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La Ciudad de las 7 Colinas

Portada: La Ciudad de las 7 colinas

La Gran Ramera del Apocalipsis a veces es identificada con la Roma de los papas. El principio de tal identificación se basa en la mención que hace el Apocalipsis de que el Anticristo está sentado sobre una ciudad de 7 colinas. La mayoría de la gente da por sentado que esa ciudad sólo puede referirse a Roma. Si usted decide creer que es Roma puede hacerlo, pero antes debería conocer todos estos datos, de lo contrario podría estar aceptando conclusiones prefabricadas por pura ignorancia. Prometemos rigor histórico y bíblico, pero también prometemos grandes sorpresas.

Para empezar, puesto que el número 7 resulta clave en toda esta historia, le recomendamos que lea el artículo que fue pensado como introducción para este, donde se explica qué simboliza el número 7 para los pueblos de la Antigüedad en general, para los judíos en particular, y específicamente el papel que desempeña en el Apocalipsis de San Juan:

APOCALIPSIS: SIGNIFICADO DEL NÚMERO 7

El 7 y el -7

El Dragón da el poder a la Bestia
El Dragón da el poder a la Bestia

Como vimos en el citado artículo, el número 7 representa lo sagrado, el poder, la totalidad. El Apocalipsis lo utiliza para representar a Dios y sus atributos, pero también para representar todo lo contrario, como el 7 y el -7. De esa manera el libro nos presenta a Satanás bajo la figura de un dragón de 7 cabezas:

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Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema […] el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamada Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero. (Ap. 12:3 y 9)

Pero después del dragón nos aparece una bestia que surge del mar (símbolo bíblico del mal), y también tiene 7 cabezas, pues trabaja para Satanás:

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Entonces vi que emergía del mar una Bestia con siete cabezas y diez cuernos. En cada cuerno tenía una diadema, y sobre sus cabezas había leyendas con nombres blasfemos. Parecía una pantera, pero tenía las patas como las de un oso y la boca como la de un león. El Dragón le cedió su poder y su trono con un inmenso imperio. (Ap. 13:1-2)

Este monstruo del capítulo 13 es la Bestia del Apocalipsis, el famoso Anticristo, cuyo número es el 666, y será esta bestia de 7 cabezas la que veamos de nuevo en la visión de la Gran Ramera en el capítulo 17.

La Gran Ramera

La Gran Ramera de Babilonia

La Ciudad de Babilonia es presentada también aquí, como vemos en otros libros del Antiguo Testamento (Isaías, Jeremías y Ezequiel), como el símbolo de la maldad de este mundo, la encarnación de todos sus males y pecados, y sobre todo como el poder opresor y malvado que lucha contra el pueblo de Dios.

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Sobre su frente tenía escrito este nombre misterioso: «Babilonia la grande, la madre de las abominables prostitutas de la tierra». (Ap. 17:5)

Por eso esta Babilonia es transformada en el capítulo 17 en una mujer, prostituta, que cabalga la bestia de 7 cabezas. Esta Gran Ramera cabalgando a la Bestia es, pues, Babilonia. Pero cuando Juan escribe, la antigua y poderosa ciudad de Babilonia, la que conquistó Jerusalén, destruyó su templo y llevó al Pueblo de Dios al exilio, ya no era más que un recuerdo del antiguo pasado. Así que la Babilonia del Apocalipsis es usada como un símbolo. La Bestia nos ha sido ya descrita como el Anticristo, y esta imagen de la Ramera cabalgando la Bestia no introduce un personaje nuevo, sino que elabora aún más la simbología de la Bestia; todo ello, bestia y jinete, sigue siendo una metáfora del Anticristo, encarnado en la figura bíblica de Babilonia. Durante todo el capítulo 17 se nos describe la visión de la Gran Ramera y su significado, que es aparentemente tan enigmático como la visión en sí. Puede leerlo aquí: Apocalipsis capítulo 17.

¿Quién es la Gran Ramera?

Este Anticristo aquí descrito ha sido identificado con muchos personajes distintos según las épocas históricas. Cada uno intenta ver ahí aquello que en su época considera el mayor peligro para la Iglesia. No es de extrañar que cuando las huestes de Mahoma comenzaron a asolar la cristiandad, muchos supieran descubrir en la Gran Ramera una imagen clara de Mahoma, o del Islam. Cuando llegó la Ruptura Protestante ellos la descifraron como una imagen de los papas, o de la Iglesia católica, y algunos católicos vieron en ella a Lutero y los suyos. Otros han hecho muchas otras interpretaciones, y siempre cargados de convicción y razones, pero siempre con la idea de que la Gran Ramera es su enemigo actual, como si el Apocalipsis hubiera sido escrito expresamente para la gente del siglo VIII, o del XVI, o del XX o XXI.

Quienes escuchan a un protestante explicar por qué la simbología de la Gran Ramera y su bestia encaja “perfectamente” con el papado podría quedar convencido, pero en nuestro anterior artículo ya vimos que dicha identificación resulta en muchos aspectos algo o muy forzada, y por supuesto, para que tuviera algún sentido tendríamos que admitir, como hacen ellos, la idea de que los católicos somos gente idólatra que vamos por ahí adorando a todo tipo de personas y cosas. No vamos a analizar pormenorizadamente toda esa simbología porque eso ya puede leerlo en aquel artículo: “El Apocalipsis: La Gran Ramera de Babilonia y el papa”.

Una de las láminas del test de Rorschach
Una de las láminas del test de Rorschach

La otra gran pega que tiene esa interpretación es que la simbología usada en esta escena del Apocalipsis es tan alegórica que no resulta demasiado complicado sacar todo tipo de identificaciones de forma más o menos convincente, igual que el famoso Test de Rorschach, donde cada uno ve una cosa distinta según su estado mental. Por eso en nuestro último artículo nos propusimos el reto de intentar lograr de forma racional y bíblica la interpretación más increíble y absurda de todas las imaginables, la falsa demostración de que la Gran Ramera de Babilonia es una descripción de Jesús de Nazaret. Lo puede leer en el artículo: La falacia de la Sola Scriptura (o el absurdo de que Jesús es el Anticristo).

Así que aquí solo vamos a centrarnos en un detalle concreto de la imagen de la Gran Ramera:

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Entonces me llevó en espíritu al desierto, y allí vi a una mujer sentada sobre una Bestia escarlata. La Bestia estaba cubierta de leyendas blasfemas y tenía siete cabezas y diez cuernos. (Ap. 17:3)

Sobre lo cual el ángel comenta, entre otras cosas:

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Para comprender esto, es necesario tener inteligencia y sutileza. Las siete cabezas son las siete colinas, sobre las cuales está sentada la mujer. (Ap. 17:9)
Prostituta de Babilonia

Este es, según los “antipapistas”, el elemento clave que apunta ya desde el principio en una dirección concreta: Roma. Es evidente que Roma era conocida en la antigüedad, y aún hoy, como la Ciudad de las 7 Colinas. Según la interpretación que nosotros dimos, y la más habitual en la Iglesia Católica y Ortodoxa, esa bestia de 7 cabezas es aquí una referencia a Roma, y al igual que las 7 cabezas del dragón, simboliza el imperio del mal. Así que la visión de la Gran Ramera, la encarnación de Babilonia, se refiere al poder de Roma, que persigue a la Iglesia de Dios. Se trata de la Roma de los césares, que es justo en ese momento la Roma que está persiguiendo y martirizando a los cristianos, pero muchos protestantes aún hoy siguen diciendo que esa Roma es la Roma de los papas, y por tanto la Gran Ramera es la Iglesia Católica. Y aquí es donde empezaremos con las sorpresas.

La ciudad asentada sobre 7 colinas

colinas

Es cierto que hoy en día, si alguien habla de “La Ciudad de las 7 Colinas” todos pensamos en Roma, pero tenemos que remontarnos a la época de Juan y a la sociedad del Mediterráneo oriental para analizar qué significaba para aquella gente “La Ciudad de las 7 Colinas”.

Tal como explicamos al principio de este artículo, el 7 era un número sagrado, y a su vez sacralizante. Cuando lográbamos atribuir el número 7 a algo le estábamos dando un sentido sagrado de algún modo. Si una ciudad quería presumir de ser el centro del universo, o la elegida de Dios, lograr asociarse al número 7 ayudaba mucho. Y tanto es así que podemos encontrar varias ciudades que presumían de lo mismo: estar construidas sobre 7 colinas. Una de ellas es, por supuesto, Roma, que es la única que aún hoy mantiene esa asociación en la cultura popular, pero lo mismo ocurrió con el imperio que sucedió al poder romano: Bizancio.

Cuando Bizancio se convirtió en la capital del imperio romano oriental se la comenzó a denominar “la nueva Roma”, e igualmente recibió también el apelativo de “la Ciudad de las 7 Colinas”, porque muy conscientemente la nueva capital fue proyectada de manera que ocupase 7 colinas, recibiendo así ese halo de poder sagrado que poseía la Roma original. Para acentuar la sacralidad de esas 7 colinas se construyó una monumental iglesia bizantina sobre cada una de ellas, y posteriormente los otomanos las sustituyeron por 7 monumentales mezquitas. Todavía hoy en día Estambul (lo que antes se llamaba Constantinopla y antes aún Bizancio) es conocida en turco como “Yedi tepeli şehir”, que significa exactamente eso, la ciudad de las siete colinas. En este mapa se pueden ver marcadas las 7 colinas de la antigua ciudad amurallada:

Marcadas las 7 colinas de Bizancio
Marcadas las 7 colinas de Bizancio

Se podría aprovechar esto para buscar una relación entre la Gran Ramera y la Iglesia Ortodoxa, pues al igual que el papa tiene su sede en Roma, el patriarca de Constantinopla (el “papa” de los ortodoxos) tiene su sede allí, y si uno se empeña puede sacar las conexiones necesarias, pero obviamente a los protestantes ni les preocupaba ni les preocupa la Iglesia Ortodoxa, al menos por ahora, así que no es un asunto polémico. Sin embargo en su momento, cuando los Turcos conquistaron Constantinopla y empezaron a amenazar a la cristiandad occidental (desde el siglo XV hasta el siglo XIX), muchos en Europa partieron de esta identificación para decir que la Gran Ramera era el Islam, representado por los turcos, que gobernaban su imperio desde Constantinopla (ahora llamada Estambul), y a partir de ahí no les resultó demasiado complicado encontrar analogías para todos los demás símbolos de esta visión.

Pero hay otra ciudad importante que también era conocida como “la Ciudad de las 7 Colinas”, y esa ciudad no es otra que Babilonia. Quienes conozcan un poco Mesopotamia sabrán que la zona es muy plana, y ciertamente los restos de la ciudad de Babilonia se asientan sobre una gran planicie, así que ¿dónde están las famosas 7 colinas de Babilonia? Bueno, a decir verdad, “famosas” para los antiguos, porque hoy nadie diría que Babilonia tenía 7 colinas. Pero las tuvo.

Todos conocen la historia de la Torre de Babel, que no es ni más ni menos que el principal templo de Babilonia. Esos templos, llamados zigurats, eran algo parecido a las pirámides escalonadas. En su origen los zigurats eran simplemente una especie de colina artificial sobre cuya cima se construía un pequeño templo. El zigurat no era, como un templo actual, un lugar en donde se reza a la divinidad, sino que era el lugar en el que vivía la divinidad, era literalmente su casa, y dentro, en el interior de una estatua, reposaba frecuentemente el espíritu del dios de turno.

Durante la época del exilio los hebreos tuvieron que vivir allí, en Babilonia, y convivir con ese tipo de idolatría en el que la imagen y el dios vienen a ser casi la misma cosa. Esto horrorizaba a los hebreos, que comparaban la idolatría con la prostitución, y odiaban a Babilonia por eso y porque les había esclavizado, masacrado y arrasado Jerusalén. No es de extrañar que consideraran a Babilonia la cuna de todos los vicios, la madre de toda idolatría, la gran Ramera sedienta de sangre. Y esa misma idea la expresa Juan en su Apocalipsis:

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«Babilonia la grande, la madre de las abominables prostitutas de la tierra». Y vi que la mujer se emborrachaba con la sangre de los santos. (Ap. 17:5-6)

«Babilonia la grande, la madre de las abominables prostitutas de la tierra». Y vi que la mujer se emborrachaba con la sangre de los santos (Ap. 17:5-6)

Las 7 colinas de Babilonia

Zigurat sumerio de 3 niveles
Zigurat sumerio de 3 niveles

Según la mitología sumeria, al crearse el mundo se creó primero un monte, y los zigurats pretendían ser una representación de ese monte primigenio que dio origen al universo. Por eso en sumerio la palabra para el gran zigurat de Babilonia era Etemenanki, que significa “templo de la fundación del cielo y la tierra”. Posteriormente, para hacerlos más relevantes e imponentes, se construyeron zigurats superpuestos, dando lugar a la estructura escalonada con la que estamos hoy más familiarizados. Se hicieron corrientes los zigurats de 3 niveles, que eran en realidad 3 zigurats superpuestos. Pero la gran ciudad de Babilonia no se iba a conformar con esos zigurats. Construyó en su mismo centro el zigurat más grande que jamás ha existido, destinado a ser la casa del dios Marduk, patrón de la ciudad.

Este antiguo zigurat fue destruido por los asirios en el año 689 a.C., pero cuando el imperio babilonio llegó a su apogeo el zigurat fue reconstruido con mayor esplendor que antes, alcanzando una enorme altura (91 metros) y formado no por tres, sino por 7 niveles superpuestos. Puesto que cada nivel representa una colina, los 7 niveles son 7 colinas, y por supuesto se eligió el número 7 por sus connotaciones sagradas, igual que hizo Roma y Bizancio y otras ciudades de la antigüedad.

Pero hay otro detalle importante, el rey que reconstruyó el templo a tales magnitudes, el rey que convirtió a Babilonia en la Ciudad de las 7 Colinas no es otro que Nabucodonosor II, el mismo que construyó los Jardines Colgantes… y el mismo que destruyó el Templo de Jerusalén y esclavizó al pueblo judío. Ya solo nos falta conectar varias ideas:

En el Antiguo Testamento vemos frecuentemente cómo Babilonia es el símbolo de todos los males, de la idolatría y de la opresión al pueblo de Dios. En la misma época que los judíos fueron esclavizados y deportados a Babilonia, la ciudad se convirtió en “la Ciudad de las 7 Colinas”. El Apocalipsis es un libro lleno de símbolos y alegorías, la gran mayoría de las cuales están sacados del Antiguo Testamento, especialmente del Libro de Daniel (que vivía en Babilonia), así que también recoge la idea de Babilonia como símbolo de todos los vicios, de la idolatría y de la persecución al pueblo de Dios. Y por todo esto podemos afirmar con bastante fundamento que cuando Juan nos describe a la Gran Ramera, que es Babilonia, sentada sobre 7 colinas, no hace falta pararse a pensar qué ciudad es esa de 7 colinas, pues claramente es Babilonia.

Babilonia y la Torre de Babel con sus 7 niveles
Babilonia y la Torre de Babel con sus 7 niveles

Otras ciudades

Pero no es Roma, Babilonia o Bizancio las únicas ciudades construidas sobre 7 colinas, también hay muchas otras del pasado o del presente que están sobre 7 colinas y que en algunos casos también han dado pie a diversas interpretaciones de la Gran Ramera basándose en ese detalle. Por poner un ejemplo, muchos hoy creen que el Anticristo es el imperio de los Estados Unidos, o algún presidente americano en concreto (por ahora va ganando George Bush, padre o hijo). Para ello lo primero es encontrar una ciudad relevante asentada sobre 7 colinas, y luego seguir tirando del hilo. Y la hay. Es nada menos que la capital del estado de Nueva York, se llama Albany, está construida sobre 7 colinas y en esa ciudad se aprobó la primera ley que permitía el aborto, así que parece claro que se trata de la gran Babilonia del fin de los tiempos, y si como dice el Apocalipsis está “emborrachada con la sangre de los inocentes”, pues es obvio que se refiere a los millones de niños que han sido asesinados aún antes de nacer por culpa de esas leyes proabortitastas que surgieron precisamente en esa ciudad de las 7 colinas.

Salamanca ¿sede del Anticristo?
Salamanca ¿sede del Anticristo?

Quienes creen que el Anticristo es el Islam dicen, como ya vimos, que la ciudad de las 7 colinas es Estambul, pero quienes dicen que es en concreto Mahoma, dicen que la ciudad es la Meca, que también está construida sobre 7 colinas. También sobre 7 colinas se construyó Moscú, la también llamada “Tercera Roma” (sucesora de Bizancio, según ellos), lo cual es muy conveniente para quienes piensan que el Anticristo es el imperio soviético, que persiguió a los cristianos como el que más. Barcelona no parece destacar por sus persecuciones a los santos de Dios, pero también tiene 7 colinas (Mont Tàber, La Rovira, El Coll, El Carmel, La Peira, El Putxet y Montjuïc), tal vez alguno ya esté pensando en convertir a su presidente autonómico en el Anticristo. La Salamanca de España es conocida como “Roma la chica” porque además de su belleza se construyó también sobre siete tesos o colinas. Tampoco podían quedarse atrás ciudades tan importantes como Atenas (Acrópolis, Areópago, Lofos Filopappou, Lofos Nymfon, Pnyx, Monte Lycabettus, y Tourkovounia). Los muchos que dicen que el Anticristo será un presidente de la Unión Europea (que ahora es la interpretación de moda entre los evangélicos) también pueden afirmar que su capital, Bruselas, está construida sobre 7 colinas (St.Michielsberg, Koudenberg, Warmoesberg, Kruidtuin, Kunstberg, Zavel y St.Pietersberg), aunque suelen preferir quedarse con Roma.

Pero hay muchas más, por mencionar solo algunas: Amman, Ceuta, Cincinnati, Edimburgo, Kampala, Kiev, Lisboa, Macao, Melbourne, Praga, Bath, Bergen, San Diego, San Francisco, Seattle, Richmon, Teherán, y muchas, muchas más, tienen para elegir. Busque un anticristo cualquiera y no será muy difícil encontrar una ciudad conectada con su vida que tenga o haya tenido en sus orígenes 7 colinas.

La Gran Ramera de Babilonia

Y aún así, si el Apocalipsis nos dice que la Gran Ramera es Babilonia la Grande y nos dice luego que está asentada sobre 7 colinas, ¿qué necesidad hay de buscar otras ciudades con 7 colinas cuando Babilonia ya las posee? Si en una profecía dijera que vi a una bestia con bigotes que simboliza la ciudad de París y que estaba agarrada a una gigantesca torre de hierro, todo el mundo diría que esa torre de hierro es la Torre Eiffel. Pero con esto del Apocalipsis es como si todo el mundo se pusiera a especular qué torre podría ser esa, pensando que si esa bestia, que es París, se agarra a una torre metálica, si identificamos dónde está esa torre lograremos descifrar el significado de la ciudad de París. Y entonces uno dice que la Estatua de la Libertad de Nueva York es como una gigantesca torre metálica, luego la bestia que simboliza París es una figuración de la ciudad de Nueva York, que es la ciudad principal del malvado imperio americano, el origen de todas las iglesias evangélicas que se han extendido por el mundo corrompiendo a la Iglesia de Dios, y por tanto Obama es el Anticristo, que aunque no tiene siete cabezas, un compañero suyo de universidad recuerda que un día llegó a clase con… 7 granos en la cara! y normalmente se dice “cabeza del grano” a la punta de éste, así que la visión significaba claramente que la gran Bestia de París no es otra que el presidente Obama, siervo de Satán. Sí, suena un poco ridículo, pero así es como suelen funcionar las interpretaciones de la Gran Ramera del Apocalipsis, solo que alguna gente sí se las cree.

Aún así, quienes afirman que la Ramera es la Iglesia Católica dirán que no basta con encontrar una ciudad con 7 colinas, que también se necesita encontrar equivalentes para todos los demás símbolos. Pero eso, como ya hemos comentado, es relativamente sencillo, ya lo hicimos nosotros en nuestro experimento de encontrar equivalencias de todos los demás símbolos para Jesús, y las correlaciones fueron sorprendentemente exactas, pero obviamente falsas. Y en verdad, decir que la Iglesia Católica es idólatra y que los papas visten “de púrpura y escarlata”, como la Ramera, es forzar las cosas tanto que igualmente podemos inventarnos nosotros lo que queramos para encajar con cualquier otro anticristo que nos parezca conveniente, mezclando alegorías con literalidades o incluso inventándose cosas como hacen ellos.

Pero vamos a ir aún más lejos y demostrar que esa ciudad de 7 colinas, aún siendo claramente la Babilonia de tiempos bíblicos, es efectivamente un símbolo para referirse a otra ciudad. Cuando Juan escribe, Babilonia solo son ruinas en el desierto, así que debe de estar usando a la malvada Babilonia bíblica como símbolo de otra ciudad contemporánea. Y esa ciudad no es otra que… Jerusalén.

Jerusalén: la ciudad de las 7 colinas

Jerusalén bíblica

Analicemos con más detalle la identificación de la ciudad de las 7 colinas con Jerusalén. No se trata de una hipótesis, más bien es un hecho fácil de demostrar, pues la ciudad de las 7 colinas sobre la que se asienta la Gran Ramera se corresponde al 100% con la Jerusalén del Antiguo Testamento. En ese caso el libro estaría contraponiendo a la vieja Jerusalén, con todas sus imperfecciones, con la Nueva Jerusalén que aparecerá al final del libro, la ciudad perfecta que será el Reino de Dios. No vamos a hacer aquí un juego mental como hicimos en nuestro artículo sobre el Jesús anticristo, esta vez vamos a hacer un análisis lo más objetivo posible.

Jerusalén se asienta sobre 7 colinas: 1- «Escopus», 2-«Nob», 3-“el Monte de la Corrupción” o “el Monte de la Ofensa” o “el Monte de la Destrucción” (2 Reyes 23,13), 4- El original “monte Sión”, 5-la colina Suroeste también llamada «Monte Sión», 6- el «Monte Ofel», y 7- “La Roca” donde se construyó la fortaleza “Antonia”.

El Apocalipsis nos cuenta que la bestia de 7 cabezas mata a los santos de Dios y a sus profetas. Resulta que tenemos al mismo Jesús acusando a Jerusalén de eso mismo.

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Y vi que la mujer se emborrachaba con la sangre de los santos y de los testigos de Jesús, y al verla, quedé profundamente asombrado. (Apocalipsis 17:6)

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¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y vosotros os negasteis! (Lucas 13:34)

También hay que recordar que en tiempos de Juan hubo en Jerusalén cristianos perseguidos y martirizados por los judíos ya desde el asesinato de San Esteban.

Al igual que a la Gran Babilonia del Apocalipsis, también Jesús anuncia la total destrucción de Jerusalén. Tras esa destrucción llega la Segunda Venida de Cristo, que vencerá al mal. La manera de contar estas profecías en el Apocalipsis es muy similar a como lo cuenta el mismo Jesús en el evangelio de Lucas.

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Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en cielo. […] ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del Hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación». (Lucas 21:11 y 20-28)
Destrucción Jerusalén

En esa misma profecía, Jesús hace una llamada a los cristianos para que abandonen la ciudad antes de que ello ocurra. Del mismo modo encontramos a Jesús en el Apocalipsis haciendo un llamamiento similar ante la destrucción de la gran Babilonia. En ambos casos se anuncia la destrucción de la ciudad pero se quiere poner a salvo a los cristianos para que no perezcan en ella.

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Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. (Lucas 21:20-22)

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Enseguida oí otra voz que venía del cielo y decía: «Vosotros, que sois mi pueblo, huid de esa ciudad, para no haceros cómplices de sus pecados ni ser castigados con sus plagas. […] y contemplando la humareda del incendio, exclamaban: «¡Ninguna ciudad se podía comparar a la gran Ciudad!». (Apocalipsis 18:4-5 y 18)

Y tal como nos dice el Apocalipsis, la gran ciudad de Babilonia fue arrasada por completo y no quedó piedra sobre piedra. Lo mismo anunció Jesús sobre la destrucción de Jerusalén:

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«De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». (Lucas 21:-6)

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Y un ángel poderoso tomó una piedra del tamaño de una rueda de molino y la arrojó al mar, diciendo: «Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la gran Ciudad, y nunca más se la verá» (Apocalipsis 18:21)

Más aún, el mismo Apocalipsis parece identificar en algún momento a esa Babilonia con la ciudad en donde Jesús fue crucificado. Más claro, imposible:

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Sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran Ciudad –llamada simbólicamente Sodoma y también Egipto– allí mismo donde el Señor fue crucificado. (Apocalipsis 11:8)

“La gran Ciudad” de este pasaje aparenta referirse a “Babilonia la Grande”, ya acabamos de ver en Apocalipsis 18:18 usar “la gran Ciudad” hablando de Babilonia, pero indiscutiblemente es Jerusalén, quizá porque en todo momento Juan mezcla el símbolo con la cosa simbolizada.

Aún así, como el libro a menudo ofrece varios niveles de símbolos e interpretaciones, podemos también considerar que esa ciudad, que también es la bestia de 7 cabezas, simboliza para Juan lo que antaño representó Babilonia para Israel o lo que representó Roma para los primeros cristianos, o lo que en su momento simbolizó Sodoma y Egipto, tal como esta cita indica. Y al mismo tiempo parece asociarse esta ciudad a la Jerusalén terrenal.

Otro de los asuntos polémicos es el que hace referencia a las vestimentas de la Ramera, que deberían ir en conexión con la ciudad a la que representa.

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La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, resplandeciente de oro, de piedras preciosas y de perlas. (Ap. 17:4)

Los colores “púrpura y escarlata” que viste la ramera son asociados por los fundamentalistas al papado, lo cual no encaja del todo, y menos ahora. Sí que encaja con las vestiduras de los césares y reyes de la antigüedad. Pero en realidad parece ser una nueva referencia a la ciudad de Jerusalén, pues los sacerdotes del templo vestían con “púrpura y escarlata” tal como Dios ordenó en el libro de Éxodo, incluido el oro y las joyas que también se mencionan en ese pasaje de la Gran Ramera. Los sacerdotes del templo vestían efod (vestidura) y pectoral. Para no alargar demasiado la cita, pondremos solo fragmentos unidos, pero puede leer si quiere el pasaje completo aquí: Éxodo 28. Resaltaremos las referencias a la púrpura, la escarlata el oro y las joyas (y hay aún más en los fragmentos que faltan).

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Y cuando hagan las vestiduras sagradas para que Aarón y sus hijos puedan cumplir sus funciones sacerdotales, emplearán oro, púrpura y escarlata, carmesí y lino fino. El efod lo harán de oro, de púrpura y escarlata, de carmesí y lino fino reforzado, todo esto trabajado artísticamente. El cinturón será de oro, de púrpura y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado. Harás, además, los engastes de oro y dos cadenas de oro puro, trenzadas a manera de cordones, que luego fijarás en los engastes. También harás el pectoral de oro, de púrpura y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado. Lo guarnecerás de piedras preciosas, dispuestas en cuatro hileras: en la primera habrá un jaspe rojo, un topacio y una esmeralda; en la segunda, un rubí, un zafiro y un diamante; en la tercera, un ágata, una cornalina y una amatista; y en la cuarta, un crisólito, un lapislázuli y un jaspe verde. Todas ellas estarán engarzadas en oro. Además, harás para el pectoral unas cadenas de oro puro, trenzadas a manera de cordones, y dos argollas de oro, que luego ajustarás a sus dos extremos superiores. También harás el manto del efod, todo de púrpura. Adornarás el ruedo con granadas de púrpura y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado, intercaladas con campanillas de oro. Además harás una flor de oro puro, y grabarás en ella, como se graban los sellos: «Consagrado al Señor». La sujetarás con una cinta de púrpura, y así quedará fija sobre la parte delantera del turbante.
sumo sacerdote

Así que frente a las explicaciones de que si los papas a veces se ponen una capa roja encima, que si en la época de Lutero a veces usaban el púrpura, que si el anillo papal es de oro… vemos que los sacerdotes de Jerusalén no necesitan de vagas referencias y de unir muchos detalles a través de los siglos, ellos cumplen la descripción a la perfección, están llenos a rebosar de púrpura y de escarlata y de oro y joyas de todo tipo. Y por orden de Dios mismo. Solo en este fragmento encontramos la frase “púrpura y escarlata” 5 veces, además de varias veces la palabra “púrpura”, otras varias “carmesí” y “rojo”, 8 veces “oro”, 1 vez “piedras preciosas” y en 12 ocasiones se mencionan joyas concretas. Juan no solo conocía las escrituras a fondo, sino que durante su infancia y juventud pudo ver a los sacerdotes del templo de Jerusalén vestidos así, con joyas, oro, púrpura y escarlata. Incluso cuando tenemos sueños extraños, nuestra mente visualiza esos conceptos valiéndose de imágenes conocidas. O si aún así Dios le hubiera mandado una visión independiente de su mente, debería haberle mostrado a la Ramera vestida con el hábito blanco de los papas católicos, y no con todos los atributos de los sacerdotes de Jerusalén. Pero sea como sea, puesto que los símbolos que San Juan utiliza en su Apocalipsis están tomados del Antiguo Testamento, no es de sorprender que también allí encontremos los símbolos que describen a la Ramera.

Esta Gran Ramera, pues, la que también es llamada Babilonia la Grande, parece representar a la Jerusalén pecadora. A algunos les sorprenderá este símil, pues para los cristianos actuales Jerusalén es la Ciudad Santa, la ciudad de Jesús, pero para los cristianos del siglo primero Jerusalén no solo era la ciudad del Templo (un templo ya corrupto, como Jesús denunció), sino que también era la ciudad en donde mataron a los primeros cristianos y, sobre todo, la ciudad en la que asesinaron a Jesús con el apoyo de muchos de sus habitantes al grito de “¡crucifícalo!”. Con esos datos no parece complicado imaginarse a Juan usando a Jerusalén como símbolo de la corrupción y el pecado de la sociedad de su época. Pero es que no solamente fue Juan quien lo vio así, también en el Antiguo Testamento se la muestra en una ocasión así. De hecho Juan nos describe a la Gran Ramera con palabras sorprendentemente similares a las que ya utilizó Ezequiel para describirnos a Jerusalén. Ambos nos hablan de Jerusalén como una prostituta enjoyada y sedienta de sangre. No puede ser una simple coincidencia:

El profeta Ezequiel
El profeta Ezequiel

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La palabra del Señor me llegó en estos términos: Hijo de hombre, da a conocer a Jerusalén sus abominaciones. Tú dirás: Así habla el Señor a Jerusalén: Por tus orígenes y tu nacimiento, perteneces al país de Canaán; tu padre era un amorreo y tu madre una hitita. […] Estabas adornada de oro y de plata, tu vestido era de lino fino, de seda y de tela bordada; te alimentabas con la mejor harina, con miel y aceite. Llegaste a ser extraordinariamente hermosa y te convertiste en una reina. Tu fama se extendió entre las naciones, porque tu belleza era perfecta gracias al esplendor con que yo te había adornado –así dice el Señor–. Pero tú te preciaste de tu hermosura y te aprovechaste de tu fama para prostituirte; te entregaste sin pudor a todo el que pasaba y fuiste suya. Tomaste tus vestidos para hacerte lugares altos de vivos colores, y te prostituiste en ellos. Tomaste tus joyas hechas con mi oro y mi plata, que yo te había regalado, y te fabricaste imágenes de hombres con las que te prostituiste. Tomaste tus vestidos bordados para cubrirlas, y pusiste delante de ellas mi aceite y mi incienso. Y el pan que yo te había dado, la mejor harina, el aceite y la miel con que yo te alimentaba, los ofreciste delante de ellas como perfume de aroma agradable –así dice el Señor–. Tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que tú habías engendrado para mí, y los sacrificaste a esas imágenes como alimento. ¿Acaso no te bastaba con prostituirte, que también inmolaste a mis hijos y los entregaste, haciéndolos pasar por el fuego en honor de ellas? En medio de todas tus abominaciones y prostituciones, no te acordaste de los días de tu juventud, cuando estabas completamente desnuda, revolcándote en tu sangre. (Ezequiel 16:1-3 y 13-22)

Pero aún hay más. De igual modo que al final del capítulo 17 se nos cuenta cómo la Ramera fue aniquilada por los reyes que la servían y que se volvieron contra ella, también igual destino es vaticinado para esta Jerusalén que nos cuenta Ezequiel:

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Así habla el Señor: Por haberte exhibido desvergonzadamente y haber descubierto tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todos tus ídolos abominables, y por la sangre de tus hijos que les has ofrecido, por todo eso, yo voy a reunir a todos tus amantes, a los que has complacido y amado, y también a los que has odiado; los reuniré contra ti, de todas partes, descubriré ante ellos tu desnudez, y ellos verán toda tu desnudez. Te aplicaré el castigo de las mujeres adúlteras y sanguinarias y descargaré sobre ti mi furor y mis celos. Yo te entregaré en sus manos. Ellos arrasarán tus colinas y demolerán tus montículos; te despojarán de tus vestidos, te arrebatarán tus joyas y te dejarán completamente desnuda. Incitarán a la asamblea contra ti, te lapidarán y te atravesarán con sus espadas. (Ezequiel 16:36-40)

Compare este final de Jerusalén con el final de la Gran Ramera:

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Los diez cuernos que viste [que son diez reyes], así como también la Bestia, acabarán por odiar a la Prostituta, le quitarán sus vestidos hasta dejarla desnuda, comerán su carne y la consumirán por medio del fuego. Porque Dios les ha inspirado que ejecuten lo que él ha decidido. (Apocalipsis 17:16-17)

Como es fácil ver, todos los elementos de la Gran Ramera aquí mencionados se encuentran ya en esta Jerusalén de Ezequiel, excepto la bestia que cabalga, que está sacada del libro de Daniel, asemejándose mucho a la cuarta bestia que nos describe (Capítulo 7), incluidos los 10 cuernos que tiene en la cabeza. En realidad lo que hace Juan es mostrarnos el cumplimiento en su época de las profecías del Antiguo Testamento.

La Bestia que sube del mar

Conclusión

El Apocalipsis juega mucho con las alegorías de varios niveles, donde una cosa representa a otra que a su vez simboliza a otra. Algunos niveles son explícitos y otros implícitos. En el caso de esta ciudad consideramos que los niveles de interpretación son estos:

Bestia de 7 cabezas + G. Ramera = la ciudad de las 7 colinas = Babilonia = Jerusalén = Roma?

Los tres primeros niveles, marcados aquí en verde, están presentes en el libro y explicados. El cuarto nivel, en azul, no aparece explícitamente en el libro pero es fácil deducirlo por las comparaciones que hemos hecho con pasajes similares del Antiguo y Nuevo Testamento. El quinto nivel, en rojo, es la alegoría final a la que todo lo anterior representa. Dicha alegoría podría a su vez ser un símbolo de los gobiernos malvados, o podría ser una forma enmascarada de referirse a una ciudad concreta, o ambas cosas a la vez.

Una cosa parece clara, la Gran Ramera de Babilonia que Juan nos describe en el Apocalipsis es una alegoría totalmente basada en la Jerusalén pecadora de Ezequiel, al menos a nivel formal. Luego podemos argumentar, como hicimos en nuestro anterior artículo, que ese símbolo es utilizado para referirse a la Roma de los césares, pues esa sería la interpretación que encaja con el conjunto de la historia del Apocalipsis. Sin embargo, decir que la simbología de la Gran Ramera se refiere a la Roma de los papas es, en comparación, tan floja que no se podría sostener ni siquiera pensando que los católicos son idólatras.

La interpretación más probable, en nuestra opinión, es que Juan nos está mostrando que aquello que Daniel y Ezequiel anunciaron para los tiempos futuros se está cumpliendo ya o está a punto de cumplirse. De hecho mientras él escribe el Apocalipsis Jerusalén ya ha sido destruida (o está a punto de serlo), los cristianos ya están siendo perseguidos y el Anticristo está en el poder, pues como vimos en nuestro otro artículo tal Anticristo es Nerón o los césares romanos en general. Lo que sí es realmente escatológico y ocurrirá en el fin de la historia será la Segunda Venida de Cristo y la llegada de su Reino, la Nueva Jerusalén.  

Se trata pues, como sugiere el libro, de una profecía que en ese momento ya está en marcha. De hecho la primera parte del libro, las cartas a las 7 iglesias, pertenece indiscutiblemente a ese momento presente de aquellas comunidades, y mucho de lo que viene después también, incluidas las persecuciones de los justos y la sangre de los mártires. Pero como profecía que es, está anunciando también los acontecimientos futuros que supondrán el desenlace de esa situación presente, en la que parece que las fuerzas del mal están derrotando a la Iglesia de Jesús.

Para entender mejor cuál es el presente que describe el Apocalipsis y cuál es el futuro próximo y el futuro remoto al que se refiere la profecía (lo que nos ayudará a entender qué representa exactamente esa Babilonia-Jerusalén de 7 colinas), continúe leyendo en la segunda parte de este artículo en la que podrá captar la interpretación global del mensaje del Apocalipsis:

EL APOCALIPSIS II: La Gran Ramera de Babilonia y el papa

También puede leer el artículo en el que jugamos a demostrar que jugando habilidosamente con analogías y escrituras sagradas hasta el mismo Jesús de Nazaret puede parecer claramente como el Anticristo (el absurdo de los absurdos, pero razonado con la Biblia en la mano):

La falacia de la Sola Scriptura (o el absurdo de que Jesús es el Anticristo)

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Comentarios

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225 respuestas a “La Ciudad de las 7 Colinas”

  1. Avatar de Patricia
    Patricia

    Excelente interpretación, lo digo porque se afirma en las escrituras , el Apocalipsis es un libro de mucha simbología y hay que interpretar, basándonos en la misma palabra para no equivocarse, como decimos que la palabra se interpreta así misma no hay equivocación, gracias por este estudio bendiciones.

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