Iglesia Católica en general, hay otras iglesias que hace tiempo lideraron estos cambios y en donde la situación ya es bastante peor, más heréticas y más desintegradas. Aquí les traemos a un diácono anglicano, Calvin Robinson, mostrando un enorme valor para enfrentarse, con la palabra de Cristo en la mano, a las herejías de sus obispos. En un debate organizado por la Oxford Union, él y un compañero defienden las doctrinas cristianas sobre el matrimonio enfrentándose cara a cara a tres obispos de la Iglesia de Inglaterra (los obispos de Buckingham, de Dudley y de Worcester) los cuales defienden cambiar esas doctrinas para permitir el llamado matrimonio gay, y lo peor de todo, lo hacen aun reconociendo que al hacerlo están alejándose de lo ordenado por Jesucristo.
La propia institución Oxford Union, antaño nacida para promover el debate libre en la libertad de expresión, estuvo a punto de cancelar este debate porque muchos exigían prohibir ideas contrarias a lo que consideran debe de ser el pensamiento único. Finalmente le permitieron a Calvin expresar sus ideas cristianas, pero durante las diferentes partes del debate el clima de hostilidad contra él era asfixiante, llegando al punto de recibir fuertes insultos que interrumpieron sus discursos en varias ocasiones. Tal como era de esperar, perdió el debate por 186 votos estudiantiles en contra y sólo 41 a favor.
No es de extrañar tampoco que después de este debate el diácono Calvin Robinson fuese expulsado del clero anglicano. Pero Calvin no fue derrotado, él no estaba luchando por sus intereses, estaba luchando por Jesús, y sabe que esa batalla la ha ganado él.
“Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí primero.”
(Juan 15:18)
«Bienaventurados seréis, cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os apartaren de sí, y os denostaren, y desecharen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos en ese día y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de la misma manera a los profetas.»
(Lucas 6:22-23)
Aquí publicamos el vídeo del discurso final en inglés, y a continuación ofrecemos la traducción del discurso (y la transcripción original inglesa en el anexo final). Como homenaje a Calvin el valiente, y por ver si ante su ejemplo más de uno entre nuestras filas católicas se anima también a denunciar la herejía allí donde se levante.
Transcripción del vídeo:
“Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón te sean agradables, oh Señor.”
Podría decir «gracias por vuestra cálida presentación», pero creo que mejor voy a decir «gracias por la invitación»; eso es mucho más caritativo. Es un verdadero placer hablar aquí esta noche, en serio. Estoy encantado de estar de vuelta en Oxford Union. No hace mucho que estuve aquí y estoy muy feliz de ser parte de una organización que todavía defiende la libertad de expresión, que sigue defendiendo la diversidad de pensamiento y opinión, yendo en contra del relato académico del siglo XXI. Les felicito por eso.
La verdad es que este discurso me ha costado. Incluso he tenido problemas para dormir esta semana. No tengo miedo escénico, nunca me pongo nervioso cuando salgo en televisión; hace poco he debatido en Cambridge Union y Durham Union sin ningún problema. Pero en este caso hay algo muy diferente. Me ha estado causando ansiedad. Así que alguien amablemente me envió la cita de Lucas capítulo 12, versículos 11 al 12, que dice: “Y cuando os lleven ante las sinagogas y ante los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis por cómo os debéis defender o qué debáis decir, porque el Espíritu Santo te enseñará en esa misma hora lo que debes decir.”
Sé que hay algo un poco irónico en que venga aquí con un discurso después de eso, pero ¿por qué siento ansiedad por esto? Bueno, nos enfrentamos a las autoridades: tres obispos de la Iglesia oficial. Eso significa que o estoy yo equivocado y los cristianos han estado enseñando incorrectamente durante los últimos dos mil años (o judíos y cristianos durante los últimos cuatro a seis mil años), o tenemos líderes de la Iglesia que intentan arrastrar a la Iglesia a la apostasía. Ninguna de las dos formas es buena.
Las consecuencias son graves. Este debate no sólo está ocurriendo en esta cámara, este debate también está teniendo lugar ahora mismo en la Cámara de Obispos [órgano de gobierno de la iglesia anglicana]. Hay un número cada vez mayor de obispos que alzan la voz para pedir que se cambie la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, y el resultado es el abandono espiritual de los anglicanos en todo el país.
A lo mejor es que me he formado en el último seminario anglicano sano que queda en este país, aquí mismo, calle arriba, en el St Stephen. Y claro, yo no soy más que un diácono novato, así que tal vez me esté equivocando. Por eso mejor vamos a consultar a personas más sabias que yo, empezando por los Padres de la Iglesia.
Santo Tomás de Aquino, en su Summa Theologica, dice con total claridad que el Matrimonio se produce entre un hombre y una mujer con la finalidad de engendrar hijos y velar por su bien dándoles una buena educación y el desarrollo necesario para que contribuyan a la perfección de la comunidad y la adoración de Dios.
San Pablo describe el matrimonio como: “Por tanto, deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”, pasaje que está reflejando el lenguaje de Génesis, donde Dios le dice al hombre y a la mujer: «Creced y multiplicaos«.
Tanto Tomás de Aquino como Pablo se refieren al Matrimonio como un Sacramento. Un misterio santo en el que un hombre y una mujer se unen en unión conyugal con el potencial de ser bendecidos por la gracia de Dios con hijos, para formar una familia para la adoración de Dios.
La gente suele argumentar en este debate, «sabemos más sobre la homosexualidad ahora que entonces». Tal vez sea así. Pero ¿realmente vamos a sugerir que Dios sabía menos que nosotros ahora? Porque o toda la Escritura es inspirada por Dios, o no lo es. O creemos en Cristo, o no lo hacemos.
Vamos a referirnos a otra fuente, el Libro de Oración Común, una de las colecciones de documentos anglicanos, una autoridad de liturgia y catecismo en la Iglesia Anglicana. El Libro de Oración enumera tres razones decretadas para el matrimonio:
• Primero, fue ordenado para la procreación de los hijos, para ser criados en el temor y la naturaleza del Señor, y para alabar su santo nombre.
• Segundo, fue ordenado como remedio contra el pecado y para evitar la fornicación; que tales personas que no tienen el don de la continencia puedan casarse y mantenerse como miembros inmaculados del cuerpo de Cristo.
• Y en tercer lugar, fue ordenado para la mutua sociedad, ayuda y consuelo, que uno debe tener del otro, tanto en la prosperidad como en la adversidad.
Si miramos más al exterior, a la Iglesia Católica, en el Catecismo de la Iglesia Católica el matrimonio [es descrito como]:
“La alianza matrimonial, por la cual el varón y la mujer establecen entre sí una asociación para toda la vida, está por su naturaleza ordenada al bien de los cónyuges y a la procreación y educación de la prole; esta alianza entre bautizados ha sido elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de un sacramento«.
En el plan de Dios esto se conoce como matrimonio.
Entonces, ¿estamos buscando alterar el catecismo sólo de la Iglesia Anglicana o también de la Iglesia Católica? ¿Deberían todos ‘ir con los tiempos’?
2000 años de doctrina cristiana no pueden ser alterados por el capricho de unos pocos obispos liberales. Lo que está ordenado por Dios no puede ajustarse para adaptarse a nuestros nuevos puntos de vista progresistas liberales. El matrimonio es heterosexual y monógamo y debe estar abierto a la posibilidad de tener hijos.
La Biblia respalda todo esto. Es muy claro en todo este asunto. Ya sean nueve versos o 32.000 versos, el matrimonio es entre un hombre y una mujer con el propósito de procrear. El sexo fuera del matrimonio es un pecado, y eso es lo mismo para los heterosexuales que para los homosexuales. De todas maneras, la Biblia también deja muy claro que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo son abominables.
Y antes de que algún listillo empiece a preguntarme si estoy usando telas mixtas, hay una diferencia entre las leyes morales y las leyes ceremoniales. No podemos tampoco olvidar que Cristo vino a llevar las Leyes Antiguas a su plenitud. Y además, tanto el tema del matrimonio como el de la homosexualidad también se abordan en el Nuevo Testamento: en las epístolas de Pablo, pero también en los Evangelios. Jesús sí habla de matrimonio en Marcos y Mateo, ambos en el contexto de la unión heterosexual.
Así que mi pregunta a los obispos sería, ¿ya no creemos en la autoridad de las Escrituras? ¿Podemos elegir a qué partes del Evangelio nos adherimos?
La Iglesia después de todo es la novia de Cristo, como hemos escuchado antes; Jesús es descrito como el novio, para que sepamos cómo se relaciona con nosotros. Dos novios no tendrían sentido; Cristo ya está en unión con el Padre y el Espíritu Santo; somos nosotros a quienes nos está invitando a entrar. Pero lo que estamos viendo aquí es dos novias; la Iglesia está intentando casarse consigo misma y dejar a Cristo fuera del cuadro.
Estamos hablando directamente de socavar el plan de Dios tal como él nos lo ha revelado. Estamos reemplazando su autoridad con la nuestra. Si el matrimonio ya no es entre un hombre y una mujer, ¿estamos abiertos a la idea de la poligamia? Despreciamos el aspecto heterosexual, así que ¿por qué no el aspecto monógamo también? Si “el amor es amor”, como seguimos escuchando, ¿quién puede decir que tres hombres amándose no es más amor que dos hombres amándose? ¡Vergüenza y herejía!
Y estoy seguro de que alguien en esta cámara ya habrá acordado esta noche en el eslogan «el amor es amor», pero aquí no se trata de que «el amor es amor», se trata del matrimonio, el sacramento del santo matrimonio. Está directamente conectado con el amor, pero no es la definición de amor. Demasiadas personas pronuncian esas palabras y confunden el significado del amor. “Agape”, el contexto bíblico del amor, es un amor divino, es un amor sacrificial, no es lujurioso. La gente a menudo confunde el sexo con el amor, es un grave error; hemos oído decir eso de sobra. Pero, por supuesto, los ateos a menudo repiten como loros las palabras «Dios es amor» y también hemos escuchado esa expresión esta noche, de nuevo sin entender lo que están diciendo. Sí, Dios es amor, pero Él establece los términos, no nosotros.
Otro de los términos que hemos oído mucho es el de la «inclusividad». ¿Debe la Iglesia ser más inclusiva? De nuevo, es sólo un juego de palabras, un alardeo de superioridad moral. Esto no es más que “parecer bueno” en lugar de “ser bueno”. La Iglesia debe ser absolutamente inclusiva. Cristo pasó tiempo con recaudadores de impuestos y prostitutas, pero son ellos los que se fueron cambiados, no Cristo. Somos seres caídos, por lo tanto, todos somos pecadores. La Iglesia está abierta a los pecadores, ¡claro que sí! Ese es el propósito de la Iglesia, no el de animar a la gente a seguir pecando. Nuestro deber como clérigos es ayudar a las personas a llegar hasta Cristo; ayudarles a que se alejen del pecado, no a que lo abracen y se reafirmen en él.
Conozco a muchas personas LGBT que viven vidas en Cristo. Se abstienen de la gratificación sexual para estar más cerca de Dios, y no es fácil, realmente no lo es. tal vez no sea justo, pero es correcto y es bueno. Y estas personas están siendo defraudadas. He tenido gente llorando, diciendo “Podría haberme casado pero hice lo que la Iglesia me enseñó que era correcto, y ahora la Iglesia dice que se equivocó todo el tiempo. He desperdiciado mi vida”.
Como cristianos estamos llamados a “estar en el mundo” pero no “ser del mundo”. La trampa en la que estamos cayendo en este debate es mirar a la Iglesia a través de los ojos del Mundo, y no a través de Su Reino. En el mundo secular ya tenemos igualdad ante la ley. Las personas pueden entrar en uniones civiles o incluso en el llamado “matrimonio homosexual” fuera de la Iglesia, y esa es su prerrogativa. Sin embargo, la fe es inherentemente discriminatoria. Dios es discriminatorio. Él pone condiciones para que entremos en su Reino Celestial. No es “barra libre para todos”; tenemos que alejarnos del pecado, arrepentirnos y seguir a Cristo.
Y quiero ser más específico: el problema es el pecado, no el pecador. Cada persona es amada por Dios, y Dios nos perdona a todos nuestra depravación, pero tenemos que alejarnos de nuestros pecados y volvernos hacia él, y parece que el jurado que tengo frente a mí se ha olvidado de separar al pecado del pecador. Es posible denunciar el pecado al mismo tiempo que se da la bienvenida al pecador.
Por lo tanto, y ya voy terminando, mi mensaje para el lado contrario es: no nos desviéis. No desviéis a la gente. No seáis vosotros los lobos con piel de cordero. No seáis los falsos maestros de los que nos advierte la Biblia. Recordad vuestra obligación de defender la fe. Dejad de enseñar sobre diversidad, inclusión e igualdad y volved a enseñar sobre Redención y Salvación.
Esto es abandono espiritual. Ayudad a la gente diciéndoles la verdad. Sed amables con las personas apoyándolas en sus luchas y recordándoles que Cristo sufre con ellos. Y sed compasivos llevándolos a Cristo cuando el mundo trate de alejarlos de él.
La Iglesia está implosionando, las masas fieles han dejado de asistir los domingos, y estamos viendo el declive más rápido del cristianismo en este país que jamás hayamos visto. No lo aceleréis con herejías.
¡No tenéis autoridad para bendecir el pecado! Cuando escucho al obispo de Londres decir: “Estas nuevas oraciones significarán que los sacerdotes pueden bendecir las relaciones entre personas del mismo sexo, algunas de las cuales pueden ser de naturaleza sexual”, escucho al diablo en acción.
Los obispos están promoviendo la idea de la sodomía sacramental. ¡Que sean anatema! ¡Arrepentios!
Y para el resto de ustedes, no tengo ninguna duda de que algunos me consideraréis un fanático, transfóbico u homófobo. Pero yo no soy ninguna de esas cosas, ninguna en absoluto. Soy simplemente un seguidor de Cristo. Un cristiano. Y somos por definición contraculturales, y si los llamados liberales fueran verdaderamente diversos y tolerantes, nos aceptarían como abrazan a todos los demás.
Y ya ha salido este argumento antes, pero hay una creciente actitud cristofóbica en torno a este debate público. Y lo más hipócrita del asunto es que rara vez vemos que la gente exija a los fieles de otras religiones lo mismo que exige a los cristianos. ¿Acaso hay alguien ꟷexcepto “mi buen amigo” aquí presenteꟷ clamando para que el Islam se comprometa con el matrimonio homosexual? ¿Acaso alguien exige que el Corán se actualice a las normas sociales modernas? Es la misma /ꟷ*** ꟷMás cuidadito con ese vocabulario/ es la misma actitud condescendiente de la gente: tratar a los fieles de otras religiones como si fueran unos pobrecitos, y al mismo tiempo ser intolerante con los cristianos. ¡Es una vergüenza! Pero en palabras de San Atanasio de Alejandría:
“Si el mundo está en contra de la verdad, entonces yo estoy en contra del mundo”.
(Calvin Robinson)
FIN DEL DISCURSO
EPÍLOGO
Tal vez la parte más sorprendente de todo esto la encontremos en la réplica que ofrecieron los tres obispos que defendían el matrimonio gay tras este discurso. Su argumento fue muy sencillo y muy lúcido: si la Iglesia Anglicana ya nos hemos alejado de las Escrituras en otros asuntos (contraconcepción, ordenación de mujeres, etc, etc, etc,), ¿qué problema hay si también nos alejamos de las Escrituras en otro asunto más (el matrimonio gay)?
Calvin Robinson comentó posteriormente que efectivamente los obispos tenían toda la razón, si rechazas una doctrina de Jesús, con la misma razón puedes rechazar cualquier otra. Por eso Calvin, siendo aún diácono anglicano, quiso dejar claro que no sólo estaba en contra del matrimonio gay, sino también en contra de la contraconcepción, de la ordenación de mujeres y de cualquier otra doctrina que vaya en contra de los Evangelios aunque la iglesia anglicana ya la tenga convertida en doctrina oficial.
Ahora los obispos alemanes están siguiendo los mismos pasos que los obispos anglicanos y están aprobando doctrinas antibíblicas afirmando que han desobedecido y seguirán desobedeciendo las protestas de Roma, una Roma que por otra parte mantienen una enorme ambigüedad de acción frente a estos problemas, castigando con severidad a las comunidades tradicionalistas, que se adhieren como nadie a las doctrinas católicas y a la autoridad de Roma (no confundir con los sedevacantistas), mientras que se muestra permisiva con aquellos que desafían abiertamente su autoridad y las doctrinas católicas.
Vivimos momentos convulsos. Los lobos aparecen en tropeles y los pastores encargados de guiar al rebaño se esconden con miedo o peor aún, les dirigen directamente hacia ellos, con la estúpida idea tal vez de que si les permiten devorar a sus ovejas los lobos les dejarán ser uno de ellos. Cuando los mismos guardianes abren la puerta al enemigo, o les permiten entrar sin hacer nada por impedirlo, no queda más remedio que rezar para que sean los sacerdotes y los laicos los que alcen la voz contra la herejía, como hemos visto hacer a este diácono anglicano. Las voces que defienden a la Iglesia son muy pocas, pero últimamente están haciéndose más numerosas. Tal vez sea una batalla larga, sin duda será muy dura, y puede que durante mucho tiempo parezca que la herejía tiene una victoria casi total (tal como ya pasó durante los siglos del arrianismo), pero quienes defendemos la verdadera doctrina, todo lo que está escrito en el Catecismo, ponemos toda nuestra confianza en las palabras de Jesucristo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mateo 28:20) y “las puertas del infierno no prevalecerán contra [mi Iglesia]” (Mateo 16:18).
Pero también fue Jesús quien dijo “el que no está conmigo está contra mí” (Mateo 12:30). En esta batalla por la Verdad, nadie puede mirar para otro lado. Nadie puede quejarse de lo que otros hacen mientras ellos prefieren no meterse en líos y no hacer nada. Quien no denuncia la herejía, ayuda a su propagación. Obedecer a los obispos es nuestro deber, pero también es nuestro deber denunciar la herejía cuando ellos la promueven o la permiten con su silencio. Y al tiempo que defendemos nuestra fe, recemos por ellos y por las intenciones del papa, pero además de rezar actuemos en defensa de nuestra fe cada uno según nuestras posibilidades.
Terminemos recordando una vez más la cita de Burke:
“Para que el mal triunfe, basta con que los buenos no hagan nada”

ANEXO
Transcripción del discurso original en inglés.
May the words of my mouth and the meditation of my heart be pleasing to you, O LORD
I can say “thank you for the warm introduction” but I think instead I’ll say “thank you for the invitation”. That’s far more charitable. It’s a genuine pleasure to speak here this evening, it really is. I am happy to be back at the Oxford Union. It wasn’t too long ago that I was based here myself and I’m very happy to be part of an organization that is still standing up for free speech, still standing up for diversity of thought and opinion, going against the approved narrative of Academia in the 21st century, so well done to you all for that.
Now, I genuinely struggled with this one. I’ve struggled sleeping this week, actually. I don’t get stage frights, I’d never get nervous when I go on television; I recently debated at the Cambridge Union and the Durham Union no problem whatsoever. But this, there’s something different about this one. It’s been causing me anxiety. So someone kindly sent me Luke chapter 12, verses 11 to12, saying “And when they bring you before the synagogues and the rulers and the authorities, do not be anxious about how you should defend yourself or what you should say, for the Holy Spirit will teach you in that very hour what you ought to say.”
I know there’s something a bit ironic about me coming here with a speech after that, but why do I feel anxiety about this? Well, we are up against the authorities – three bishops from the Established Church. That means either I am wrong –and Christians have been teaching incorrectly for the last two thousand years– or Jews and Christians for the last four to six thousand years, or we have Church leaders attempting to drag the Church into apostasy. Neither way is good.
The consequences are severe. This debate is not just happening in this chamber, this debate is happening in real time in the House of Bishops as we speak. There’s a growing number of vocal bishops who want to change the Church’s teaching on marriage, the result being the spiritual neglect of Anglicans up and down this country.
Now, I may have trained at the last remaining sound Anglican seminary, up the road, at St Stephen’s House, but I am a newbie deacon, so perhaps I am wrong on this. Let’s consult people wiser than myself, starting with the Church Fathers.
St Thomas Aquinas, in his Summa Theologica, quite clearly identifies Matrimony as being between one man and one woman, beneficial for “begetting of children” and for the good of offspring for both educational and developmental purposes “necessary for the perfection of the community” and for the worship of God.
St Paul describes marriage as, “Therefore a man leaves his father and his mother and clings to his wife, and they become one flesh”, in which he is mirroring the language of Genesis, where God tells man and woman to “Be fruitful and multiply”.
Both Aquinas and Paul refer to Matrimony as a Sacrament. A holy mystery in which one man and one woman are joined together in conjugal union with the potential to be blessed by the grace of God with children, to start a family for the worship of God.
People will often argue in this debate, “we know more about homosexuality now than we did then”. Maybe so. But are we really going to suggest that God knew less than we do now? For either all Scripture is God-breathed, or it isn’t. Either we believe Christ, or we don’t.
Let’s refer to another source, the Book of Common Prayer, one of the Anglican formularies, an authority of liturgy and catechism in the Anglican Church. The Prayerbook lists three ordained reasons for Matrimony:
- First, it was ordained for the procreation of children, to be brought up in the fear and nature of the Lord, and to praise his holy name.
- Second, it was ordained for a remedy against sin, and to avoid fornication; that such persons as have not the gift of continency, might marry and keep themselves undefiled members of Christ’s body.
- And thirdly, it was ordained for the mutual society, help, and comfort, that one ought to have of the other, both in prosperity and adversity.
If we look wider abroad, to the Church Catholic, which defines in the Catechism of the Catholic Church matrimony [as]:
«The matrimonial covenant, by which a man and a woman establish between themselves a partnership of the whole of life, is by its nature ordered toward the good of the spouses and the procreation and education of offspring; this covenant between baptized persons has been raised by Christ the Lord to the dignity of a sacrament.»
This is referred to as marriage in God’s plan.
So are we looking to alter the catechism of just the Anglican Church, or the Catholic Church too? Should they all ‘get with the times’?
2,000 years of Christian doctrine cannot be altered at the whim of a few liberal bishops. What is God-ordained cannot be adjusted to suit our new liberal progressive views. Marriage is heterosexual and monogamous and should be open to the possibility of children.
The Bible backs all of this up. It’s very clear throughout on this matter. Whether it’s nine verses or 32 000 verses, marriage is between one man and one woman for the purpose of procreation. Sex outside of marriage is a sin. And that is the same for heterosexuals as it is for homosexuals. Although, the Bible is also very clear that same-sex sexual relations are abhorrent.
And before some smart aleck starts asking me the question of whether I’m wearing mixed fabrics – there is a difference between moral laws and ceremonial laws. And Christ did come to fulfil the Old Laws. Both the issues of marriage and homosexuality, however, are still addressed in the New Testament: in Paul’s epistles, but also in the Gospels. Jesus does talk of marriage in Mark and Matthew, both in the context of heterosexual union.
So my question to the bishops would be, do we not believe in the authority of the Scriptures any more? Can we pick and choose which parts of the Gospel we adhere to?
The Church after all is Christ’s bride, as we heard earlier; Jesus is described as the bridegroom, so that we may know how he relates to us. Two grooms would be pointless; Christ is already in union with the Father and the Holy Spirit; it’s us he is inviting in. Two brides is what we’re looking at here; the Church is attempting to marry itself and to leave Christ out of the picture.
We are directly talking about undermining God’s plan as he has revealed it to us. We’re replacing his authority with our own. If marriage is no longer between one man and one woman, are we open to the idea of polygamy? We disregard the heterosexual aspect, so why not the monogamous aspect too? If “love is love”, as we keep hearing, who is to say that three men loving each other is not more love that two men loving each other? Shame, and heresy!
And I’m sure someone in this chamber has echoed the words “love Is love” tonight, and this is not about “love being love”, this is about marriage, the sacrament of holy matrimony. It is directly connected to love, but it’s not the definition of love. Too many people utter those words and confuse the meaning of Love. “Agape”, the Biblical context of love, is a divine love, it’s a sacrificial love, it’s not lustful. People often conflate sex with love, it’s very disingenuous; we’ve heard quite a bit of that. But then of course, atheists often parrot the words “God is love” and we’ve heard that one tonight too, again without any understanding. Yes, God is love, but he sets the terms, not us.
Another one we’ve heard plenty of is “inclusivity”. Should the Church be more inclusive? Again, it’s a play of words. It’s virtue-signalling. This is “to appear good” rather than “to be good”. The Church should absolutely be inclusive. Christ spent time with tax collectors and prostitutes, but it is they who went away changed, not Christ. We are fallen, therefore we are all sinners. The Church is open to sinners, of course it is! That’s the purpose of the Church, but it should not be to encourage people to continue to sin. Our duty as clerics is to help lead people to Christ, to lead them away from sin, not to embrace it, not to affirm it.
I know many LGB people who live lives in Christ. They abstain from sexual gratification to be closer to God, and it’s not easy, it really isn’t. it’s perhaps not fair, but it is right and it is good. And these people are being let down. I’ve had people crying, saying “I could have got married but I did what the Church taught me was right, and now the Church is saying they were wrong all along. I’ve wasted my life”.
As Christians we’re called to be in the world but not of the world. The trap that we’re falling into in this debate is looking at the Church through the eyes of the World, rather than through his Kingdom. In the secular world we already have equality in law. People can enter civil partnerships or even “gay marriage” outside of the Church and that’s their prerogative. However, the faith is inherently discriminatory. God is discriminatory. He sets conditions on us entering his Heavenly Kingdom. It is not a free-for-all; we must turn away from sin, repent and follow Christ.
And I want to specify: it is the sin that is the problem, not the sinner. Every single person is loved by God, and God forgives all of us of our depravity, but we have to turn away from our sins and turn toward him, and it seems the panel opposite me has forgotten to separate the sin from the sinner. One can denounce sin while still welcoming the sinner.
So as I wrap up, my message to the proposing side is: Do not lead us astray. Do not lead people astray. Do not be the wolves in sheep’s clothing. Do not be the false teachers that the Bible warns us about. Remember your obligation to defend the faith. Stop teaching about diversity, inclusion and equality and get back to teaching about Redemption and Salvation.
This is spiritual neglect. Help people by telling them the truth. Be kind to people by supporting them through their struggles and reminding them that Christ suffers with them. And be compassionate by beading them to Christ when the world tries to lead them away from him.
The Church is imploding and the faithful masses have stopped turning up on Sundays, and we are seeing the most rapid decline of Christianity in this country that we may have ever seen. Do not accelerate it with heresy.
You do not have the authority to bless sin! When I hear the bishop of London on record saying: “These new prayers will mean priests can bless same-sex relationships, some of which may be sexual in nature”, I hear the devil at work.
Bishops are promoting the idea of sacramental sodomy. Let them be anathema! Repent!
And to the rest of you, I have no doubt that some of you will consider me a bigot, or a transphobe, or a homophobe. But I am neither of those things, I’m none of those things. I am simply a follower of Christ. A Christian. And we are naturally counter-cultural, and if so-called liberals were truly diverse and tolerant, they would embrace us just as they embrace everyone else.
And the point has been made, but [there’s a] growing christophobic attitude around this public debate. And the ugly level of hypocrisy is that we rarely see people hold Muslims and people of other faiths to the same expectations that they hold Christians to. Who is calling, except my good friend here, for Islam to engage gay marriage? Who is calling for the Quran to be updated to modern societal norms? It is the same /ꟷ*** ꟷmind your language/ it is the same patronising attitude of people: to patronize people of other faiths, while being intolerant towards Christians at the same time. It’s a shame! But in the words of St Athanasius of Alexandria:
“If the world is against the truth, then I am against the world.”
(Calvin Robinson)
Deje su comentario (será publicado aquí tras ser revisado)